La dibujante argentina habla de Casa Transparente, obra con la que ganó el I Premio de Novela Gráfica Ciudades Iberoamericanas el año pasado 

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10 de febrero de 2018, 4:00 AM
10 de febrero de 2018, 4:00 AM

Vivir en otras casas. Ser una huésped temporal en una de esas casas. Vivir sola en una casa ajena y por eso no saber dónde está el abrelatas. Convertir la casa en una porción de mar y simplemente zambullirse en sus aguas. Volver de vez en cuando a la casa de los padres a recobrar energías. Estar un tiempo en Buenos Aires, quizás ir a Tucumán, arriesgarlo todo en Cuzco. Mostrar hechos significativos de esa vida vivida en casas transparentes, en barrios desconocidos. Dibujar, ilustrar, escribir.  


María Luque publicó a finales del año pasado el cómic Casa transparente, una obra en la que recuerda con imágenes una época en que trabajaba cuidando las casas de amigos. Con este trabajo ganó el I Premio de Novela Gráfica Ciudades Iberoamericanas, lo que le valió ser editada por Sexto Piso en España y en México. El premio le fue entregado en la XXXI Feria del Libro de Guadalajara. 


En Casa transparente Luque recuerda veranos con amigos en Bariloche y un primer encuentro amoroso con un hippie en un concierto de Pappo, corre en pijamas poniendo en práctica un plan aprendido en Youtube. El libro es una serie de pequeños acontecimientos, reales y ‘surreales’, dibujados de una manera ‘naif’, si se quiere, un estilo que Luque ha sabido pulir y que encaja muy bien con las historias mínimas que cuenta.


“Ahora estoy un poco más establecida. Ya son dos años que estoy viviendo en Buenos Aires, y no estoy cuidando casas, solo cuando algún amigo se va de viaje y me pide que le riegue las plantas, pero no me instalo en su casa”, indica Luque (34 años, nacida en Rosario) en esta entrevista. Luego agrega: “Por un tiempo para mí fue genial encontrar esa manera como para poder ahorrarme, o sea, no tener un alquiler fijo todos los meses. Y ahora ya no lo estoy haciendo pero no lo descarto (ríe), no tengo casa, no tengo muy claro dónde voy a vivir este año, tengo ganas de seguir viajando, y cuidar casas para mí siempre es una buena opción”. 

 

El premio
Casa transparente ya la tenía casi concluido hace un par de años, cuando vio la convocatoria para el Premio Ciudades Iberoamericanas lo retomó, le quitó el final y algún capítulo que no la había convencido. El jurado integrado por Powerpaola, Liniers, Paco Roca, Chiquinha y Santiago Tobón la declaró ganadora. Nada mal para alguien que ingresó al mundo de las historietas recientemente. 


“Yo mientras hice la carrera de Arte pintaba; en realidad, sigo pintando, pero la verdad que nunca terminé la carrera. Cuando estaba en la facultad yo no leía historietas ni tampoco tenía intenciones de hacerlas, porque no conocía. Fue algo mucho más reciente. Creo que la primera novela gráfica que leí fue en el 2010. Hace ocho años”, recuerda la artista rosarina. 


Algunos de esos primeros cómics fueron Persépolis, de Marjani Satrapi, y Virus tropical, de Powerpaola, dos trabajos autobiográficos que marcaron el camino de Luque y la ayudaron a contar sin temor sus experiencias personales. “Cuando leí eso me pasó que me dieron ganas de ponerme a narrar mis propias historias, me resultó increíble saber que habían historietas que no tenían nada que ver con los superhéroes, que a mí la verdad nunca me han interesado”, señala Luque.


Para la historietista, la obra autobiográfica es a veces un ejercicio difícil por el sentimiento de exposición que puede conllevar,  y también está la sensación de que la gente que la lea pueda juzgar sus decisiones. “Pero Casa transparente obviamente está un poco tamizado por los años, porque por ejemplo la historia que yo cuento, si bien es reciente, no la conté en el momento en que iba viviendo, la conté varios años después. Entonces, también era un ejercicio el recordar toda esa cosa que pasó que hace entenderla de otra forma. O sea, yo le veo todo a favor a la autobiografía. Yo no tengo ni una queja”.

 

Su estilo
María Luque siempre fue muy consciente de que no tenía habilidad para generar un dibujo realista, y al mismo tiempo nunca le preocupó esa falta de habilidad. “No me atrae visualmente ese tipo de dibujos cuando lo veo en otros autores. Si bien siempre me frustraba, sobre todo cuando estudiaba en la facultad, y me decían que me faltaba, que no estaba bien o que no era anatómicamente correcto lo que yo hacía, pero la verdad, por suerte pude sacarme eso de encima muy rápido. No me importó o no me interesa tener un dibujo anatómicamente correcto. Así que la manera en que yo dibujo todo el tiempo va cambiando. Van apareciendo cosas nuevas. Pero es la manera en la que yo me siento cómoda”, dice Luque. 


La ilustradora rosarina piensa que este es un gran momento para las mujeres que se dedican al cómic. “Yo creo que tiene que ver un poco con eso de, me da la impresión, de ver otras autoras que se animan a contar sus propias historias”, reflexiona, y recuerda una vez más cuando leyó Virus tropical, fue instantáneo, tuvo ganas de hacer historietas y contar su vida. “Así como a mí probablemente le pasó a un montón de autoras”, arguye.

“Es una especie de bola de nieve medio imparable, y también  eso coincide con un momento en el que las mujeres estamos tratando de escuchar cada vez más nuestra voz; entonces, la historieta es un medio superindicado para eso”, comenta y habla de la experimentada Maitena, de que en su momento álgido de su carrera quizás debió sentirse sola sin otras chicas a su alrededor, en cambio ahora hay un montón de proyectos editoriales, festivales, colectivos como el Chick On Comics. “Está buenísimo esto de no sentirse sola en un mundo de hombres”. 


Luque tiene una novela anterior a Casa transparente, titulada La mano del pintor, que se publicó en 2016. Gracias a sus ilustraciones publicadas en su cuenta de Instagram realizó una serie de trabajos para el newsletter de Lena Dunham, la estrella de la serie Girls (“aunque nunca me contacté personalmente con ella”, aclara).  De Bolivia conoce al ilustrador Marco Tóxico. Y por esta época vive íntegramente de su arte, ya sea vendiendo sus obras o dando talleres. Algo que la llena de felicidad. 
 

Portada de Casa Transparente
La novela gráfica de María Luque