Con frecuencia Marcela escuchaba a su madre decir que para que haya bienestar en un matrimonio, lo mejor era evitar las discusiones en la pareja. Cuando se casó siguió ese mandato por más de un año. Evitaba las peleas, a veces callando otras escapando del conflicto y hasta dándole la razón a su marido. Como no peleaban, creía que tenían una relación feliz. Sin embargo, el confinamiento por la pandemia de covid-19 los obligó a estar casi todo el tiempo juntos y la insatisfacción terminó ganando en la relación. Hoy, ellos están divorciados para sorpresa de familiares y conocidos que siempre los vieron como una pareja armónica. Incluso una amiga de ella al enterarse que se separaron le preguntó ¿Por qué, si ustedes nunca peleaban?, lo que la llevó a reflexionar de qué quizás su relación hubiera sido mejor si en vez de evitar el conflicto lo hubiese confrontado. No con el afán de lastimar al otro, sino como una forma de resolver los problemas.

Muchas parejas creen que cuando discuten es porque algo anda mal y es normal no discutir en ningún momento, o discutir muy poco. Los expertos indican que esa idea está muy alejada de la realidad. Las discusiones involucran diferencias entre dos personas en una relación, es algo que sucede constantemente con nuestros familiares, amigos y colegas de trabajo.

Aunque se siga insistiendo en esta idea, las evidencias dicen lo contrario. Un estudio realizado por la Universidad de Michigan, en el que se siguió por casi dos décadas a casi 400 parejas, comprobó que las que evitaron las peleas se divorciaron más que las que preferían no evitarlas; las parejas que siguieron juntas fueron las que discutían más y tenían la capacidad de conversar sus problemas a fondo.

Pero en lugar de ver las discusiones como algo malo, los expertos están de acuerdo en que los conflictos en las relaciones (en casos en los que no haya violencia física y psicológica, no haya insultos y no requieran la necesidad de la intervención de un profesional) pueden ser saludables y una oportunidad para aprender más sobre la pareja y cómo pueden trabajar juntos los conflictos. Desde luego, resulta difícil verlo de esa manera cuando tienes la ‘sangre hirviendo’, tu tolerancia ha sido totalmente superada y te estás ahogando en un mar de desánimo. La lucha puede ser real, pero existen estrategias para abordar la tensión cuando surgen problemas.

Comience con cuidado

El consejero matrimonial Steven Dziedzic, creador de la aplicación de asesoramiento matrimonial Lasting, afirma que la manera en que comienzan las conversaciones en una pareja afecta en gran medida cómo se desarrollarán. Esto debe hacernos pensar acerca de cómo iniciar un diálogo.

La forma en que se comienza tiene tres partes, según Dziedzic: el tono, las palabras reales que se dicen y su volumen. Si alguno de ellos es duro, es probable que la conversación vaya cuesta abajo, por lo que puede ser clave reflexionar sobre cómo tiendes a comenzar las conversaciones con tu pareja. “Pregúntate a ti mismo: ¿Los empoderó o los pongo en una posición de ataque cuando menciono los problemas?”, recomienda Dziedzic.

Cuando estás en el calor del momento y te sientes emocionado, es difícil pensar antes de abrir la boca. Pero hacer una pausa antes de lanzar una queja te permitirá enmarcar tu queja de manera más efectiva.

Unos simples segundos te dan tiempo suficiente para alejarte de las disputas y pensar: “¿Cómo puedo decir esto para que mi pareja lo escuche?” Este rápido tiempo de espera mental te ayudará a elegir una forma más amable y tranquila de abordar la situación y, como resultado, será más probable que te escuchen.

Sea empático

En medio de un conflicto, trate de mirar el mundo a través de los ojos de su ser querido. Intente comprender cómo ve el problema y qué sienten, luego haga preguntas para aclarar, recomienda el Dr. Gary Chapman, consejero matrimonial, orador y autor del libro Los 5 lenguajes del amor.

 Una vez que entiendes de dónde viene, aconseja decir algo como: “Creo que entiendo lo que estás diciendo, lo que estás sintiendo, y tiene mucho sentido”. Chapman, agrega que, “Esa oración es poderosa, porque ya no eres un enemigo, ahora eres un amigo”.

Yo en tu lugar

Decir “Estoy herido” o “Me siento muy enojado” en lugar de “¡La fregaste!” conducirá a un diálogo más productivo porque sacará a su pareja de una actitud defensiva.

“Si discutes con acusaciones o echando culpas, la otra persona no escuchará lo que quieres que escuche”, dice Meg Batterson , psicoterapeuta de parejas con sede en Nueva York.

Hablar en términos de cómo te sientes y ofrecer posibles soluciones para probar juntos, en lugar de culpar a tu pareja por completo, te recordará que están en una sociedad y necesitan trabajar juntos para tener una relación más fuerte.

Desafortunadamente, las discusiones a menudo pueden convertirse en ataques personales (insultos, criticar de cómo se ve), y eso definitivamente no es saludable para su relación. Si estás insultando, probablemente hayas ido demasiado lejos.

Si estás repitiendo constantemente viejos argumentos, peleando por las mismas cosas una y otra vez sin llegar a una resolución ni compromiso, o si te sientes molesto por el hecho de que peleas todo el tiempo, eso puede volverse problemático.

John Gottman, psicólogo experto en relaciones de pareja, dice que uno de los predictores del divorcio ocurre cuando una persona ataca constantemente el carácter de su pareja en lugar de aislar los problemas específicos que la molestan.

Entonces, en lugar de decir: “Por supuesto que no lavaste los platos otra vez. ¡Eres un vago!”, lo cual pondrá a tu pareja a la defensiva o hará que se retraiga o se moleste contigo, trata de aislar la queja específica o el problema que te preocupa. En su lugar, puedes decir algo como “Me siento frustrado cuando llego a casa y me encuentro la cocina llena de platos sucios. ¿Podemos establecer un horario para nuestras tareas para que esto no vuelva a suceder?”.

Escuche más y hable menos

Cuando estamos discutiendo, hay una tendencia a hablar más que a escuchar. Estamos tan ansiosos por expresar nuestros sentimientos que es posible que ni siquiera escuchemos lo que nuestro ser querido está tratando de expresar.

Batterson dice que la persona que tiene un problema es la que necesita ser escuchada. Ella sugiere que, en lugar de defenderse de inmediato, solo escuche y dígale a su pareja que los escuchó.

Este enfoque es efectivo porque no solo muestra que estaba escuchando, sino que comprende lo que su pareja estaba diciendo o de dónde venía. Es más probable que tengas un diálogo más productivo en lugar de una discusión completa cuando solo escuchas.

Abuso físico o emocional

Si una pelea con tu pareja alguna vez te ha hecho sentir física, emocional o psicológicamente inseguro, eso es una gran señal de alerta, según los expertos. Las peleas de parejas son saludables solo mientras sean justas y seguras.

Controlar la furia y aprender de ella es muy importante. Dar rienda suelta a nuestras emociones más irracionales no hace más que empeorar la situación. En The Dance of Anger, libro de la psicóloga Harriet Lerner, la autora recordaba que “enfadarse señala que existe un problema, pero darle rienda suelta a tu furia no lo soluciona”, al mismo tiempo que apostaba por utilizar este tipo de reacciones como una forma de conocimiento personal.

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