El impacto de la inmigración venezolana en Colombia, así como la posibilidad de una república caribeña, son algunas de las fascinantes temáticas que aborda el historiador colombiano Alfonso Múnera en esta conversación con BBC Mundo.

8 de febrero de 2021, 10:49 AM
8 de febrero de 2021, 10:49 AM
Alfonso Munera
Editorial Planeta
El historiador Alfonso Múnera tiene 66 años. Además de profesor, es secretario general de la Asociación de Estados del Caribe.

Además de ser un paraíso, el Caribe es un punto neurálgico de la historia humana.

Por allí llegaron los europeos y los africanos a América, pasó —y aún pasa— gran parte de la mercancía global y es allí, también, donde nació una de las culturas más fascinantes que puede haber: prolífica en literatura, música y danza, resultado del mestizaje y dotada de una idiosincrasia que responde a las desgracias con alegría y flexibilidad.

Pero esa cultura, que tanto marca a una parte de Colombia, queda lejos del frío humedal ubicado a 2.600 metros sobre el nivel del mar desde donde se fundó el país, Bogotá.

¿Debió el Caribe ser una nación en sí misma? ¿Cuál fue el impacto de que haya sido siempre gobernado por la capital? ¿Son los colombianos lo que realmente creen que son?

Alfonso Múnera es probablemente una de las personas más idóneas para responder a estas preguntas, porque como historiador ha estudiado el Caribe durante toda su carrera, su gran preocupación es la identidad de la nación que llamamos Colombia y, además, vivió en varios de los países isleños como diplomático colombiano.

Dos de sus libros, Fronteras imaginadas y El fracaso de la nación, han sido recientemente reeditados por el sello Crítica de la editorial Planeta. Ambos argumentan, desde un ojo caribeño y con ejemplos distintos, que Colombia nació como un país fragmentado bajo el ideal de nación "racista y europeizante" de Bogotá.

Desde su apartamento con vista al casco histórico de Cartagena, una ciudad que según él posee atributos para graduarse como la más bella e interesante del Caribe, "el profe Múnera", como le conocen en la universidad pública de la ciudad, respondió a las preguntas de BBC Mundo.

Múnera es uno de los invitados a la edición digital del Hay Festival Colombia 2021.


Alfonso Munera
Getty Images
Múnera ha sido embajador de Colombia en Jamaica y Trinidad y Tobago.

¿Cómo está Cartagena?

Con la pandemia la situación empeoró mucho. Vamos a salir de esto con más desempleo y en una miseria generalizada.

La pandemia golpea a todos, incluso a esa pequeña clase media que hace grandes esfuerzos.

Pero sobre todo afecta a los más pobres, a toda esa población que depende de la economía informal.

El turismo sexual viene disparado en la ciudad. ¿Crecerá aún más?

No hay que esperar mucho: ya está creciendo. La ley de la sobrevivencia no se detiene con la pandemia.

El auge del turismo sexual se dio porque estuvo benévolamente tolerado por las autoridades. Se le dejó crecer ante la expectativa de que esto atraía turismo.

Y ahora preocupa que las calles del centro, las plazas principales, se hayan convertido en ese mercado terrible de prostitución. Y te digo que en Medellín y Bogotá la cosa no es muy distinta.

Es un problema muy serio que Colombia no ha querido abordar, ni siquiera es un tema importante, nadie habla de eso.

Son los tiempos que vivimos: ante una pérdida de sensibilidad colectiva y de preocupación ética.

Cartagena
Getty Images
La ciudad amurallada de Cartagena es Patrimonio de la Humanidad y el destino turístico más visitado de Colombia.

El desarrollo del turismo cartagenero tiene muchos críticos. ¿Usted entre ellos?

Si lo vemos como el hecho dado de que esta sociedad tiene como su principal actividad económica el turismo, yo diría que las consecuencias están a la vista: turismo sexual, desigualdad, etcétera.

Pero yo me pregunto si había otra alternativa, porque hay mucha distancia entre las visiones románticas y la vida cotidiana de la gente.

Si tú tienes una población en la que un tercio de la gente se ocupa del turismo, y que seguramente una cantidad mayoritaria de esa gente es humilde, no tienes muchas más alternativas al turismo que se desarrolló.

Sí, el turismo trajo desastres, pero no pudo haber sido de otra forma.

Y, visto desde hoy, ¿se pueden cambiar cosas del turismo en Cartagena?

Bueno, ahí sí hay un debate, creo yo, que tenemos que dar todos los colombianos sobre un turismo más bondadoso en Cartagena, una ciudad especialmente dotada, como ninguna otra en el Caribe, para el turismo cultural.

La historia de cada esquina es fantástica, por acá entraron por primera vez los esclavos africanos a América, las murallas están casi intactas.

Si guiáramos el turismo hacia un ámbito más cultural, sería más bondadoso y ayudaría de otras maneras a los habitantes de la ciudad, que se verían más conectados con sus raíces afro, porque esta es la ciudad más afrodescendiente del Caribe colombiano.

Hasta ahora el turismo no ha reflejado la cultural real de Cartagena, que es negra y mulata.

Imagínate tú si le dieran un microcrédito a la señora que vende empanadas fritas en la calle; si le damos un proceso formativo para que salga de la suciedad y la informalidad. Al turista le gusta eso. Y eso es turismo cultural.

Turistas en las murallas de Cartagena
Getty Images
Las murallas cartageneras atraen anualmente a miles de turistas.

Se suele decir que Cartagena debió ser la capital de Colombia, que eso habría evitado la fragmentación política, económica y cultural del país.

