Hace cinco años el Banco de Japón fijó tasas de interés negativas para luchar contra la deflación y activar el crecimiento. Te contamos cómo ha sido la experiencia.

23 de marzo de 2021, 7:04 AM
23 de marzo de 2021, 7:04 AM
personas frente a un banco
Tokio
Hay tres países que aún mantienen una tasa de interés bajo cero: Dinamarca, Suiza y Japón.

Cuando un país tiene una tasa de interés baja, es el peor momento para ahorrar.

Y esa es precisamente la idea: hacer que los consumidores gasten y que las empresas inviertan para estimular el crecimiento económico.

Tras la crisis financiera de 2008, muchos países llevaron sus tasas a mínimos históricos inaugurando una era de "dinero barato" en las economías desarrolladas.

Algunos fueron incluso más allá y optaron por fijar tasas de interés negativas.

El primero en adoptar esta política monetaria no convencional fue Dinamarca en 2012. Luego lo hicieron Japón, Suiza, Suecia...

Ahora, con la peor crisis económica global de las últimas décadas por la pandemia de covid-19, los tipos de interés bordean el 0% en Estados Unidos y Europa.

Tokio
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Japón tendrá que seguir buscando maneras para aumentar el consumo y la inversión.

Y hay tres países que aún mantienen una tasa de interés bajo cero: Dinamarca, Suiza y Japón.

El país asiático, que ha fijado una tasa de interés de -0,1% desde hace cinco años, no tiene planes de cambiarla.

Así lo ha sugerido el responsable de la política monetaria japonesa, Haruhiko Kuroda, gobernador del Banco de Japón (BOJ), quien hace unas semanas declaró que las tasas se mantendrían "establemente bajas" para proteger a la economía de los efectos de la pandemia.

"La bazuca de Kuroda"

Poco después de asumir el mando del banco central en 2013, Kuroda anunció un programa masivo de compra de bonos (flexibilización cuantitativa) para combatir la deflación, una baja generalizada del nivel de precios de bienes y servicios.

La medida se hizo conocida como "la bazuka de Kuroda".

Haruhiko Kuroda
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La tasa de intyerés negativa de -0,1% se fijó en 2016 con Haruhiko Kuroda al mando del Banco de Japón (BOJ).

Como no produjo los efectos que se esperaban, en 2016 el banco central tomó una decisión más radical: bajar la tasa de interés referencial a -0,1%.

Esa tasa permitió que el BOJ le cobrara a los bancos comerciales por algunas de las reservas depositadas en la institución.

El objetivo era alentar a los bancos comerciales a utilizar esas reservas para dar préstamos a empresarios y consumidores, en un esfuerzo por reactivar la economía y salir de la deflación.

La introducción de la tasa negativa en la economía japonesa fue bautizada como la segunda bazuka de Kuroda por algunos analistas, aunque muchos utilizan la expresión indistintamente para referirse a todas las municiones desplegadas por el BOJ en aquellos años.

"La tres flechas"

La visión monetaria de Kuroda estuvo alineada con los planes del entonces primer ministro, Shinzo Abe, quien desde que llegó al poder en 2012, impulsó una política conocida como "Abenomics".

Abenomics pasa por tres pilares, o "tres flechas": un aumento del gasto fiscal, reformas estructurales y una política monetaria expansiva con el objetivo de dejar atrás años de estancamiento económico.

Shinzo Abe
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"Abenomics" es la manera en que se conocen las políticas económicas implementadas durante el gobierno de Shinzo Abe.

"La política de dinero fácil de Japón fue posiblemente la flecha más importante de Abenomics", le dice a BBC Mundo Matthew Goodman, vicepresidente de Economía del Centro para Estudios Estratégicos e Internacionales CSIS, de Washington.

Los otros dos pilares, estímulo fiscal y reforma estructural, "nunca se aplicaron de manera consistente", agrega.

El economista argumenta que el gobernador Kuroda hizo un esfuerzo agresivo para aliviar las condiciones monetarias pero agrega que, incluso antes de la pandemia, el banco "había fracasado al no llegar a la meta de inflación del 2% que se propuso".

A pesar de lo anterior, "mantuvo un piso bajo la economía y en general contuvo las presiones deflacionarias", apunta Goodman.

"Un crecimiento económico moderado"

Otros expertos consideran que los resultados económicos han sido más favorables.

"En la última década Japón ha logrado un crecimiento económico moderado", sostiene Takeshi Tashiro, investigador del Instituto Peterson de Economía Internacional.

Tokio
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"En la última década Japón ha logrado un crecimiento económico moderado": Takeshi Tashiro.

Pese a las dificultades, el envejecimiento de la población en edad de trabajar "no impidió una recuperación sostenida", apunta.

Algunos expertos consideran que las principales medidas tomadas por el banco central como la tasa de interés negativa, la masiva compra de bonos y el control de la "curva de rendimientos", fueron acciones necesarias frente a los desafíos del país.

Y aunque hasta ahora no han dado todos los resultados que se esperaban, sí han mejorado la situación económica en la última década.

"No ha funcionado"

Paul Sheard, investigador del Centro de Negocios y Gobierno Mossavar-Rahmani de la Escuela Kennedy de la Universidad de Harvard, advierte que el desafío monetario ha sido complejo.

"La política de tasas bajas en Japón no ha funcionado en el sentido de permitir que el banco central logre su meta de provocar inflación en un período razonable".

Yenes
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Pese a sus esfuerzos, el Banco de Japón no ha logrado llegar a la meta de inflación de 2%.

Randall Kroszner, vicedecano de Programas Ejecutivos y profesor de la Escuela de Negocios Booth de la Universidad de Chicago, concuerda en que "no ha logrado llevar la inflación hacia la meta del 2% del Banco de Japón", pero recuerda que "ha sido útil para evitar la deflación".

"Aunque los precios han estado cayendo durante aproximadamente los últimos seis meses a medida que el impacto de la pandemia se siente en Japón".

Los grandes desafíos

En el corto plazo, Japón tiene que lidiar con los desafíos económicos que le ha impuesto la pandemia de covid-19.

En el largo plazo, dice Matthew Goodman, "Japón enfrenta el desafío de las 3 D: deflación, deuda y demografía", este último referido al envejecimiento poblacional.

Edificio en Tokio y bandera de Japón
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El país asiático, que ha fijado una tasa de interés negativa de -0,1% desde hace cinco años, no tiene planes de cambiarla.

"Uno podría agregar una cuarta letra D, por la descarbonización", considerando que el primer ministro Yoshihide Suga se ha fijado un ambicioso objetivo de emisiones cero para 2050.

De la experiencia que ha dejado la política monetaria japonesa en los últimos años, Paul Sheard señala que durante el período de tasas bajas en Japón, el gobierno promovió la consolidación fiscal y endureció la política fiscal en varios períodos.

Desde esa perspectiva, es importante que "la política monetaria y fiscal deban unir fuerzas para llevar la economía al pleno empleo y evitar que la inflación baje demasiado", apunta.

Una lección clave de todo el proceso, dice Randall Kroszner, es que "el Banco de Japón no fue agresivo al principio para combatir la deflación".

"Una vez que las expectativas de deflación se afianzan, la experiencia de Japón muestra que puede ser extremadamente difícil para un banco central subir las expectativas y el nivel de precios".

Por lo pronto el país tendrá que seguir buscando maneras para aumentar el consumo y la inversión en medio de una pandemia que ha provocado altos niveles de incertidumbre y con una población joven en edad de trabajar cada vez más reducida.


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