Sigue pasando el tiempo y seguimos en una situación insostenible que gradualmente nos está llevando al desastre, que, en mi opinión, no es que los problemas se presenten porque sí, están dentro de lo que el pensamiento político de los gobernantes (incluida su falsa oposición, siendo los mismos) han diseñado para que cumplamos lo que se determinó internacionalmente.

Además, van pasando etapas y las nuevas van cubriendo a las anteriores, no porque sean mas graves (que lo son), sino porque la percepción de la gente, dentro de un inexplicable sentido de conformismo, inicialmente se siente mal, reclama, si pudiera ir a gritar lo haría, pero día que pasa día que va disminuyendo la rabia, la sorpresa y entonces, aparece algo nuevo, dentro de esa programación de llevarnos al desastre, entonces se tiene nuevo motivo de preocupación inicial y se sigue el ya transitado camino hacia el conformismo.

La más clara evidencia de lo señalado anteriormente, la hemos sentido los últimos días ante la escasez total de la gasolina (lo del diésel es otro problema), la población empezó reclamando a gritos, aparecieron las colas de vehículos particulares y públicos que eran interminables, aparecieron los programas que mostraban en qué surtidor había gasolina y la cantidad de litros, las redes sociales se llenaron de avisos donde había gasolina, en qué surtidor la cola era más corta o más rápida, pero lo más preocupante que se presentó, era la exclamación de la gente que esperaba de: “la cola esta avanzando” como algo que era un triunfo, como la esperanza convertida en realidad, sin siquiera considerar, que nunca debimos estar en una situación de colas para cargar gasolina para nuestro transporte, y mucho menos esa aceptación tácita, de que será la nueva normalidad la escasez de gasolina, porque “la cola está avanzando”.

Si hacemos un poco de memoria, la escasez empezó cuando faltaba el tomate, subió de precio y era sorpresa para la gente; luego vino la paulatina desaparición del dólar americano, por una parte generó un grave inconveniente a los empresarios para poder cubrir sus obligaciones, disminuyendo las actividades comerciales e industriales, que hasta la fecha no ha podido superarse, por otra, cualquier ciudadano que viaje al exterior enfrenta un rosario de dificultades porque los bancos redujeron al mínimo el crédito en las tarjetas, que eran y van a seguir siendo el medio de poder manejarse en el exterior, ya sea por viaje de placer o lo más preocupante por motivos de salud, y, ahora desapareció la gasolina o se mantiene en los límites mínimos que nos hacen recuerdo a los cupos durante la revolución nacional de 52 del siglo pasado. Lo preocupante es que no termina ahí, no sabemos qué nos espera todavía.

La escasez de diésel ya es un problema mayor, cuyas consecuencias las vamos a sufrir más adelante, por más que esté avanzando la cola.

El diésel es el elemento básico para que la producción de alimentos no se detenga. Si no hay diésel o existe restricciones en su venta, no va a poder trabajarse en el campo y la agroindustria, por lo que, como natural consecuencia, no va a existir producción de alimentos. Dentro de la secuencia de escasez o desaparición de diferentes productos que se ha venido dando en el país, el más grave va a ser este de la falta de alimentos y en ese caso no va a existir ninguna exclamación de “está avanzando la cola”.