El periodo electoral cuenta con su propia dinámica. Promesas y propuestas vuelan libremente en las múltiples apariciones mediáticas de los candidatos. Algunos, más osados y marketeros, se apoyan con videos o carteles que revelan el “sueño” que ofrecen para la ciudad. Buses, trenes o quién sabe qué otra obra estrella forman parte de la estrategia para conquistar el voto. La ley del todo vale en su máximo esplendor.

Esos candidatos tan simpáticos y expositivos para hablar de obras y más obras pierden la elocuencia cuando revelan sus planes en materia cultural. Ahí, flaquean las palabras y escasean las ideas. Ni qué decir del silencio cuando logran espacio en la palestra mediática; ante los micrófonos no logran mencionar al ciudadano como el eje motor del desarrollo cultural en la urbe.

El director del Centro San Isidro, Juan Pablo Sejas califica de simples las propuestas que reflejan en sus programas. “Los principales candidatos han estado los últimos años en gestión pública; aun así, no tuvieron la capacidad proyectar a Santa Cruz de la Sierra como el pilar del desarrollo desde lo cultural y ciudadano”.

Sejas cuestiona el fondo de las propuestas que no conforman “alternativas para el uso del tiempo libre en niñas, niños, adolescentes y jóvenes”. Acciones que nutran a estos públicos revierten en una “reducción de los índices de inseguridad y generaría un amplio grado de inclusión hacia una formación ciudadana, revitalizaría parques, patrimonios, el centro, las periferias; y generaría una ciudad amigable”.

Desde el Movimiento Resiliencia también remarcan que los programas afrontan el ámbito cultural de “manera muy tangencial”. Tras años de trabajo, y reclamo a las autoridades, para que comprendan el verdadero lugar que la cultura desempeña en el contexto social, todavía anhelan que “se formalicen políticas públicas en favor del sector”. Además, destacan que “las propuestas aún no muestran una visión de desarrollo humano desde la cultura”.

Resiliencia valora que varias agrupaciones han “recogido puntos del proyecto de Ley Municipal de Arte, Cultura y Patrimonio, y de los diagnósticos realizados a través de mesas de trabajo sectoriales”, y celebran ese avance. Aunque también observan que el grueso de las acciones planteadas “hacen más énfasis en la infraestructura cultural, que es muy necesaria, pero no tanto en generar procesos culturales diversos”.

La gran duda que recogen ambos colectivos cuestiona sobre los mecanismos que utilizará el candidato elegido para sacar adelante sus promesas. En ninguno de los programas revisados se mencionan cifras o montos, ni se sugieren líneas de financiación que permitan augurar la ejecución de las propuestas escritas.

Tampoco está en papel, pero si lo expresan públicamente, los colectivos culturales piden al futuro alcalde que “tenga la capacidad de reconocer e incorporar las iniciativas ciudadanas y de trabajar conjuntamente con los gestores culturales”.