La sola decisión de establecer Bogotá como la capital, tomada por razones de seguridad, de clima, en fin, te da para todo un análisis.

Pero lo cierto que los procesos históricos se dan sin que el ser humano tenga mucho control sobre ellos.

Porque mira: este era uno de los países con menos desarrollo de vías férreas a finales del siglo XIX, sin comunicación entre las regiones, con tres cordilleras y una geografía tremenda, entonces, donde tú pusieras la capital, aquí iba a haber fragmentación, porque sin comunicación las regiones se iban a fortalecer.

Cuando yo viví en Bogotá en los años 70 la cantidad de gente que me encontraba que no conocía el mar era impresionante. Y en mi barrio en Cartagena era lo mismo: ir a Bogotá era como ir al fin del mundo.

Esa ignorancia del propio territorio no ha sido muy diferente entre los dirigentes del país.

Pues imagínate tú que Miguel Antonio Caro (un político influente del siglo XIX) nunca salió de la Sabana (de Bogotá). No te digo que fue a tierra caliente por ahí cerca, no, nunca salió de Bogotá. Y fue una de las mentes que gobernó el país.

Lo mismo José Manuel Marroquín, que fue presidente de este país: no solo nunca conoció el mar, sino que además se ufanaba de no haberlo conocido.

El país se constituyó así, entre la ignorancia de una región a otra y el asilamiento de cada una.

En Colombia crecemos sin saber la historia de nuestra propia geografía y de nuestra composición humana.

No sabemos que Antioquia, por ejemplo, era en su mayoría población afro. No sabemos que los ilustrados bogotanos, como lo destacó el gran geógrafo alemán Alfred Hettner en el siglo XIX, negaban la presencia de indígenas, mestizos y chibchas en la ciudad, cuando en realidad los blancos eran máximo un 15%.

Uno de los grandes problemas de los colombianos es percibir una historia que no es realmente nuestra historia. Hemos construido percepciones completamente irreales. Tenemos una visión europeizante y queremos ser blancos.

Pintura de la Independencia
AFP
Tras la independencia, Colombia se erigió como un país bogotano, a espaldas de sus regiones históricamente importantes, como la costa caribeña.

¿Esa desconexión con el país sigue existiendo entre los dirigentes colombianos?

En gran parte sí. Siguen todavía de espaldas a nuestra verdadera identidad. Hay ahora una retórica: se habla de la etnicidad, de los afros. Pero sí, seguimos en gran parte negando lo que somos y seguimos siendo gobernados por esos estereotipos.

Uno siente a veces que los costeños se parecen más a los venezolanos que a los bogotanos. ¿Acaso hay más unidad en el Caribe que en Colombia?

Mira que cuando yo voy a Maracaibo me resulta difícil explicarles que soy colombiano.

Pero en serio: yo encontré un documento de los años de la Independencia en el que le proponen a Bolívar construir la república del litoral, desde Venezuela hasta Panamá. Y eso tuvo ecos en el siglo XIX, pero nunca funcionó.

¿Qué puede generar en Colombia la llegada de casi dos millones de migrantes venezolanos?

Históricamente, las migraciones forzadas de población pobre generan siempre sentimientos xenofóbicos. No es lo mismo recibir europeos que recibir lo que algunos conciben como "razas inferiores".

Ahora, la migración siempre es buena. Nada más pernicioso que los sentimientos de pureza.

La Bogotá de los años 70 era terrible: muy tradicionalista, todos vestidos de oscuro. Pero hoy vas y ves a todo el país en una ciudad colorida; físicamente ves un fenotipo distinto. Es fascinante.

Entonces, los migrantes venezolanos con el tiempo van a hacer de Colombia un mejor país, porque es gente joven, que viene con ganas de trabajar, de progresar, que se integran.

Entre más se mezcle el mundo, más rápido tendremos un mundo mejor.

Mira lo que está pasando en Estados Unidos, esa reacción purista y xenófoba a la diversificación. Y te lo digo desde ya: eso se va a superar.

Musicos venezolanos en Colombia
AFP
La música venezolana suena cada vez más en Colombia.

¿Por qué los caribeños parecen inmunes a la desgracia y no parecen preocuparse por nada?

Los caribeños, como todos, son producto de una historia y una geografía particulares.

El frío de la Bogotá que yo conocí en los años 70, sin calentadores, sin los carros y la gente que ves hoy en día, era un clima que te marca, que te condiciona el cuerpo, te lo encorva.

No es lo mismo crecer ahí que a la orilla del mar, con una corporalidad casi desnuda, que te da una flexibilidad corporal. Esa geografía juega un rol en la manera más ligera, más alegre, más abierta como los caribeños toman la vida.

Pero también, esa geografía es inseparable de una historia. Y dime tú: un pueblo que vivió la esclavitud 300 años, que aprendió a reírse en medio de la esclavitud, que defendió la alegría, que se defendió con la música, con la danza. ¿Tú crees que ese pueblo no tiene resiliencia para defenderse de cualquier cosa?

Los esclavos, además, llegaron desnudos de cuerpo, pero traían en la mente y en el alma todo un equipamiento cultural, de tradiciones africanas que defienden y les ayudan a sobrevivir hasta el día de hoy. Incluso a veces sin darse cuenta.

Al lado del sufrimiento, de la gran desposesión, que sufrió el Caribe surgió un sentimiento libertario de defensa a la humanidad y una valorización de la alegría, de la risa y de la felicidad.


Este artículo es parte de la versión digital del Hay Festival Digital.


Recuerda que puedes recibir notificaciones de BBC Mundo. Descarga nuestra app y actívalas para no perderte nuestro mejor contenido.