Minujín reproducirá en  la 14.ª edición de la Feria Documenta de Kassel una   de sus obras importantes, el Partenón de libros prohibidos

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11 de marzo de 2017, 5:00 AM
11 de marzo de 2017, 5:00 AM

“Arte, arte, arte” es la frase que resuena cuando pensamos en la poética de Marta Minujín: una poética consagrada a desactivar las categorías estéticas que alejan al arte de la vida e inmovilizan la experiencia de la obra. No pocas veces ha asegurado que vino al mundo para intensificar la vida de la gente a través del arte, y sus obras lo afirman: La destrucción (1963), La Menesunda (1965, en colaboración con Roberto Santanonín), El pago de la deuda externa con choclos (1985, en colaboración con Andy Warhol) y El obelisco de pan dulce (1979).

Todas obras en las que la psicodelia, la exploración de la materialidad, lo efímero, el proceso, lo monumental y la imaginación pop se combinan en la acción de deslizarse de los imaginarios establecidos de autor, arte y obra para generar con su arte percepciones alteradas, modificaciones del entorno, destrucciones de lo creado y la participación colectiva de los espectadores. 


Con una carrera que se inició a sus 16 años y exhibió su compromiso en la performance, en la que se casó con el arte (2013), hoy, a los 74 años, Minujín es una de las artistas más importantes de Argentina y se la recuerda como una de las iniciadoras de la práctica del happening en el país. 


Ahora está preparándose para presentar en la feria Documenta 14 de Kassel (Alemania) una nueva versión de El Partenón de libros, obra de participación masiva y arte en proceso que ya había realizado en 1983 en Buenos Aires, con libros que la dictadura militar había prohibido para que luego cada espectador pudiera llevarse uno.


Si la artista realiza obras para destruirlas, la repetición es una posibilidad que desdeña la obra como producto privilegiando el concepto y su experiencia, y que actualiza sentidos políticos dependiendo del contexto y del momento en el que la obra se repita. Es por eso que la reversión de una de sus obras más icónicas en una feria de la importancia de Documenta no petrifica el impulso vanguardista de la artista, sino que, a través de la participación y la disolución, mantiene como siempre al arte al resguardo de la museificación cosificadora.


_ ¿Cómo va la planificación del Partenón de libros?
Estoy feliz por lo del Partenón de libros, porque aparte antes fue solo en Argentina, cuando se iban los militares y llegaba Alfonsín. Pero ahora me invitan a la exposición de arte más importante del mundo, más de vanguardia, para participar con una obra que es de arte efímera, de participación masiva y de arte en proceso, porque toda la obra va cambiando durante los 100 días que dura Documenta. Me quedo muy contenta porque esto prueba que soy de ultravanguardia, porque ya en el 83 la hice, excepto que nadie la entendió como obra de arte en ese momento.
 

_ ¿Cómo la veían?
Como algo relacionado con la arquitectura. No se entendía qué era. La gente no entendía qué era eso, pensaba que era publicidad.
 

_ ¿Y ahora siente que la validan como obra de arte?
Claro, claro. Por supuesto. Ahora han empezado a revalorizar toda mi obra testimonial y multifacética, como fue El Obelisco acostado, El Carlos Gardel de fuego, la Torre de pan de Joyce. Todas esas obras que vine haciendo a lo largo de todos estos años con los mitos universales y que ahora es como que se revaloriza todo. Pero la mejor obra de mi vida igual va a ser esta. Es la mejor, la mejor. Porque es la más grande, la más faraónica. Es como una obra increíble, y aparte el movimiento que causa, que todo el mundo me tiene que dar libros, después estos libros se los lleva la gente y vuelven a poner otros. Es una obra viva, que vive.

Almohadas y colchones de la exposición Chambre d’Amour, de Minujín, que fue llevada a París
Almohadas y colchones de la exposición Chambre d’Amour, de Minujín, que fue llevada a París

_ En su momento el Partenón de libros fue una obra que celebraba el retorno de la democracia en Argentina. ¿Qué acontecimiento explora la construcción de un nuevo partenón de libros en el particular contexto histórico, político, geográfico de esta Documenta de Kassel, que se acerca a los bordes de Europa para incluir voces de afuera?
Bueno, yo creo que mejor momento que este no hay, porque este partenón es el partenón de la paz. Todos los libros que están ahí van a ser de buena onda y van a tener que ver con la paz. Aparte, todos los países del mundo están contribuyendo con estos libros y la gente se da cuenta de lo importante que es en estos tiempos terribles que están pasando, de segregación, de separación y de todo, volver a la cuna de Occidente donde los valores estaban por encima de todo.

