Lo que Santa Cruz merece es el espíritu de este suplemento especial de homenaje a esta tierra generosa con Bolivia. Es el departamento que más migración atrae, porque es la tierra prometida para miles de bolivianos y extranjeros que llegan a vivir en alguna de sus urbes. De hecho, la región metropolitana acoge al 18% de la población nacional y al 70% de los habitantes del departamento.

Pronto se sabrá cuántos cruceños nacieron en Santa Cruz o en otros departamentos, aunque el dato es menor cuando se observa y se siente que quienes elegimos que éste sea nuestro lugar, adoptamos la impronta camba en el alma, en el lenguaje, en la cultura y en otros aspectos que sobresalen y caracterizan: la solidaridad, la energía creadora, la capacidad de sembrar a pesar de las tormentas, la sonrisa franca y la alegría, el optimismo y ese no rendirse ante nada, además de la importancia de construir el propio destino sin esperar el biberón del Estado.

Aunque a muchos les pesa en el centralismo, Santa Cruz tiene un aire liberal que nadie le ha podido cercenar. Con base en esa libertad de producir y de crear su propio destino ha desarrollado un modelo que, si bien tiene que revisarse y adecuarse a las necesidades y posibilidades actuales, es la base para proveer el 70% de los alimentos de todo el país y tener el Producto Interno Bruto más alto de Bolivia. Esto tiene directa relación con las posibilidades de hallar empleo y de emprender que los migrantes encuentran en esta tierra de oportunidades y que no existen en otras regiones.

En Santa Cruz se desarrollan otras virtudes y una de las más características es la solidaridad. Es así que tienen cabida proyectos como el Centro de Recuperación Nutricional, Davosan, Plato lleno, Manos en acción, que sea el lugar donde más donaciones de sangre se recibe o el espacio donde decenas de jóvenes ponen pausa a su vida cotidiana para entrar al bosque y apagar los incendios. De eso nunca falta en esta tierra bendita.

La tamborita y la banda son elementos esenciales en las fiestas y en las protestas. La alegría es la que hace que los cruceños se asocien en comparsas y fraternidades, que tanto sirven para celebrar como para exigir que se cumplan los derechos. Esta particularidad, incomprendida en el occidente del país, ha sido carta ganadora en las gestas de este pedazo de Bolivia, que luego se contagiaron y beneficiaron a todo el país.

La franqueza y la risotada son propios del cruceño. No es habitual que la gente tenga actitudes solapadas y eso hace que los hombres y mujeres de esta tierra puedan mirar de frente y avanzar, una y mil veces, aunque en el camino se encuentren con promesas incumplidas y palabras rotas de sus interlocutores.

Alegría, pujanza, solidaridad y amor por lo que es ser camba son sellos invaluables por los que da mucho gusto haber elegido a Santa Cruz como el lugar para desarrollar posibilidades infinitas en lo individual, familiar o empresarial. Este departamento generoso le da a Bolivia mucho más que solo lo que es tangible. Ojalá se sepa valorar cada vez más. Ojalá se cumpla ese deseo de Alcides Parejas: “Hay que cruceñizar Bolivia”.