Este 16 de julio, celebramos la efeméride de La Paz, una región que ha desempeñado un rol fundamental en el rumbo de Bolivia por más de un siglo. La sede de gobierno no solo es el corazón político del país, sino también un símbolo de resistencia y cambio, encarnando el espíritu rebelde de Pedro Domingo Murillo, cuya lucha por la libertad sigue viva hasta el día de hoy.

En la historia reciente, La Paz ha mantenido una influencia significativa en el ámbito político. Eventos cruciales como la ‘guerra del gas’, la dimisión del presidente Gonzalo Sánchez de Lozada y el ascenso del Movimiento Al Socialismo al poder, se gestaron en esta ciudad. Incluso cuando las protestas ocurrieron en otros departamentos, como fue el caso de la renuncia de Evo Morales en 2019, la última batalla ciudadana se dio en la Plaza Murillo y sus alrededores.

Aunque Santa Cruz se ha convertido en el motor económico del país, con su capital siendo ahora la ciudad más poblada de Bolivia, La Paz sigue dominando y centralizando la toma de decisiones desde el poder central. Este protagonismo es visto con ambivalencia por los propios paceños, quienes reconocen tanto las ventajas como las desventajas de ser la sede de gobierno.

La ciudad de La Paz y El Alto son escenarios constantes de manifestaciones que buscan reivindicaciones e influencia en los asuntos del Estado. Estas actividades, aunque esenciales para la democracia, a menudo entorpecen las actividades económicas de la urbe. Sin embargo, La Paz es una ciudad maravillosa, conocida por su geografía montañosa cautivante, por su cultura, por su historia, y por los vistosos teleféricos que suben y bajan por las laderas, añadiendo una dimensión única al ya vibrante movimiento de su gente en las calles.

El departamento de La Paz también es una región rica en recursos económicos. El norte paceño, parte de la Amazonía, tiene un enorme potencial. No obstante, esta área, una de las más ricas en biodiversidad del planeta, enfrenta amenazas significativas. La minería ilegal y legal del oro están causando deforestación y contaminación en sus ríos, afectando gravemente a las comunidades indígenas que habitan allí. Es paradójico que un departamento que ha luchado por mejores condiciones sociales para su gente ahora vea a comunidades enteras enfrentando riesgos que dificultan un desarrollo sostenible en su territorio.

A pesar de estas dificultades, La Paz seguirá desempeñando un rol determinante en las transformaciones políticas, sociales y económicas que se están gestando en todo el país. Es un contexto complicado de polarización y de incertidumbre, donde también se avecinan elecciones generales y judiciales y la presentación oficial de los datos del censo.

Es previsible que haya una nueva correlación de fuerzas y representación política en el país de cara a las elecciones generales a fines de 2025. Algunos departamentos perderán representantes y otros, como Santa Cruz, los ganarán, en virtud de los flujos migratorios de los últimos años. También nos encontramos en un punto de inflexión para el partido dominante de las dos últimas décadas, el MAS, y ya se habla del cambio de ciclo del modelo económico y político y de recuperar la institucionalidad democrática, que ha sufrido serios reveses en los últimos tiempos. Sin duda, La Paz volverá a ser determinante en cómo se encamina la perenne construcción de la patria grande.

¡Salud, La Paz! Sigamos honrando la herencia de lucha y resistencia que nos ha legado, trabajando juntos por un futuro más justo y próspero para todos.