Opinión

22 de septiembre de 2020, 21:25 PM
22 de septiembre de 2020, 21:25 PM

De arco a arco. Los grandes aciertos del golero Rojas en el arco propio y los desaciertos de los atacantes en el arco ajeno, decidieron este empate que deja a Bolívar con el futuro comprometido en la Copa Libertadores de América.

El arquero académico sacó a relucir cualidades espectaculares bajo el pórtico en dos momentos claves, primero en esa impresionante estirada que lo ayudó  a sacar la pelota del ángulo izquierdo, llegando arriba, bien arriba, negándole por primera vez la posibilidad del triunfo a Tigre. Después, alcanzando abajo, bien abajo, con un manotazo, desviar ese balón que se metía junto al palo, en el penal que pudo haberle dado la victoria al local.

Rojas no pudo lograr el cero en su arco porque sus compañeros de defensa no le dieron una mano luego de que salvara con esfuerzo el remate sorpresivo de media distancia que derivó en el tanto de la apertura.

Con la actuación de ayer, el cruceño demostró que es un golero de selección, que merece que el venezolano César Farías lo haya tenido en cuenta para pelear el arco para los partidos contra Brasil y Argentina.

Bolívar evitó la derrota por la decisiva actuación de Rojas, pero también estuvo cerca de marcar la diferencia que le hubiese dado tres puntos vitales en esta disputa por el pase a segunda ronda, que mantiene con Guaraní de Paraguay.

No ganó porque desaprovechó todas las chances que se le presentaron en el arco contrario. Como aquella acción de Riquelme en el segundo tiempo, tras nuevo yerro defensivo en la salida del cuadro argentino, con el pórtico casi a disposición.

El atacante celeste, normalmente certero y oportuno como en el error del arquero Marinelli que le permitió lograr la igualdad, no definió bien en esta segunda ocasión, dentro del área de Tigre. Dio la impresión que era mejor la gambeta larga que aconseja el manual en lugar de picar la pelota por encima del arquero.

Después, al equipo paceño le faltó fuerza para encarar en busca del triunfo. Los cambios no prosperaron, empezando por la salida del español Rey, una esperanza de algo productivo aún agotado.