No tienen servicios higiénicos y pasan hambre. Conductores de camiones, tráileres y autobuses de distintas capacidades se han visto obligados a permanecer al interior de sus cabinas hasta por cinco días formando interminables filas a la espera de reabastecer sus tanques con diésel.

Un equipo gráfico de EL DEBER recorrió varios surtidores de la capital cruceña y recogió testimonios de estos trabajadores que conectan los mercados, así como respaldan la exportación de bienes de consume que se producen en esta parte del país.

Luis Fernando, por ejemplo, está en la cola desde el lunes. Tiene que recoger ganado de San Ignacio para llevarlo a la capital, pero hay otros camioneros que estaban cerca del Cambódromo en una fila de unos cinco kilómetros que llegaba hasta detrás del Parque Industrial.

Otro conductor, esta vez de un camión mediando destinado a la distribución de logística e insumos, tenía prácticamente las puertas de su cabina abiertas. El conductor estaba con el torso desnudo para aguantar los 35 grados que en promedio llegó la temperatura en la semana.

Únicamente el martes la temperatura ambiente descendió, pero a cambio fuertes vientos también afectaron a los trabajadores del volante que aguardaban pacientemente su turno para cargar combustible. Las cisternas con el combustible tardaban en llegar a los surtidores.

“Esto está grave, no hay baño; estamos muy afectados”, comentó Pedro Ortiz quien hasta el viernes había cumplido tres días y medio en las filas. El hombre debe llevar insumos y papel hasta la Chiquitanía, pero no ha podido por la falta de diésel.

La crisis de suministro de gasolina, pero especialmente de diésel se agravó en el curso de los últimos días. El Gobierno responsabilizó a los bloqueos protagonizados por los evistas, pero también la falta de dólares impactó en la administración de Luis Arce.

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