El canciller Serra planteó superar las diferencias surgidas con el Gobierno de Morales, luego de la destitución de Rousseff en un juicio en el Senado

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12 de septiembre de 2016, 19:52 PM
12 de septiembre de 2016, 19:52 PM

El canciller brasileño, José Serra, dijo ayer que confía en que los roces diplomáticos con Ecuador y Bolivia, derivados de la destitución de la ahora expresidenta Dilma Rousseff, serán superados, aunque puso en duda que eso ocurra con Venezuela. "Esperamos que, en el caso de Ecuador y Bolivia, se encuentren otro tipo de caminos para nuestra relación, pero en el caso de Venezuela parece que eso será imposible, al menos mientras esté en el poder (el presidente) Nicolás Maduro", dijo
Serra a periodistas tras participar en una ceremonia oficial.

Los Gobiernos de Bolivia, Ecuador y Venezuela, en diferentes tonos, manifestaron su solidaridad con Rousseff desde el momento en que comenzó el juicio político que acabó despojándola del poder el pasado 31 de agosto, cuando fue definitivamente sustituida por el antiguo
vicepresidente Michel Temer.

Esos tres países llamaron a consultas a sus embajadores en Brasilia una vez consumada la destitución de Rousseff, a lo que el nuevo Gobierno brasileño respondió de la misma forma. Sin embargo, en Bolivia, el canciller David Choquehuanca aclaró que se trató de una decisión "normal en la práctica diplomática" cuando un país atraviesa por "situaciones difíciles".

El canciller ecuatoriano, Guillaume Long, mantuvo un tono más duro y reiteró la semana pasada que la destitución de Rousseff fue producto de "una farsa" que "irrespetó la voluntad de los 54 millones de votantes que eligieron a la presidenta legítima".

En el caso de Venezuela, Maduro adoptó una posición mucho más crítica, calificó lo ocurrido en Brasil de "golpe" y, además de retirar al embajador venezolano en Brasilia, ordenó "congelar las relaciones políticas y diplomáticas" con el Gobierno de Temer.

Destituyen a Cunha
La Cámara de Diputados de Brasil destituyó anoche a Eduardo Cunha, arquitecto del impeachment de la presidenta de izquierda Dilma Rousseff, por ocultar cuentas bancarias en Suiza, en una nueva página de la crisis política que golpea al gigante sudamericano.

El plenario, con un quórum de 470 diputados, decidió poner fin a su mandato por 450 votos a favor, 10 en contra y 9 abstenciones (el presidente no votó), al cabo de una sesión intensa en la que el propio Cunha asumió personalmente su defensa, replicando el gesto de Rousseff en las sesiones finales de su juicio político.

"Es el precio que estoy pagando para que Brasil quede libre del PT. Me están cobrando el precio del impeachment que acepté y que nadie más estaba en condiciones de hacer en ese momento", dijo tras recordar a sus colegas que al menos 160 de ellos también enfrentan investigaciones judiciales