Nueva era. El correo físico, primero y ahora también el e-mail corren el riesgo de desaparecer por el uso de las redes sociales

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10 de diciembre de 2016, 12:21 PM
10 de diciembre de 2016, 12:21 PM
Hace apenas 10 años el uso del correo electrónico era masivo, mas ahora parece amenazado por la obsolescencia: si el teléfono iba a terminar con la carta manuscrita, ahora se dice que Facebook lo hará con el correo electrónico. Sin embargo, más allá de la vigencia del correo electrónico está el hecho de que escribimos menos cartas, sea en papel o con una computadora.


La tradición epistolar fue iniciada en Roma en el siglo I a.C., aunque los griegos ya utilizaban este medio. La carta era apreciada por los romanos, quienes la usaban para transmitir conocimientos. Séneca le escribió a Lucilio: “La filosofía no es una actividad agradable al público, ni se presta a la ostentación. No se funda en las palabras, sino en las obras. (…) configura y modela el espíritu, ordena la vida, rige las acciones, muestra lo que se debe hacer y lo que se debe omitir, se sienta en el timón y a través de los peligros dirige el rumbo de los que vacilan” 


Con el transcurrir de los siglos se impusieron ciertas convenciones para escribir una carta. El Modi dictaminum, pergamino del siglo XII, enseñaba a escribir cartas de amor. Boncompagnonus, obra de seis tomos escrita en 1215, fue uno de los primeros manuales publicados. 


Este tipo de escritura se consideraba un arte que exigía introspección y reflexión. “Todo el que escribe una carta lo hace como imagen de su propia alma”, decía un tratado del siglo IV d.C. Erasmo de Rotterdam, aficionado al intercambio epistolar, redactó un manual donde indicó que la carta “cuando trata sobre asuntos graves ha de ser seria, cuando trata sobre asuntos comunes, transparente, y cuando trata sobre asuntos banales, elegante e ingeniosa; es ardiente e inspirada en la exhortación, reconfortante y amistosa en el consuelo”. 


Influencia en la literatura

La carta influyó en la obra literaria de escritoras como Jane Austen, que la incorporó a su narración, y otros, como Samuel Richardson, que cultivaron la novela epistolar. Emily Dickinson tenía devoción por la correspondencia y decidió publicar sus primeros trabajos gracias a las palabras de aliento que recibió en las cartas de un crítico literario.


La epístola nos permite profundizar en la sicología de grandes personajes. Beethoven fue dueño de una prosa apasionada que reflejó sus inseguridades. Las cartas entre Manuela Sáenz y Bolívar muestran a un Libertador vulnerable al amor. Un Trotksty furioso escribió a sus partidarios reclamándoles por no apoyar a la resistencia contra el franquismo, pero su lado acaramelado se imponía cuando escribía a Frida Kahlo. 


Las cartas de Jorge Luis Borges a Estela Canto humanizan al escritor erudito del ensayo y la narrativa: “Querida Estela: hasta el día de hoy he engendrado fantasmas; unos, mis cuentos, quizá me han ayudado a vivir; otros, mis obsesiones, me han dado muerte. A estas las venceré, si me ayudas”