Tras la destitución de Pedro Castillo, quien gobernó Perú durante 497 días, Evo Morales fue declarado persona no grata en ese país y ahora enfrenta una investigación penal por “declaraciones y acciones” vinculadas con el “proyecto de integración Runasur” que promovió durante el mandato de quien fuera su aliado.

EL DEBER conversó con el historiador peruano Daniel Parodi y el jurista chileno José Rodríguez Elizondo para recuperar sus percepciones y análisis con respecto a la situación jurídica y política del expresidente Evo Morales, quien fue citado a declarar este miércoles 10 de mayo por la Fiscalía de Puno que indaga por la existencia de un ‘plan separatista’. 

Parodi es historiador y académico de la Universidad Antonio Ruiz Montoya y Pontificia Universidad Católica del Perú, mientras que Rodríguez Elizondo es un abogado e internacionalista chileno. Ambos se han especializado en la compleja historia de Bolivia, Chile y Perú.

Parodi: “Veo al proyecto de Evo Morales construido desde premisas muy radicales, lo que ha derivado en la intromisión en los asuntos internos de estados vecinos”

— ¿Cuáles fueron los factores que llevaron a que Evo enfrente a la justicia de Perú? ¿Es realmente un riesgo para la unidad de su país?

Tiene que ver con varios aspectos, con su proyecto regionalista Runasur que, en su decálogo fundacional, redactado por el mismo Evo Morales, propone la refundación de los estados sudamericanos desde otras bases, más vinculadas con los sectores y actores sociales. Luego está su presencia en el Perú para propagandizar dicho proyecto y su injerencia en la crisis política que vivimos entre diciembre de 2022 y enero de 2023.

Al respecto me parece que Morales puede tener derecho a proponer los foros regionales y/o los proyectos políticos regionales que él crea pertinentes, pero cuando chocan con la soberanía de los Estados es normal que estos, a través de sus gobiernos o autoridades judiciales, reaccionen defendiendo la integridad del Estado y el territorio. El requerimiento a Evo Morales por parte de la justicia peruana responde a estos criterios.

— ¿Será viable un proyecto político como el que Castillo y Evo defendieron en Perú?

El Perú atraviesa por una crisis política y social que es estructural. Varios especialistas locales como Alberto Vergara o Felipe Portocarrero, desde diferentes miradas, concluyen que han desaparecido del país los actores políticos indispensables para enrumbar su camino hacia la institucionalidad republicana y el desarrollo. Por lo mismo, el Perú tiene muchos asuntos por resolver internamente y que parten por el fortalecimiento de su propia organización política y social como para embarcarse, en el corto plazo, en proyectos de integración regional que alcanzan a cuestionar las funciones y prerrogativas que nuestra Constitución Política le asigna al Estado y su gobierno. Dar un paso así, en las actuales circunstancias, implicaría un salto al vacío.

De allí el rechazo de un sector de la política y de la sociedad, mayormente asociado a la derecha, al proyecto de un Estado-nación aimara que podría sustraer al control del Estado parte del territorio peruano. Luego, el proyecto tiene componentes sociales y pluriculturales que son atendibles y cuya situación de irresolución en el Perú, explica, en parte, quiénes fueron las víctimas de las convulsiones políticas que sacudieron al país hace pocos meses. Sin embargo, veo al proyecto de Evo Morales construido desde premisas muy radicales, lo que ha derivado en la intromisión en los asuntos internos de estados vecinos.

— ¿Considera que fracasó el plan de reformar la constitución, validar los cultivos de coca y nacionalizar los recursos naturales que planteó Evo en la base de proyecto Runasur en que también estuvo Chile?

Ahora queda más claro que la nueva Constitución que ha propugnado en Perú el Partido Político de izquierda radical Perú Libre estaba asociado con el proyecto integracionista de Morales, al que le llamo radical, reitero, porque propone la revisión de la actual delimitación territorial de los estados de la región. Me parece que al proyecto de Morales le han faltado límites, le han faltado inclusive maneras, le ha faltado sentido común para moderarse y así poder convocar a un público mayor hacia un proyecto que pudiese resultar viable, pero este no me parece el caso de Runasur.

