Los países del bloque europeo dieron este viernes su visto bueno a la adopción de elevados derechos de aduana sobre los automóviles eléctricos chinos, una iniciativa que ha resquebrajado la unidad del bloque y presagia una enérgica respuesta del gigante asiático.

Con Esther Herrera, corresponsal de RFI en Bruselas

Bruselas tiene vía libre para aplicar aranceles a los vehículos eléctricos chinos, que pueden llegar hasta el 48%.

La decisión se toma después de que 10 países votaran a favor de la medida, entre ellos Francia. Hubo 5 votos en contra, liderados por Alemania, y 12 abstenciones.

La Comisión Europea aplicará de forma definitiva a partir de noviembre los aranceles a los vehículos de China, porque considera que estos han recibido subsidios ilegales que distorsionan el sector automovilístico europeo. 

Estos aranceles se tornarían definitivos en un plazo de cinco años a partir del 31 de octubre.

Aun así, Bruselas mantienen que seguirá negociando con Pekín para llegar a una solución. Ante los temores de una guerra comercial con China, varios países alertaron de las consecuencias de tensar las relaciones con el país, como Alemania o España.

De hecho, estos países temen las contramedidas que tome China. El gigante asiático ya abierto investigaciones a las importaciones de productos lácteos europeos y a la carne de cerdo. 

China tachó la medida de "proteccionista" y advirtió que esta iniciativa podría derivar en una guerra comercial.

El sector de los vehículos eléctricos es clave en Europa, especialmente porque en 2035 se dejarán de fabricar coches con gasolina o diésel en la Unión Europea, pero la competencia china y la falta de competitividad ha provocado el cierre de varias plantas en Europa.

El paquete de medidas afectaría también a fabricantes no necesariamente chinos pero que tienen unidades de montaje en el gigante asiático, como es el caso del norteamericano Tesla, que podría verse afectado por un arancel del 7,8%.

Divergencias entre franceses y alemanes

La idea de estos derechos de aduana ha enfrentado a Francia y Alemania, las dos mayores economías del bloque.

Francia, de un lado, sostiene que la medida es necesaria para nivelar la competencia, pues los fabricantes de automóviles de la UE están en clara desventaja frente a sus competidores chinos.

Sin embargo, Alemania, reconocida por su fuerte industria automotriz y cuyos mayores fabricantes han invertido fuertemente en China, advirtió que la UE debe evitar perjudicarse a sí misma y pidió que continúen las negociaciones con las autoridades chinas.

En ese sentido, el ministro alemán de Finanzas, Christian Lindner, reaccionó rápidamente diciendo que la Comisión "no debe desatar una guerra comercial", y en lugar de ello buscar "una solución negociada" con Pekín.