Hay varios retocadores en la calle Beni, frente a San Andrés /Ricardo Montero

Cuando Aracely se casó e iba a pasar su primera Navidad fuera del seno familiar, su madre le regaló un 'niñito Jesús' para el nacimiento que se acomoda a los pies del árbol navideño. Le explicó que este siempre debía ser regalado por alguien de mucho aprecio y que no debía comprarlo directamente. Su mamá intentaba explicarle que esa figura de yeso no es como cualquier otro objeto de la casa, sino que se trata de una representación muy valiosa "que trae consigo bendición".  

Le dijo también que a la hora de guardarlo debía envolverlo de tal manera que no sufriera golpes o quebraduras, que se trata de un objeto "sagrado", del cual debía cuidar su integridad. Aracely comprendió las recomendaciones ni bien recordó el 'niñito Jesús' que todos los años se ponía en su casa materna, desde que tenía uso de razón se trataba de la misma figura, nunca fue cambiado y éste fue obsequiado a su mamá por su comadre más querida.

Como Aracely, muchas familias católicas cuidan las figuras del nacimiento, no deben faltar la virgen María, José, los tres reyes magos (Melchor, Gaspar y Baltazar), los pastorcitos y los animales que rodean el pesebre, propios de un establo, como cuenta la tradición que fue el lugar en donde nació el Salvador.

Y si es que alguna de estas preciadas figuras sufren algún desgaste o accidente, existen restauradores que el año redondo están prestos para hacer los retoques necesarios. 

En la calle Beni, a unos pasos del parque El Arenal, existen unos tres puestos con artesanos laboriosos que se dedican al arte de restaurar. Como por arte de magia consiguen devolver el brillo y la belleza a las figuras que llegan en busca de reparación.

Uno de esos lugares es el que lleva por nombre Yo restauro, bien en frente de la capilla San Andrés. Hiber Espinoza es su propietario desde hace 15 años, aunque el negocio familiar tiene 35 años de existencia. Hiber estudió en la Escuela de Arte, en Cochabamba, es escultor, pero hizo del nicho de las restauraciones su modo de vida y su sustento. 

Pasa sus días entre figuras de distintos tamaños, hay imágenes desde 8 centímetros hasta 2 metros. Cuando se le pregunta cuál es su favorita dice sin pensar dos veces que la virgen de Urkupiña, que es la que más trabajo le trae y ganancias también, porque hay muchos devotos de ella. La tiene en distintos tamaños, dos de estas están justamente en el ingreso a su taller, con cabello y pestañas que parecen reales.

Diciembre es época alta, pero todo el año tiene movimiento, porque el calendario de santos lo mantiene ocupado. En fin de año lo que más se restaura son las figuras del nacimiento de Jesús y San Silvestre, de quien dice la fe, baja a la tierra a la medianoche, justo entre el año que se va y el que está por llegar. 

Una nueva advocación que lo tiene atareado a este laborioso restaurador es la de San José, que el propio papa Francisco ha promovido. "Hay que pedirle un deseo a San José y él en sus sueños va a intermediar con Dios", explica Hiber, mostrando la figura de resina plástica que es resistente, de 30 cm, y cuesta Bs 300, mientras que en yeso su valor es de Bs 200. 

Lo ha creado recostado sobre una almohada, como si estuviera dormido, seguramente intentando captar el momento en que el padre adoptivo del Salvador recibía las revelaciones en sueños, sobre cuándo la madre y el niño estaban en peligro, principalmente por la amenaza que sintió el rey Herodes ni bien se enteró de su nacimiento, porque no entendió nunca el papel de un niño que se convertiría en rey y salvador de los judíos, y del mundo entero. 

Cuando se le pregunta cuál imagen fue su mayor reto a la hora de retocar, confiesa que los santos que le llevan de la iglesia María Auxiliadora porque miden más de dos metros y fueron elaborados y traídos desde Europa.


Camila Flores muestra su niñito que llevó desvalido a la restauración /Ricardo Montero


En busca de un hospital de 'niñitos Jesús'

Camila Flores estaba preocupada. Era viernes 20 de diciembre, prácticamente en la cuenta regresiva para la Nochebuena, cuando su niñito se cayó y se quebró en 5 partes. "Estábamos armando el arbolito y mi hijo de tres años lo tumbó. No quise comprar otro, así que me vine a que lo restauren", contó algo afligida, esperanzada en que acepten su ingreso. 

"Tiene ojos de vidrio, vine al mismo lugar donde lo compré hace años porque tienen acabados bonitos", dijo refiriéndose al negocio de Hiber. Minutos antes, Juliana Vélez recogió a su niñito que estaba manco, después de algunos días recobró su integridad y dignidad y le costó Bs 120. 

Hace calor y el ambiente está muy húmedo, algunos artesanos optan por sacar sus mesas a la acera para seguir trabajando mientras esperan que alguna brisa fresca los alivie. Están lijando el yeso y pintando, principalmente. 

En Artesanías San Jorge están trabajando a contrarreloj, Cinthia está retocando un pastorcito, dice que el juego entero del nacimiento puede costar hasta Bs 180 a Bs 200. Por estas fechas llegan muchos niñitos sin partes que ellos deben reponer, pero que el año redondo tienen trabajo. Hay mucha gente devota de San Jorge, la virgen de Cotoca y de Urkupiña.

Un oficio que combina arte, devoción y técnica

La restauración de imágenes religiosas, como los santos o figuras del nacimiento de Jesús, es un oficio que combina arte, devoción y precisión técnica. Estas piezas, hechas mayormente de yeso o resina, suelen deteriorarse con el paso del tiempo debido al uso constante, cambios de temperatura o el desgaste natural de los materiales. Los restauradores trabajan con dedicación para devolverles su esplendor original, respetando su significado espiritual y cultural, especialmente en épocas navideñas, cuando estas figuras cobran un papel central en la recreación del nacimiento de Jesús.

Este trabajo artesanal requiere habilidades específicas y un conocimiento profundo de los materiales. El proceso comienza con una evaluación detallada para determinar el tipo de daño, que puede incluir grietas, desprendimiento de pintura o deformaciones. Los restauradores utilizan técnicas como el relleno de fisuras, el lijado cuidadoso y la pintura con colores similares a los originales. En algunos casos, incluso deben modelar piezas faltantes, como manos o cabezas, utilizando moldes y materiales compatibles. Todo esto se realiza con el objetivo de preservar la autenticidad de las figuras y garantizar que sigan siendo objetos de devoción y tradición familiar.

El valor del trabajo de estos artistas no solo radica en la recuperación física de las piezas, sino también en su contribución al mantenimiento de tradiciones culturales y religiosas. Las figuras del nacimiento son símbolos que unen a las comunidades durante las celebraciones navideñas, y restaurarlas es una forma de mantener viva esa conexión entre generaciones. Para muchos, estas imágenes tienen un valor sentimental incalculable, ya que suelen ser heredadas o representativas de momentos especiales en la vida familiar.

Para cuidar estas piezas y prolongar su vida útil, los expertos recomiendan almacenarlas en lugares secos, evitar la exposición directa al sol y manipularlas con cuidado durante su montaje y desmontaje. Si presentan daños, es fundamental acudir a un restaurador profesional para evitar que intervenciones inadecuadas arruinen su integridad. Así, el oficio de restaurar figuras religiosas no solo resguarda objetos, sino que también preserva una parte esencial de la fe y las tradiciones que enriquecen la cultura navideña.


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