Dicen los libros de historia que es difícil encontrar un punto de partida para narrar la historia completa de China, pero debe ser aún más complicado tratar de abordar su presente sin que el relato se contagie del pasado, sin que su cultura, que logra a saltos la modernidad, refleje siglos de tradición y rituales.

Bajo la planificación del Partido Comunista, China traza planes por quinquenios y la realización orquestada de esos programas la llevó, en 67 años, a ser la segunda potencia mundial. Un país que da pasos de gigante y gana terreno sobre la estructura global diseñada por sus pares occidentales, con aspiraciones económicas, políticas y sociales dirigidas tanto a resolver las carencias propias de un país en desarrollo, como a posicionarse a la cabeza en avances tecnológicos, incluida la exploración espacial, que antes eran solo de otros países.

Desde ese paisaje que mezcla vestigios de grandeza imperial con innovación y producción capaces de inundar los mercados del planeta, la República Popular de China lleva ya 56 años tendiendo puentes con América Latina.

La era de tender puentes
La relación comenzó en 1960, con otro país igualmente aislado por la política de Estados Unidos hacia América Latina. Cuba fue el primer país de la región en establecer relaciones diplomáticas con China, una década antes de que las visitas del secretario de Estado Henry Kissinger y la del entonces presidente Richard Nixon significaran el inicio de la “apertura” de China al mundo.

Pasó Allende, pasaron las Venas abiertas de América Latina, pasó la URSS y el milenio, y llegó la era de las relaciones comerciales vibrantes. China consume tantos recursos que contribuyó a una década de crecimiento de América Latina. Y todavía busca ampliar los lazos y las oportunidades.

Perdidos en la traducción
Estos años representan, de lejos, el periodo más amplio e intenso de relacionamiento entre América Latina y el gigante asiático, pero aún hay mucho por hacer, más allá de romper las barreras propias de dos idiomas distintos.

Persisten, en Centroamérica, las distancias políticas, hay países como El Salvador que aún no establecen relaciones diplomáticas con China. Y en países como Bolivia, todavía es ampliamente desconocido que 2016 es el año del intercambio Cultural China-América Latina. Pero más allá de las dificultades, a las que se agrega la distancia geográfica, resulta apasionante encontrar puntos de coincidencia cultural, una tarea que se parece mucho al cortejo