Random es el título del nuevo disco con el que Charly García marca su regreso al rock latinoamericano, siete años después de Kill Gill. Un disco que no ha decepcionado a sus seguidores, que ven renacer la figura de García

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11 de marzo de 2017, 4:00 AM
11 de marzo de 2017, 4:00 AM

 Yo quería ser fascista, pero no me fue bien/ Después psicoanalista, pero ahí me asusté/ La medicina quiere otro, otro, otro/ Querían a otro en mi lugar.  (Charly García, Otro)


Otro es el título de uno de los diez temas de Random, el disco con el que Charly García rompió el enigma en pleno febrero, ese hermetismo que reunía en una misma bolsa, estado de salud y estado artístico. Son canciones nuevas con una nueva iconografía –el ichtus, símbolo cristiano que representa un pez– y letras con la acidez pop de siempre, autorreferenciales hasta la impiedad. Como la que encabeza este texto. Fascista, psicoanalista y medicina son palabras recurrentes en su obra. El cine, otra omnipresencia en el mundo Charly, aparece como otro elemento central en Random. 

El mismo Charly
Charly no es otro. Algunos lo imaginaron –tal vez con algo de deseo inconsciente– lobotomizado, pero hay un fuego que perdura y que alcanza para iluminar o arrebatar. Charly se muestra aquí, fatalmente, más Charly que nunca: logró salir del laberinto en el que estaba atrapado –una senda delgada entre el derrape final y la posibilidad de una isla química– por arriba, con rock. Random es un disco de rock, un muy buen disco de rock. El primero de Charly en siete años. Si se tiene en cuenta que Kill Gil (2010) estaba listo desde 2007, deberíamos hablar con precisión de una década de sequía. Parecía que la obra de Charly ya estaba hecha, y que bastaba para satisfacer la nostalgia de todos. Muchos la clausuraron en algún momento de la década del 90. Pero apareció Random como si fuera la llave extraviada de un candado y se convirtió, instantáneamente, en un artefacto clave para completar la mirada sobre el mayor músico de rock vivo de América latina. 


Como ocurre con Bob Dylan o Paul McCartney, Charly decidió hundirse en los sonidos que lo forjaron y relajar en armonías y rítmicas que proyectó a lo largo de 45 años. De acuerdo a cada tema profundizó o flotó en su propia música, un folclore en sí mismo. Los que juzgan Random como un mero prodigio de supervivencia deberían alquilarse una vida y quedar confinados eternamente en una charla de café o en una sobremesa. García irrumpió con 10 canciones luminosas, altaneras, inteligentes en su mayoría, agrias y tiernas, adolescentes e irónicas, con ráfagas que remiten a etapas puntuales de su obra.

Esa es la operación, ahí funciona el random: como usina aleatoria que produjo un material que se acomodó en diferentes ficheros, del período Prince de Parte de la religión a Kill Gil. Es curioso: hay un salto olímpico por sobre la etapa Say No More, período reivindicado tercamente por Charly. El diálogo con las etapas es más musical que letrístico. En términos líricos Charly se exhibe fatalmente contemporáneo. Entre la canción confesional, la viñeta costumbrista y la crítica social marca García, que tuvo su cenit en Pequeñas anécdotas sobre las instituciones, se despega y queda siempre un poco adelantado y al mismo tiempo un poco al costado.


Hay muchos mensajes en Random, un mundo B para desentrañar. Destila una sabiduría rock que es, finalmente, una poética. Su poética. Por lo pronto, alguien tenía que decir algo de la gramática fatal de los celulares y de los “jaja”