Cada año se producen en el mundo 400 millones de residuos plásticos, que en su gran parte provienen de objetos desechables, utilizados apenas unos minutos.


Los negociadores internacionales esperan pactar en 2024 un primer tratado mundial contra esta contaminación pero los desafíos son múltiples.


En cinco países distintos, la AFP pudo constatar que los plásticos de un solo uso continúan siendo muy populares por precio y practicidad.


Rio de Janeiro

Vendedores ambulantes recorren cada día las playas de Rio de Janeiro, en Brasil, cargados con recipientes metálicos llenos de mate.



La bebida helada, a la que se le añade jugo de fruta, es vendida en vasos de plástico a los bañistas.


Para Arthur Jorge da Silva, de 47 años, esta bebida "forma parte de la cultura" carioca, aunque reconoce el impacto medioambiental de sus vasos de plástico, en un país clasificado como el cuarto productor de residuos plásticos en 2019.


Los basureros de las playas de Rio reciben unas 130 toneladas de residuos al día, pero sólo el 3% de la basura brasileña se recicla cada año. 


Evelyn Talavera, de 24 años, dice que hace todo lo posible por dejar su lugar limpio cuando termina una jornada de playa. "Tenemos que cuidar nuestro planeta, tirar la basura, mantener limpio el medio ambiente". 


Las pajitas de plástico están prohibidas en los restaurantes y bares de Rio desde 2018 y las tiendas ya no están obligadas a proporcionar bolsas de plástico gratuitas, aunque muchas todavía lo hacen. 


El Congreso brasileño también está considerando una ley que prohibiría todo el plástico de un solo uso.


Bangkok

En una calle de Bangkok repleta de vendedores ambulantes, los clientes esperan para comprar los célebres manjares tradicionales de Maliwan.



Los pastelitos al vapor verdes con hojas de pandan y azules con guisantes mariposa se colocan en bolsas de plástico transparente. A su lado, los puding de taro se almacenan también en cajas de plástico transparente pulcramente alineadas.


Este pequeño comercio fundado hace 40 años usa cada día al menos dos kilos de plástico de un solo uso.


"El plástico es simple, práctico y barato", afirma la propietaria, Watchararas Tamrongpattarakit, de 44 años.


Las hojas de bananero, antes habituales, son cada vez más caras y difíciles de encontrar, además de ser más complicadas de usar porque debe limpiarse cada hoja y asegurarse de que no está rota.


Tailandia empezó a limitar los plásticos de un solo uso antes de la pandemia del covid, pidiendo a las grandes superficies que no distribuyeran bolsas gratuitamente.


Pero la política ha quedado en letra muerta y los vendedores ambulantes de productos alimentarios no se molestaron en aplicarla.


Tailandia produce diez millones de toneladas de residuos plásticos cada año. El Banco Mundial estima que un 11% de estos residuos no son recogidos selectivamente y se queman o terminan en el suelo o en los ríos y océanos.


Watchararas intenta colocar las compras en un número limitado de bolsas y algunos clientes ya traen sus propios recipientes y bolsas reutilizables.


Pero Radeerut Sakulpongpaisal, una clienta de su comercio desde hace 30 años, ve más "práctico" el plástico, aunque entiende su "impacto en el medioambiente".


Lagos

En el mercado de Obalende, en el corazón de la capital económica de Nigeria, bolsitas vacías de agua se acumulan en el suelo.


Cada día, Lisebeth Ajayi ve a decenas de clientes abriendo con sus dientes las bolsas para beber agua.


"No tienen recursos para comprar agua en botella", explica esta mujer de 58 años, que vende botellas y bolsas de agua.


Dos sobres de 500 ml se venden por entre 50 y 250 nairas (2-13 céntimos de dólar), frente a los 250 a 300 nairas de una botella de 750 ml.


Desde que aparecieron en los años 1990, las bolsas de agua se han convertido en un importante elemento de contaminación en gran parte de África, pero pese a esto siguen siendo populares para beber, cocinar o lavar.


Lagos prohibió el plástico de un solo uso a inicios de año, pero hasta ahora el impacto ha sido limitado. 


La ONU calcula que en Nigeria se tiran hasta 60 millones de bolsas de agua al día.


París

En Francia, donde muchos artículos de plástico están prohibidos desde hace varios años, los vasos, las pajitas y los tenedores de plástico casi han desaparecido, pero hay un objeto que resiste: la bolsa. 


Aunque las bolsas de plástico de un solo uso están prohibidas en Francia desde 2016, siguen existiendo bolsas reutilizables (de plástico un poco más grueso).


En los mercado, tenderos y compradores se echan la culpa mutuamente. "Todo el mundo nos pide bolsas. Yo había dejado de proponerlas, pero como los compradores nos las piden, me vi obligado a volver a proponerlas", lamenta Laurent Benacer. 


Hay alternativas, como las bolsas de papel kraft. Pero "la bolsa de plástico sigue siendo práctica, para no desparramarlo todo", estima Catherine Salé, de 80 años.


Dubái

En el restaurante Allo Beirut de Dubái se apilan contenedores de plástico a la espera de ser llenados y repartidos por toda la ciudad.


"Recibimos más de 1.200 pedidos al día", dice Mohamed Chanan, encargado de las entregas, que afirma utilizar contenedores de plástico porque "son más herméticos y conservan mejor los alimentos". 


Con pocos peatones y un clima sofocante, los 3,7 millones de habitantes de Dubái dependen de los repartos para todo, desde la gasolina hasta el café.


Los habitantes de los Emiratos Árabes Unidos producen uno de los mayores volúmenes de residuos per cápita del mundo, y el plástico de un solo uso representa el 40% de todo el plástico utilizado en el país. 


Desde junio están prohibidas las bolsas de plástico de un solo uso y otros artículos similares. Los envases de poliestireno seguirán el año que viene. 



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