Luego, estoy de acuerdo con la reivindicación del cultivo de hoja de coca en tanto que es una tradición ancestral de nuestras culturas comunes, pero la nacionalización de los recursos naturales pasa por la decisión soberana de cada Estado. En todo caso, la agenda de la nueva Constitución planteada por Perú Libre, y su líder Vladimir Cerrón, no ha terminado de madurar en Perú, hoy está casi fuera de la agenda.

— ¿La integración Bolivia-Perú tiene futuro?

Creo que debería ser un anhelo por recuperar, el anhelo del gran Mariscal boliviano Andrés de Santa Cruz que comprendió que sólo podríamos convertirnos en una potencia regional si nos uníamos. El proyecto Runasur de Evo Morales se ha acercado a esa idea, pero desde premisas que, por situarse demasiado a la izquierda, han generado mucho más controversias que consensos.

Yo estuve en Bolivia el año 1999 y me daba la impresión de estar en mi país, de que no había salido del Perú. Somos demasiado parecidos y durante el siglo XIX fuimos separados por las ideologías y proyectos nacionalistas. Ahora bien, el concepto de integración debe actualizarse a los requerimientos del siglo XXI y de la globalización mundial, no pueden ser similares a los del siglo XIX. Por ejemplo, apoyar la idea de que el tren interoceánico que planean construir los chinos para atravesar horizontalmente América del Sur pase también por Bolivia y no solo por Perú y Brasil. Esa es una idea muy moderna y contemporánea que podría traer mejores resultados a la integración de nuestros dos países que los discursos nacionalistas o esencialistas étnicos.

La integración de los pueblos andinos debe ser apoyada, tanto como su reivindicación en todo sentido y su inclusión total, cultural y material, a los estados en donde se ubican, pero debe hacerse sin colisionar con la integridad territorial y soberanía de dichos estados. Creo que allí radica el error de enfoque de Evo Morales y por eso su proyecto ha resultado tan controversial. Creo, pues, que hay que pensar en estos asuntos, de vital importancia para nuestros pueblos, pero desde premisas diferentes.
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José Rodríguez Elizondo: “Ese plan ya fracasó en Chile y Runasur, su variable continentalista, se hundió en Perú, junto con la caída de Pedro Castillo”

— ¿Cree Usted que Evo Morales volverá a insistir en el plan plurinacional en la región tras la caída de Castillo en Perú?

Según mi análisis, el tema de Evo Morales nunca ha sido ideológico ni teórico, sino el de la mejor manera posible de mantener y conservar su poder político. Logró sintetizar ese empeño en el eslogan “mar para Bolivia” —que está en el corazón de los bolivianos conocidos como “recuperacionistas”— y hasta lo plasmó en la Constitución de 2009 al desconocer el tratado con Chile de 1904. Fue su vicepresidente Álvaro García Linera quien dio forma de proyecto a tal empeño, con sus tesis sobre la plurinacionalidad, la hegemonía de los pueblos originarios y las constituciones sin consenso. A mi juicio —y vaya esto como digresión teórica— esas tesis vienen de la adaptación al indigenismo de textos de Marx, pasados por Lenin, actualizados por Gramsci, que culminan con el “neoconstitucionalismo” de Hugo Chávez. En cualquier caso, los derechos de autor corresponden a García Linera.

Visto así “el plan plurinacional”, percibo que el expresidente Morales está en un momento complicado, al respecto, que podría llamarse de transición. Por una parte se autopercibe como el tercer gran líder de la región, tras Castro y Chávez, que ya no están. Pero, ya no tiene a García Linera como asesor y, además, ese plan ya fracasó en Chile y Runasur, su variable continentalista, se hundió en Perú, junto con la caída de Pedro Castillo.

Quizás por eso, Morales ahora está inmerso en una aventura muy peligrosa: la injerencia directa en la política interna peruana, que ya le valió la acusación de buscar la secesión de Puno, la declaración de persona non grata y la prohibición de entrar a Perú.

— ¿Quiénes lo acompañan en esa aventura?

Esa es la pregunta estratégica, que alguien autorizado debiera responder.