Edición ImpresaOPINIÓN
La situación del sistema educativo boliviano
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7 de noviembre de 2023, 3:00 AM
Eduardo F. Chumacero Carranza
Un análisis del sistema educativo presupone considerar que la educación debe responder a las expectativas sociales, a la satisfacción de las necesidades individuales de formación y al aprendizaje. Por tanto es preciso analizar las circunstancias externas e internas que influyen en los resultados de la educación.
Las circunstancias externas principales son las siguientes:
Las distintas leyes sobre educación han sido fruto de pugnas políticas, pero sin concreción en acciones pedagógicas coherentes.
La inversión que hace el país en educación llega al 9% del PIB (porcentaje alto con relación a otros países), pero resulta que el 69% de la población económicamente activa no tiene formación para el trabajo.
El sueldo promedio del docente alcanza a 4.079 bolivianos (la variación surge de la categoría en la que se encuentra y el lugar en el que trabaja).
La cobertura educativa ha llegado a la totalidad de la población.
Ha habido una disminución muy significativa de la deserción escolar.
118.593 maestros tienen nivel de licenciatura y se avanza en la formación de diplomados, especialidades, maestrías y doctorados.
Se ha eliminado el interinato
Se distribuyeron 127.142 computadoras y se capacitó a los maestros en su manejo.
Las circunstancias internas, que surgen en las aulas, presentan las siguientes características principales:
La enseñanza se da como transmisión del conocimiento, de manera deductiva, impositiva, patriarcal y sobre temáticas alejadas de la realidad de vida.
El aprendizaje es entendido como memorización de conocimientos.
Salvo la lectura elemental, la aritmética básica y algunas nociones culturales es poco lo que realmente se aprende en 12 años de escolaridad.
En la enseñanza- aprendizaje no se respetan las diferentes necesidades, intereses ni características intelectuales.
La educación en valores apunta al individualismo, al egoísmo.
La cooperación, el respeto, la constancia, el esfuerzo, la curiosidad, la creatividad no tienen asidero en las acciones escolares.
La organización curricular fractura la realidad. Cada asignatura está atomizada. Los profesores trabajan en forma aislada.
La administración educativa es burocrática. No genera metodologías dirigidas al aprendizaje.
La práctica psicopedagógica se mantiene con características tradicionales.
Hay una ruptura entre realidad y escuela: lo que se hacía a comienzos del siglo XX se sigue haciendo en el siglo XXI.
¿Cuáles los resultados de la confluencia de las circunstancias externas e internas?
Los estudiantes no leen comprensivamente luego de 12 años de escolaridad. El aprendizaje de la ciencia y de la cultura es mínimo.
En matemáticas sólo hay mecanización en la resolución de ejercicios, sin adecuado razonamiento.
Los bachilleres, en general, no están capacitados para trabajos específico ni para ubicarse en la problemática del mundo actual.
Cada año se evidencia el fracaso de los bachilleres en sus intentos de proseguir estudios.
Se ve, pues, que el sistema no está funcionando adecuadamente. Es necesario efectuar un cambio radical, que no será fruto de congresos ni de leyes ni de mallas curriculares, sino del cambio de acciones concretas que surgen en las interacciones de docentes y estudiantes.