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"De cruceños a cambas", la propuesta del historiador Hernán Pruden, hecha libro
La obra fue presentada este mes tanto en La Paz como en Santa Cruz
10 de agosto de 2024, 16:37 PM
El historiador Hernán Pruden presentó su libro De cruceños a cambas este viernes 9 en Santa Cruz, y el pasado 2 de agosto en la Feria del Libro de La Paz.
Pruden es doctor en historia de la State University of New York at Stony Brook, estudió antes sociología en la Universidad de Buenos Aires. Investiga sobre el regionalismo en Bolivia, la revolución de 1952 y las relaciones Estados Unidos-Bolivia.
El autor conversó con EL DEBER acerca de esta obra publicada por Dum Dum Editora y que es la tesis doctoral de Pruden sobre Santa Cruz.
“Lo que planteo es que la apelación a lo cruceño, tal cual se entendía en la década del 30, en palabras de Plácido Molina Mostajo: ‘naturales de Santa Cruz y su Cercado, descendientes de los españoles de la conquista’, solo podía funcionar como consigna de autodefinición política en momentos en que solo votaban los hombres, que supieran leer y escribir y recibieran renta que no proviniese del trabajo doméstico; es decir, en momentos de voto censitario, y como una forma de reclamar para Santa Cruz, como expresó Mariano Saucedo Sevilla durante las luchas por el ferrocarril en la década del 20, como respuesta a las acusaciones de separatismo, que querían ser la cabeza de Bolivia y no la cola de un país vecino. Tras la revolución de 1952 y en particular tras la implementación del voto universal en 1956, apelar a lo cruceño-hispano debe haber perdido capacidad de movilización. Y es justamente ahí donde comienzan las referencias positivas a lo camba en tanto mestizo y al bravío chiriguano”, expresó Pruden.
EL DEBER: ¿Cómo transcurrió la revolución nacional en Santa Cruz? ¿Cómo se explica la tensión entre el MNR y las organizaciones civiles y políticas de Santa Cruz?
HERNÁN PRUDEN: Es difícil entender el periodo de la Revolución Nacional si asumimos que es todo una unidad homogénea. No hay que olvidar que duró un poco más de 12 años. Santa Cruz, como mostró Gustavo Rodríguez Ostria, era uno de los bastiones fuertes del MNR, en tiempos de voto restringido, como las elecciones de 1951, y en elecciones con voto universal, como la de 1956.
Ya en la “guerra civil” de 1949 Santa Cruz era descrita como “capital nacionalista”. Entonces, cuando el MNR asume el control del Estado tras la revolución de 1952, hay una gran expectativa en Santa Cruz respecto a las posibilidades de desarrollo.
La inauguración de la carretera Cochabamba-Santa Cruz en 1954 y de los ferrocarriles a Brasil, en 1955, y a Argentina, en 1957; los acuerdos por ayuda técnica y financiera con Estados Unidos, que en un contexto de Guerra Fría lograron que el país reciba más ayuda per cápita que ningún otro del continente, y los planes para desarrollar la agroindustria cruceña eran más que beneficiosos para Santa Cruz y sus empresarios.
Al mismo tiempo, Santa Cruz ofrecía al MNR el lugar ideal para ejecutar su proyecto de sustitución de importaciones de alimentos y para la creación de una burguesía agroindustrial moderna; amén de posibilitar distender las presiones demográficas y políticas sobre las tierras históricamente cultivadas de los valles y el altiplano, ofreciendo amplias zonas de colonización que, a la vez, serían funcionales brindando mano de obra estacional, por ejemplo para la zafra de la caña de azúcar.
ED: ¿Cómo observa el rol del Comité pro Santa Cruz en este proceso?
HP: El Comité pro Santa Cruz se había fundado en 1950. Sin embargo, si uno lee los periódicos de Santa Cruz de los primeros años de la revolución (el mismo El Deber a partir de su inicio en 1953) puede ver las llamadas insistentes que hacían instando a participar de las reuniones del Comité, algo que nos da una clara idea de la poca participación. Tras las elecciones con voto universal, donde gana Hernán Siles Zuazo, en un momento en que a las grandes expectativas en Santa Cruz sobre el desarrollo se sumaron otras sobre las posibles regalías por el petróleo que sería explotado por las compañías transnacionales, que estaban por ingresar al país con la apertura por el Código del Petróleo.
