Carla Aguilera no sabía lo que iba a ocurrir y, tranquila, tomaba un helado en el segundo piso del restaurante La Gaira. Abajo, como en un hormiguero, trabajaban sus familiares, amigos y hasta un equipo de camarógrafos y fotógrafos para darle una tremenda sorpresa.

A pesar del movimiento, Carla no se percató del sonido del camión que desplegó una escalera hasta donde ella se encontraba. Por ahí subió su cortejo, Juan Carlos Justiniano, vestido de bombero, para pedirle la mano.

Los gritos y aplausos de la familia y de los demás comensales retumbaron ante la respuesta positiva.

“Nunca habíamos hablado de eso. Me tomó por sorpresa”, dijo la novia. Las amistades contaron que la pareja se conoce desde que eran compañeros en el colegio San Agustín y, que fue hace cuatro años, que se reencontró en una fiesta de expromociones. Ahí ocurrió el flechazo.

Él es abogado y voluntario del zoológico y de los bomberos, por ello, en este momento, está atento a cualquier contingencia que ocurra en la ciudad. Ella es auditora y está enamorada del gran corazón del que será su esposo, muy pronto.