Por Claudia Vaca /Filóloga 



La exposición “Arte y tradición funeraria en Santa Cruz” ofrece una mirada a la cultura funeraria de la región cruceña, invitando a reflexionar sobre la muerte y las maneras en que cada sociedad enfrenta este fenómeno universal e inevitable. La curaduría y las investigaciones de la filóloga Candy Torrico han logrado, a través de este proyecto, no solo reunir obras y artistas, sino también articular el arte y la historia, para acercar al público a un aspecto fundamental de la identidad y del patrimonio humano en torno a la muerte, elemento que atraviesa la experiencia humana al igual que la vida misma.

El enfoque curatorial de Torrico invita a reflexionar sobre los ritos que, a lo largo de distintas épocas y sociedades, acompañan el tránsito final, explorando la muerte desde una perspectiva interdisciplinaria y con invitados expertos en el área, entre ellos un arqueólogo y un antropólogo.

El registro pictórico de tres escenas que se relacionan, estrechamente, con las ya olvidadas costumbres de velar a los pequeños difuntos al son de la tamborita o de un adulto recostado sobre una mesa en la espera del cajón, la deja el pintor de estilo naif Armando Jordán Alcázar (1893-1982), demostrando con ello que el arte es un espacio donde también se puede representar la muerte, escenas que, para la curadora Candy Torrico, fueron el inicio del proyecto.

La muestra, abierta en el Museo Altillo Beni hasta el 30 de noviembre de 2024, es organizada por el proyecto Tesoros de Santa Cruz, autogestionado por la misma Candy, es un esfuerzo dedicado a promover el arte y la historia de la región, que ha implicado una investigación y gestión cultural ardua.

Las obras y objetos históricos expuestos permiten apreciar las prácticas de despedida post mortem de una sociedad que, a lo largo de casi cuatro siglos, ha mezclado elementos de la fe católica con tradiciones indígenas y aspectos sociales. Ritos como el velorio, la novena y el entierro forman parte de este mestizaje cultural que persiste en la región cruceña y en Bolivia, señala Torrico.

La exposición la conforman 15 artistas independientes: Amilkar Espinoza; Ángel Higuera; Enrríquez Parada; Marcelo Fernández; Jackeline Torrico; Jenipher Vaca; Jhoselín Suárez; José Carlos Chuvé; Juan Carlos Mérida; Julio Burela; Julio Flores; Mauricio Flores; Pablo Arza; Reich Escobar y Romina Daza. Exploran diversas técnicas como la pintura, el grabado, el esgrafiado y la técnica mixta para plasmar sus visiones sobre el duelo, la memoria y el olvido.

Esta diversidad de técnicas y sensibilidades aporta un enfoque multifacético sobre la muerte, expresado en obras alusivas a las leyendas y mitos que rodean el más allá, así como en escenas que evocan el fuerte arraigo religioso de las comunidades misionales jesuitas, presentes en los cantos y rezos de las novenas y velorios. También destacan las interpretaciones oníricas que reflejan la compleja relación entre la vida y la muerte.

Entre las piezas más significativas se encuentra un mural dedicado a los excombatientes de la Guerra del Chaco, que evoca el silencio de los soldados caídos. Este homenaje, basado en una fotografía de los años treinta, muestra a un grupo de soldados alrededor de una fosa común mientras un trompetista toca el “Silencio”, un poderoso momento de introspección sobre el sacrificio y la pérdida; este mural es un recordatorio de que la muerte no solo es una experiencia personal, sino también un evento colectivo que enlaza generaciones y luchas compartidas.

La exposición se complementa con una serie de conferencias abiertas al público que exploran distintos aspectos de la cultura funeraria en Santa Cruz. La primera charla, impartida por el antropólogo Mario Arrien, profundizó en las casonas antiguas y las leyendas que rodean estos espacios, resaltando el poder de las historias y cómo estos lugares se convierten en guardianes de memorias pasadas. La segunda conferencia, a cargo del arqueólogo Danilo Drakic, abordó los sitios de enterramiento en la región, permitiendo al público conocer las prácticas funerarias desde una perspectiva arqueológica. Con esta exposición, Candy Torrico demuestra el valor del arte y la investigación para rescatar la historia local y reflexionar la muerte desde una perspectiva cultural y antropológica.

En un mundo donde la muerte parece cada vez más cercana por pandemias, guerras, desastres ambientales, feminicidios, infanticidios, asesinatos de toda índole, etc. enfrentamos el fin de nuestros días cada día. Exposiciones y espacios de reflexión como este, nos recuerdan la importancia de mirar de frente y darle tiempo a la muerte, mientras estamos vivos, para explorar la trascendencia de la vida y recuperar el sentido del religare que a veces en la carrera por este mundo loco, se nos olvida completamente o se confunde con ideologías y fanatismos que nada tienen que ver con el principio filosófico y teológico de la existencia.

Esta exposición es una manera de rendir homenaje a la memoria de quienes ya no están y honrar el tránsito al más allá, esta muestra abre las puertas al diálogo sobre la muerte y los ritos vigentes, los ritos olvidados o aquellos que se están perdiendo, por diversos motivos: sanitarios, bélicos, económicos, por simple desconocimiento, o por olvido voluntario, también necesario para mantenernos vivos, cuando las muertes son sucesivas y brutales.