La muy criticada ‘democracia liberal’ por parte del oficialismo, le dio por lo menos cuatro importantes derechos al presidente y al MAS, que ahora no les quieren devolver a los bolivianos. Veamos:

1.- Libertad de prensa: durante años, antes de su Gobierno, Evo Morales gozaba de una gran presencia en los medios privados. Sus protestas, bloqueos y otras formas de acción política eran difundidas por los periodistas sin mayores inconvenientes. No había marcha, huelga de hambre o discurso parlamentario de Morales que los medios no difundieran. 

Esa libertad de prensa, de la que se aprovecharon Morales y muchos de sus más cercanos servidores, hoy está en riesgo. La han puesto contra la pared mediante acoso verbal y judicial, asfixia económica y la creación de un poderoso entramado de medios paraestatales.

2.- Separación de poderes: mal que mal, la justicia funcionaba. El hecho de que Eduardo Rodríguez hubiera sido presidente de la Suprema demuestra que el sistema de partidos tenía una mejor intención que los masistas para conducir a la justicia. El Tribunal Constitucional de ese tiempo, mostrando su independencia y no su sumisión actual, emitió un fallo en el que le devolvió sus sueldos devengados a Morales como parlamentario (después de su expulsión) y lo repuso en el cargo.

Esa separación de poderes, de la que se aprovechó el presidente, es ahora negada al resto de los bolivianos. El Gobierno controla en realidad tres órganos del Estado: el propio Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial. Solo el poder electoral mantiene todavía su autonomía.

3.- La alternancia en el poder: calificada como una “creación de la derecha”, la alternancia en el poder les permitió a Morales y García Linera, precisamente, llegar al poder. Sin “alternancia en el poder” estos dos personajes hubieran seguido uno como líder sindical y el otro como académico (hasta que se hubiera descubierto que mintió sobre su título académico).  

Actualmente esa característica democrática está en riesgo. El fallo del TCP que autoriza la reelección indefinida, más el control de casi todas las entidades estatales, el acceso a recursos públicos ilimitados para uso político propio, el control de los medios y la coacción política, está poniendo en riesgo la alternancia en el poder. 

4.- El voto popular: gracias a importantes victorias electorales, Morales y sus asalariados se encaramaron en el poder. El voto popular es sagrado, debe respetarse cuando se da en igualdad de condiciones y bajo el Estado de derecho. Las victorias de Morales fueron incuestionables. Tenía que llegar a la Presidencia.

Pero el voto popular que encumbró a Morales y su entorno ya no vale. El MAS, nada menos, anuló todo un evento electoral, el del referéndum del 21 de febrero, en el que votaron cinco millones de personas. ¿Cómo se puede simplemente eliminar una votación? Como ya dije en otra ocasión, es lo mismo que el ‘Mamertazo’ de 1951, cuando Mamerto Urriolagoitia anuló las elecciones de ese año. Después de eso se fue en tren hasta Puno y, de ahí, a Europa. En ese tiempo no había helicópteros en Bolivia…