Ese momento coincidió con el Plan de Estabilización, que se estaba implementando por presión estadounidense que, paradójicamente, controlaba los gastos fiscales y por lo tanto se oponía a que se gasten divisas para importar los caños para agua potable, que estaban varados en el puerto de Santos. Recién en ese momento, el CpSC asume un rol fundamental al presentarse como el defensor de los intereses del departamento, al margen de los canales democráticos, como las cámaras de diputados y senadores, en la campaña por el 11% de las regalías, que serían utilizadas para un fin tan loable como las mejoras urbanas.
ED: Señala que el MNR tuvo un rol gravitante para el desarrollo de Santa Cruz. Mientras, en Santa Cruz se recuerda al MNR de los 50 y 60 como el verdugo de Santa Cruz, a través del traslado de milicias de Ucureña, así como con resistencia a entregar regalías petroleras a las regiones productoras. ¿Cómo se puede entender?
HP: Creo que nadie que haya investigado el periodo de la Revolución Nacional puede negar que el gobierno del MNR, a partir de 1952, tuvo un rol crucial para el desarrollo de Santa Cruz. Si uno lee el texto de Walter Guevara Arze, Plan inmediato de política económica del gobierno de la revolución nacional, de 1955, queda clarísimo que el MNR retomó las recetas que la misión Bohan había recomendado una década antes, tanto sobre la integración carretera entre Cochabamba y Santa Cruz como sobre las políticas de sustitución de importaciones de alimentos.
Sin embargo, no hay que ser maniqueos: en la historia, la línea que separa a buenos y malos es borrosa. No es una película de Marvel con héroes y villanos. Al mismo tiempo que el MNR implementó toda una serie de políticas, que favorecieron el desarrollo del departamento de Santa Cruz, hizo unas cuantas cosas terribles como para que se lo recuerde como el “verdugo de Santa Cruz”. En particular la ocupación militar de la ciudad, por el ejército y las milicias de Ucureña, la persecución y los asesinatos de Terebinto y los de Roca y Coronado, así como los atropellos de “Control Político”, organismo de inteligencia encargado de controlar a la oposición, que tuvo entre sus métodos el uso de torturas y la cárcel para los opositores. Sin duda, todas estas cosas hicieron que los aportes del MNR al desarrollo de Santa Cruz hayan quedado opacados por todos estos hechos que son imposibles de justificar, como cualquier asesinato.
De todos modos, es importante entender que no hay un conflicto permanente entre un proyecto nacional y un proyecto regional. De hecho, al leer los debates de 1938, podemos ver que quien propuso que las regalías sean del 11% fue Víctor Paz Estenssoro, que si bien el MNR no había sido fundado aún, él era parte del grupo que tras la guerra del Chaco creía que había que ocupar el espacio nacional e incorporar al oriente. Luego, quien propuso en 1956 la ley interpretativa del artículo 104 del Código del Petróleo fue Virgilio Vega, representante del MNR por Santa Cruz, y fue apoyado por el senador Omar Chávez Ortiz y los diputados Jorge Flores Arias y Omar Chávez Paz, todos del MNR. El problema fue que el gobierno estaba muy condicionado por Estados Unidos y su plan de estabilización, que apuntaba a reducir el déficit fiscal a como dé lugar.
Tiene que quedar claro que Santa Cruz fue -y creo que sigue siendo- un proyecto nacional de todos los bolivianos que entendieron que era el lugar para crear una nueva Bolivia, ya no minera sino agrícola e industrial. Una tierra prometida que se pobló con migrantes de todo el país.
ED: ¿Cómo ve a Santa Cruz en este momento, a la luz de sus investigaciones y en el marco del proceso histórico?
HP: Soy historiador y en general me abstengo de opinar de algo que no investigué –a no ser que sea en una charla informal de café. De todos modos, creo que las preguntas que orientan a la historiografía surgen del presente, de las preocupaciones propias de nuestro tiempo. Ojalá que el libro que estamos presentando, sirva para dar una perspectiva histórica a las relaciones entre la región y el poder central, entendiendo que a lo largo de la historia hubo momentos de acuerdo, momentos de tensión, de lucha y de negociación.