Con Emmanuelle Chaze, corresponsal de RFI en Kiev

La presencia de Ucrania en estos Juegos Paralímpicos, con 140 atletas que participan en 17 disciplinas (frente a los 15 de los últimos Juegos), es un poderoso símbolo. Esta participación se produce en un momento en que el país está siendo atacado por Rusia. Entre los atletas, dos soldados ucranianos defenderán esta vez a su país no en el campo de batalla, sino en la arena deportiva.

Y Ucrania no sólo participa: destaca. En 2016, en Río, el equipo ucraniano ganó 117 medallas, quedando tercero, y en 2020, en Tokio, ganó 98 medallas, quedando sexto. El objetivo este año está claro: a pesar de la guerra, Ucrania viene a ganar.

Atletas marcados por la guerra

El equipo ucraniano llega a París marcado por dos años y medio de conflicto. Como todos los deportistas de un país en guerra, los atletas ucranianos han tenido que entrenarse en condiciones más complicadas que en otros lugares. Las infraestructuras deportivas del país son bombardeadas con frecuencia, lo que hace que los entrenamientos sean peligrosos o incluso imposibles. Los atletas tienen que lidiar con alertas aéreas, cortes de electricidad y el estrés diario de oír noticias de sus seres queridos en combate.

Tensiones con el Comité Paralímpico

La participación de Ucrania en los Juegos Paralímpicos no ha estado exenta de enfrentamientos con el Comité Paralímpico Internacional. El uniforme del equipo ucraniano, con un mapa de sus fronteras reconocidas por el derecho internacional, incluidas Crimea y el Dombás, provocó inicialmente discusiones, pero finalmente fue aceptado. Además, el Comité prohibió toda manifestación política, como levantar el puño o ignorar a los llamados atletas neutrales en el conflicto. En lo que respecta a Ucrania, no hay neutralidad para los atletas rusos o bielorrusos.

A pesar de estas restricciones, los 235 miembros de la delegación ucraniana están decididos a enarbolar la bandera de su país. Con el apoyo de una comunidad de refugiados ucranianos en Europa, se espera que el azul y el amarillo dominen las gradas, simbolizando no sólo el apoyo deportivo, sino también un recordatorio constante de la situación en Ucrania.