Pirotecnia, el único libro que publicó en vida la escritora boliviana Hilda Mundy, acaba de ser editado en inglés 

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14 de abril de 2018, 4:00 AM
14 de abril de 2018, 4:00 AM

Pirotecnia: Ensayo miedoso de literatura ultraísta fue el único libro publicado en vida por la poeta orureña Hilda Mundy, en 1936.  Hace unas semanas fue traducido al inglés y publicado por la editorial We Heard You Like Books, de Estados Unidos, con el título de Pyrotechnics: A Spineless Essay of Ultraist Literature. Brújula conversó con la escritora -también estadounidense- Jessica Sequeira, encargada de esta traducción.

 ¿Cómo conociste la obra de Hilda Mundy? ¿Qué fue lo que te gustó de Pirotecnia que te provocó traducirlo?
Los zigzags imaginativos de Pirotecnia me provocaron pensar de una nueva manera. El humor directo de Mundy y el cuestionamiento irónico de lo que el mundo da por sentado son atractivos. Hay intensos experimentos de pensamiento e imagen que hablan de desarrollos sociales y científicos, pero no de forma didáctica o polémica. La técnica es hacer que todo parezca extraño, absurdo y fresco. En el título del libro hay un juego de palabras, ya que “ensayo” puede ser ‘essay’ o ‘attempt’. Estos poemas de ensayo me parecen como dardos lanzados desde un tren a toda velocidad hacia todo tipo de temas.

En los últimos años he comenzado a interesarme en cómo el conocimiento puede resultar tanto de formas de pensar “lógicas” como a través de otras vías, como la poética, la mística, la visual o la mítica. Los poemas de Mundy, que son muy inteligentes y se llaman un “ataque a la lógica”, también me fascinan en este sentido. Para mí, la escritura va de la mano con la traducción, y leer en profundidad a autores como Mundy, o sea, traducir, es un intento de entender lo que hacen.

En cuanto a cómo descubrí la obra, la escritora Liliana Colanzi me recomendó a Mundy hace unos años, junto con María Virginia Estenssoro, Jaime Sáenz (La noche y Visitante profundo), Jesús Urzagasti, Wilmer Urrelo, Rodrigo Hasbún, Giovanna Rivero, Maxi Barrientos, Jorge Campero, Humberto Quino y Fabiola Morales. Algunos de estos autores los había leído y otros no, y para mí era una caja de tesoro de recomendaciones.

 ¿Qué has conocido sobre la vida y la personalidad de Mundy? ¿Qué fue lo que más te sorprendió de su vida?
Me sorprendió encontrar a una mujer como Mundy, que nació en 1912 en una familia de clase alta y tenía una formación clásica, que no escribía versos inspirados en el latín ni poesía amorosa, por maravillosas que estas pueden ser, sino textos sobre las máquinas y las posibilidades profesionales, con gran ironía, en un estilo que interroga a todas las cosas, incluso el lenguaje mismo. La educación de Mundy le dio un ingenio de púas y un buen ojo para los matices sociales.

Sé que Mundy no estaba completamente sola, ya que había grupos literarios y revistas diseminadas aquí y allá para las que escribió, pero su estilo todavía parece muy único a ella. Siempre es sorprendente encontrar una imaginación realmente vívida.

Sus escritos sobre la Guerra del Chaco también fueron una sorpresa. El editor de Mariposa Mundial, Rodolfo Ortiz, me envió el libro de Mundy, Bambolla Bambolla, que contiene sus textos periodísticos y de no ficción. Esto me abrió una nueva perspectiva sobre su actitud hacia el ambiente boliviano.

¿Cómo has visto el ‘renacimiento’ que ha tenido en los últimos 10 años, con la publicación de sus obras completas y la aparición de nuevos textos?
Bueno, el renacimiento es relativo ya que claro que en el mundo de habla inglesa Mundy sigue siendo bastante desconocida. Hice mi pequeña parte en escribir y traducir un par de artículos sobre ella, además de traducir este libro para una editorial en California, pero la realidad es que el público literario para la poesía experimental es limitado, sean los autores de Bolivia o Inglaterra. Dentro de Bolivia he escucha-
do que está logrando un cierto reconocimiento nuevo, que creo que es tan valioso como las conversaciones que esto produce.

Las olas de popularidad realmente no me preocupan: si alguien aparece en un suplemento literario o está editado, es una cuestión de mercado y tendencias sociológicas, y al final todos obtienen sus cinco minutos de fama. Cuando trabajo en traducciones o reseñas me interesa un autor no por su popularidad, sino porque algo en la obra me atrae en sí.

¿Cómo ves el trabajo que hacía con la cultura popular de la época? ¿De qué manera la utilizaba o se inspiraba de ella?
Mundy estaba muy interesado en la vida cotidiana, desde los periódicos y las revistas populares hasta las cosas que veía mientras paseaba. Muchas de sus observaciones resultaron ser una sátira salvaje. En algún momento, por ejemplo, ella comenta sobre un hombre en las horas de la mañana, cuando su mundo consiste en una taza de café y las columnas del diario, tratando de conciliar sus preocupaciones domésticas con los escándalos lejanos que lee. Se pregunta qué significa el descuido de su cocinero, cuando miles mueren de hambre, trabajadores desempleados de "Y", y qué importa el coqueteo de su esposa en comparación con las frivolidades y escándalos de la condesa "Z".

