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Más allá de la intuición: la importancia de comprender al electorado
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22 de noviembre de 2024, 3:00 AM
Freddy Cervantes
En el dinámico mundo de la política, donde las estrategias y tácticas evolucionan constantemente, existe un elemento fundamental que a menudo se desatiende: el uso adecuado de los estudios de medición para la comprensión profunda del electorado. Este aspecto, lejos de ser un mero detalle, es la piedra angular sobre la que se construyen las campañas exitosas.
Existe la tendencia popular a prestar atención a encuestas difundidas en los medios de comunicación y las redes sociales, con mucha anticipación al proceso electoral. Estas, que suelen centrarse en medir la intención de voto y el perfil de actores y agrupaciones políticas, satisfacen la curiosidad momentánea del público y hasta llegan a generar titulares y debates.
Sin embargo, su valor real para una campaña electoral es cuestionable desde la perspectiva de oportunidad y utilidad. En realidad, no ofrecen una base sólida mínima para la toma de decisiones estratégicas y no deben ser consideradas como base para estructurar campañas.
Aunque algunos argumentan que ayudan a influir en la decisión de voto, su efecto es generalmente poco considerable cuando se realizan con tanta antelación a las elecciones. Eventualmente, en la recta final, pueden contribuir a que los indecisos hagan algún “filtro” de las opciones por las que votar, pero antes de eso son poco relevantes.
Lo ideal es realizar estudios propios que contribuyan a lograr los objetivos políticos. En este contexto, uno de los errores más frecuentes que cometen los equipos de campaña es centrarse prematuramente en variables netamente políticas, incluso cuando los actores y las agrupaciones aún no están definidos. Este enfoque resulta en una pérdida de tiempo y recursos valiosos.
Tal actitud puede llevar a que las candidaturas se desconecten de la población. Inclusive trabajan en sendos programas de gobierno, pero que parten netamente de una visión técnica, obviando la perspectiva del ciudadano. Comenten el error de asumir que "saben lo que la gente necesita".
Lo real es que, en estos momentos, el ciudadano común no está pensando en elecciones. Su mente está en el día a día, en enfrentar los desafíos personales y familiares, en sus perspectivas de futuro y en el deseo de llevar una vida tranquila y segura. Es en esta realidad donde los líderes políticos deben enfocar su atención.
Para desarrollar una estrategia efectiva, es crucial realizar un diagnóstico profundo del sentir de la población, descontextualizado del enfoque político y centrado en su realidad vivencial. Esto implica indagar en aspectos como los roles que juegan las personas en sus hogares, sus expectativas y frustraciones, la percepción sobre la visión de nación, cómo visualizan los jóvenes su espacio de desarrollo, el orgullo regional y grupal, y qué tipo de liderazgo les resulta creíble.
El primer paso es entender la mentalidad del ciudadano, pero sin estar asociada a elementos relacionados con “la política”. Solo después de contar con esta información, un político puede crear una narrativa coherente que conecte la visión técnica de desarrollo con las perspectivas ciudadanas reales. Este enfoque permite generar propuestas que realmente resuenen en el electorado.
Además, es fundamental realizar mucho trabajo de indagación local. Las realidades e intereses pueden variar significativamente entre diferentes regiones y no se pueden pasar por alto estas importantes variaciones. Un acercamiento descentralizado permite desarrollar estrategias que sean efectivas para un conjunto de candidaturas, tanto a nivel nacional como regional.
En un panorama político cada vez más complejo, donde compiten no solo agrupaciones con fines políticos legítimos, existe la influencia de otros sectores, desde mafias organizadas que operan en todos los territorios, la participación del narcotráfico, y otros intereses subalternos. Hay que prepararse para enfrentar este escenario de la mejor manera.
En resumen, es indispensable realizar un trabajo estratégico basado en un conocimiento profundo del electorado. Los líderes políticos que logren conectar genuinamente con las preocupaciones y aspiraciones de los ciudadanos serán quienes tengan mayores posibilidades de éxito. Así sentarán las bases para políticas que respondan genuinamente a las demandas de la población.