Opinión
Se le acaba el tiempo a la oposición
27 de agosto de 2024, 17:19 PM
Hay descontento y críticas al actual Gobierno por la crisis económica que agobia al país, pero que eso no deje tranquila a la oposición, que parece estar ausente de la realidad, en la que se limita a ser reactiva y se sube al tren de los cuestionamientos. Muchas voces retumban, pero no dejan avizorar alternativa al Movimiento Al Socialismo.
A menos de un año de las elecciones nacionales, suman y siguen apareciendo políticos que aspiran a tener el poder, pero son tantos que solo hacen prever que el voto de los descontentos con el MAS se va a fragmentar, porque hasta aquí no hay una opción real y alternativa.
La historia de los últimos 15 años muestra que la oposición está debilitada. Por un lado, estuvo la cooptación total del poder de parte del MAS, a costa de debilitar la institucionalidad nacional. Por otro, está la anomia de la oposición. Los líderes de este lado se sumaron al discurso contrario a la democracia pactada y hasta siguieron el relato de que la posibilidad de dialogar y negociar estaba reñida con la gobernabilidad, en la lógica de que para ejercer el poder se precisaba la arrolladora fuerza de los levantamanos que siguen consignas.
Fue tan fuerte este modelo (impuesto por el oficialismo) que las consecuencias se ven con claridad en la Asamblea Legislativa, donde ha sido casi una utopía que las representaciones políticas se sienten a conversar y buscar acuerdos en medio de las lógicas y necesarias diferencias. En contrapartida, se validó y hasta aspiró a que los curules estén ocupados por obedientes y sumisos parlamentarios que solo decían sí a lo que deseaba el gobernante Evo Morales.
Como Luis Arce no gozaba de esa abrumadora mayoría, lejos de alentar los acuerdos, el MAS se dividió y puso a los asambleístas en una situación de debilidad extrema, sobrepasados por el Tribunal Constitucional que, con sus fallos funcionales al poder, le dio oxígeno al actual Gobierno.
En este momento hay más de una decena de precandidatos opositores a la Presidencia. Muchos tienen planteamientos similares entre sí, algunos se han reunido para hacer fuerza común, pero en general no parecen estar trabajando por el bien del país, sino en función de sus propias ambiciones. Es por eso que todos, sin excepción, dicen que Bolivia necesita un proyecto, pero a la hora de plantear opciones, esperan que todos estén alineados alrededor de sí mismos.
Cometen y cometen el error de presentarse fragmentados a los procesos electorales y así van perdiendo la oportunidad de ejercer el poder para gobernar con todo lo que ello significa.
La consecuencia es que el ciudadano ve que la política está desprestigiada y se cansa de todos a la vez, porque no ve una opción clara frente al modelo económico y proyecto de país que ofrece el MAS, que también está desportillado en su propuesta.
Este es el peor momento para Bolivia, después de décadas de bonanza económica. La estabilidad política ha dañado la democracia desde finales del siglo pasado. Entonces, Bolivia necesita una alternativa clara de estabilidad social, económica y política. Solo podrá darla aquel o aquellos que trabajen de verdad por el bien del país y dejando a un lado la ambición partidaria, sectorial y personal.
Queda muy poco tiempo para trabajar y seducir al electorado. Lo que no se sabe es si hay algún candidato que esté a la altura del desafío.