Los poemas de Mundy están salpicados de referencias a lo cotidiano, desde la lotería hasta el ginecólogo, desde los escotes de damas hasta las fiestas de fin de año, desde los automóviles hasta los desfiles patrióticos. A menudo los grandes pensamientos sociales o metafísicos se yuxtaponen de una manera lúdica con preocupaciones menores. La cultura popular era vista como una comedia, pero también tratada con ternura y simpatía.

Respecto a la traducción ¿Qué te llamó la atención del lenguaje utilizado por Mundy? ¿Fue difícil la traducción?
Los juegos de palabras, los neologismos que Mundy inventa, así como sus innumerables chistes conceptuales, son toda una aventura como traducción. Mundy vincula sus pensamientos de una manera muy ‘staccato’. La dificultad me parece que consistía no en traducir palabras individuales, sino en retener un sentido de esa atrevida inquietud. Intenté respetar el espíritu de Hilda. La traducción es un acto constante de toma de decisiones, y creo que la personalidad de la traductora entra mucho en el trabajo, especialmente con la poesía. Mis elecciones son obvias desde el título mismo: Pyrotechnics en vez de Fireworks, por ejemplo, que llama la atención al proceso técnico de fabricación en lugar del producto acabado deslumbrante.

Una necesidad práctica fue conseguir el libro mismo. Leí Pirotecnia en la pequeña edición roja publicada por La Mujer Rota, en Chile, pero en algún momento este libro se me extravió. Como el libro no está digitalizado, tuve que volver a adquirirlo. En una visita a California lo pedí a través de Amazon; dos días después me llegó. He vivido en Argentina y Chile durante los últimos cinco años y, aunque me encantan estos países, el servicio postal internacional acá es dudoso y muy caro. Tal eficiencia californiana me pareció a la vez maravillosa y aterradora. Mi propio cerebro fue una distracción mientras traducía, ya que seguía pensando en ideas para una secuela de poemas en prosa a Pirotecnia, incorporando prácticas y tecnologías contemporáneas.

¿Qué opinás de ella como vanguardista en relación con lo que ocurría en otros países? ¿Con quién la relacionarías?
Cuando leí a Mundy me acordé de escritores ingleses como Pound y los Vorticists de la revista Blast. La introducción de Edmundo Paz Soldán menciona su semejanza a otros vanguardistas latinoamericanos de la época, como Vicente Huidobro, Oquendo de Amat y Oliverio Girondo.

En otro ensayo suyo también dice que Mundy declaró una adhesión al futurismo y al “espíritu demoledor de Marinetti”. Sospecho que muchos misterios están esperando estallar frente a un posible biógrafo de Mundy y que ella tenía influencias de todo el mundo, comenzando con su seudónimo Hilda Mundy, el nombre de una actriz inglesa.

Voy a ser una mal historiadora y decir que de alguna manera para mí Mundy también me recuerda a Beckett, anacrónico e imposible como eso es. Ya que ella se interesaba en explotar el lenguaje, ¿por qué no podemos explotar el tiempo y darle algunas influencias del futuro? Leí retrospectivamente a Mundy en una declaración como esta:

Y, cada vez más, mi propio lenguaje me parece un velo que debe separarse para llegar a las cosas (o la Nada) detrás de él. Gramática y estilo.
Para mí, parecen haberse vuelto tan irrelevantes como un traje de baño victoriano o la imperturbabilidad de un verdadero caballero. Una máscara. Esperemos que llegue el momento... cuando el lenguaje se usa de manera más eficiente donde está más eficientemente mal usado.


Has traducido también otros autores bolivianos ¿qué es lo que te interesa de lo que se produce acá? ¿Cómo definirías la literatura boliviana?

Para mí, explicar los libros en términos de literatura nacional pone un límite total a la imaginación, y no creo que producir definiciones de “literatura boliviana” sea de ninguna manera útil. Hay muchas más formas de escribir que países en el mapa. Mundy estaba muy influenciada internacionalmente e interesada en ideas que iban más allá de la observación y registro de las cosas que la rodeaban.

Me gustan los autores que intentan renovar el lenguaje, que juegan con ideas, que muestran una sensibilidad emocional, que te hacen andar aturdido por un día después de leer porque han alterado tu forma de ver el mundo. Si traduje a varios autores de Bolivia, es porque su trabajo me sorprendió y me desafió en ese sentido, no porque esté vinculado a una determinada región.

 

 

Hilda Mundy cruza fronteras
La escritora, nacida en Oruro, ya había sido publicada antes en otro país, en  Chile, con la editorial  Los Libros de la Mujer Rota. Esta es la primera traducción al inglés, de las dos que tendrá este año
Hilda Mundy (de nombre Laura Villanueva Rocabado) nació en Oruro en 1912 y murió en La Paz en 1982. En 1936 editó su único libro, Pirotecnia: Ensayo miedoso de literatura ultraísta, con su principal nombre de pluma. Igualmente, como Hilda Mundy, pero también como Madame Adrienne, Jeanette, María Daguileff, Anna Massina, entre otros, publicó en la prensa crónicas, cuentos y textos diversos.En los últimos años, nuevas obras suyas han aparecido. Editoriales, como La Mariposa Mundial, y el proyecto de la Biblioteca del Bicentenario publicaron casi la totalidad de sus textos. 

Jessica Sequeira (California, 1989) actualmente vive en Chile. Ha publicado un libro de cuentos y una colección de ensayos. También escribe poesía. Este año publicará dos libros.