El Sedes argumenta que solo tiene seis profesionales para controlar la calidad de los servicios de los centros de estética. Hay tres lugares clandestinos por cada centro legal

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17 de enero de 2015, 16:47 PM
17 de enero de 2015, 16:47 PM

Las ofertas de lugares donde prometen perder kilos de más o achicar la nariz, eliminar las arrugas del cuello o la papada están a disposición del habitante cruceño que no está conforme con el físico con que Dios lo trajo a este mundo.

Tras la muerte de una paciente por un probable mal trabajo de una esteticista, en el afán de moldear algunas partes de su cuerpo, sale a la luz el dato de que por cada centro de belleza legal en la ciudad de Santa Cruz, hay tres clandestinos. EL DEBER recorrió por los lugares donde se ofrece ‘mejorar la imagen’ a través de tratamientos con supuesta tecnología de punta y métodos invasivos, como cirugías plásticas y plástica sin cirugías.

Las tentaciones surgen cuando en estos lugares les explican a los ‘clientes’, por ejemplo, que gracias a la lipoescultura la persona sale caminando ese mismo día y que, en pocas horas, está lista para retornar a sus actividades diarias con varios kilos menos. Además, uno tiene la posibilidad de reducir mejilla, papada, agrandar o disminuir nalgas, deshacerse de la barriga abultada, de las arrugas del cuello y eliminar las bolsas de grasa y piel sobrante de los pómulos.

El cobro se realiza por unidad. Eso quiere decir que se paga por cada zona del cuerpo que se pretende modificar. La mamoplastía (aumento de senos) puede costar $us 1.500 y la reducción de barriga, $us 500.
Las ofertas también están en los avisos clasificados de los diarios. Algunos solo ponen un número telefónico para llamar.

EL DEBER llamó. La cita fue en una casa pequeña del centro de la ciudad. El señor N. hace recoger con un guardia de seguridad privada al periodista de una calle que está a una cuadra del lugar.

La puerta no tenía ningún letrero y el ambiente en el que fue recibido era un living comedor con una vitrina llena de platos, un estante con libros y un televisor de los años 80 del siglo pasado. En una mesa de tocador había revistas de belleza y de Condorito. El hombre contó que hace tratamientos reductores desde hace 30 años y que sus servicios son más garantizados que las cirugías plásticas.

De pronto ingresó una muchacha, saludó y se metió en una especie de consultorio. El hombre comentó que la mujer ya había pasado por tres cirugías que le hicieron en otro lugar y que, a pesar de ello, tenía que realizarse este tipo de tratamientos porque las grasas que antes estaban en su abdomen se estaban localizando en otras partes del cuerpo.
“Este lugar es como un taller donde resbalan las imperfecciones de las cirugías estéticas”, dijo, y sobre los precios, precisó que, en promedio, un tratamiento cuesta Bs 800.

Más de 200 clandestinas
El doctor Joaquín Monasterio, director del Servicio Departamental de Salud (Sedes), reveló que legalmente están registrados 76 centros autorizados para tratamiento de belleza y que si se toma en cuenta que por cada uno hay tres ilegales, existen por lo menos 228 que ofrecen sus servicios de manera subterránea, lo que significa un atentado contra la salud de los pacientes.

“Es bien complicada la cosa. Eso es grave, es alta esa cifra”, enfatiza la autoridad, que también explica que la gente hace emprendimientos que ofrecen mejorar el físico de las personas en un establecimiento, pero que no pasa por el control del Sedes, no formaliza la solicitud de apertura del establecimiento y que mientras no haya un accidente o alguna denuncia estos servicios siguen funcionando. “Hay que desconfiar de la limosna cuando es grande”, dice Monasterio.

Cirujanos que no son plásticos
La muerte de Beiby Guísela Pardo Rodas en un centro estético, aparentemente clandestino, durante un tratamiento de adelgazamiento, deja abierta una realidad preocupante: no existe regulación para normar el trabajo de los establecimientos de belleza.

Así lo cree Erwin Viruez, presidente del Colegio Médico de Santa Cruz, que dijo que existen 51 cirujanos plásticos registrados en la institución, y que, lamentablemente, no todos los que practican operaciones de belleza son cirujanos plásticos. “Se debe elaborar una norma para regular a los centros de estética”, exige Viruez.

¿Por qué no se controla?
“No puedo controlar lo clandestino porque ese es un tema penal”, dice el director del Sedes, que también lamenta que solo tenga seis profesionales médicos disponibles para controlar, y que apelará a los anuncios de los diarios para intentar llegar hasta las ofertas de tratamientos estéticos.

Dos personas que se sometieron a tratamientos estéticos, una con cirugía y otra a través de tabletas e inyecciones, lamentan que las autoridades no puedan ejercer control en los negocios que ofrecen cambiar la parte física de la gente