Los valores humanos, porque por ejemplo hace 4.200 años, cuando el cristianismo todavía no había aparecido, la gente pensaba que el hombre podía superarse a sí mismo y tener el poder de un dios. Ahora, con internet y con todo eso, el hombre ya casi puede hacer de todo, volar, esto, lo otro. Se confirma, pero lo único que no se confirma es el poder del mal. Entonces, este partenón es oscilatorio solamente hacia el lado positivo. Porque, por ejemplo, Hamlet fue prohibido en Etiopía, toda la obra de Kafka fue prohibida en la Unión Soviética, Nietzche, por el nazismo. Entonces, va mostrando cómo los libros fueron prohibidos en determinados momentos de la historia y en qué países.


_ Al ser esta una obra efímera y de participación colectiva, de la que cada espectador se lleva un fragmento ¿Qué tipo de consumo y expectación usted propone con su obra? ¿Cuál es la relación, si se quiere, entre consumición y consumación?
Bueno, cuando la gente se lleva los libros y los termina de leer, la obra termina. Porque yo hago la obra con tanta barbaridad de libros y gente que me ayuda, y al final la destruye o la desarma un público que está hecho para ellos. Algunos libros se van a comprar, otros se van a conseguir y después la gente se los lleva gratis. Entonces, es muy bueno porque se llevan un libro, lo que es otra cosa muy importante porque poca gente anda en las calles con un libro. Se llevan un libro, encima un libro que tiene que ver con la paz, con la libertad, con todo eso.
 

_ ¿Qué tipo de relaciones y efectos entre los espectadores busca generar esta obra al disolver y mezclar los límites entre la lectura (entendiéndose lectura en la modernidad como práctica aislada y solitaria) y la experiencia estética de la instalación y lo colectivo?
Bueno, va a movilizar internamente a la gente el hecho de llevarse un libro, porque algunas obras yo las hice con comida, y la gente se llevaba la comida y la comía, pero esto es la modificación del pensamiento. Y como este partenón tiene esta dirección que oscila en las distintas tendencias que cada país tuvo, la gente se va a poder estimular el pensamiento. Es la experiencia estética de la instalación y el hecho de llevarse un libro, y en la acción está mezclada la consumición y la consumación, en todo eso.


_ Y teniendo en cuenta que la Documenta de Kassel es uno de los eventos que intenta definir el arte contemporáneo ¿Desde qué lugar intenta intervenir en esa definición?
Como es totalmente contemporáneo lo que hago, más que nada desde del futuro. No hay otros artistas que hagan esto, así que, que haya muchos más que lo hagan después. Aparte, que entrega un mensaje tan contundente porque a Documenta van 15.000 periodistas acreditados y 100.000 personas interesadas en el arte. Entonces, es como fantástico ver esta obra porque puede llegar a influir a las generaciones posteriores.
 

_ ¿Está pensada la obra en una línea temporal de comienzo y fin?
Sí, está pensada así. Al principio va a estar la mitad del partenón con libros, y después cada día se le va a ir agregando libros que van a estar llegando de todos los países del mundo y el último día se va a desarmar, el 17 de septiembre. Es decir, el Partenón va a estar por cien días, pero no cubierto del todo, después se va cubriendo, cubriendo, cubriendo, y el último día se desarma y se envía a las bibliotecas de toda Europa.
 

_ La construcción de lo efímero y la destrucción de lo creado es una de las constantes en su obra en general. ¿El archivo ocupa un lugar en todo esto? ¿De qué manera usted construye una memoria de lo desaparecido?
Bueno, algo ha quedado de toda esa obra que desapareció. Algunas cosas no, otras sí, pero como yo destruí también parte de mi obra como obra, en realidad, es como vivir el momento. Lo que me interesa de mi obra es hoy. Después, que lo recuerden. Que se transforme en un mito recordado, pero no que la obra no exista. Existe en la memoria y en la documentación. Ahora, con el tema de internet y todo eso mi obra debe estar en todas las redes.
 

_ En ocasiones usted afirma que el personaje Marta Minujín es la obra. ¿Hay obra por fuera del cuerpo presente? ¿Cuál sería el resto luego de la muerte? ¿Hay vida por fuera del arte?
No, yo creo que no, que el arte es vida y la vida es arte. Yo vivo para crear y creo para vivir. Es decir, vivo para trabajar y trabajo para vivir. Ese es el tema. Así que para mí nunca hay una vida fuera del arte. Salvo la naturaleza, la naturaleza me parece que sí, que es como otra forma de arte que ya estaba en el mundo. Ya estaba.
 

_ Se puede decir que usted tuvo dos etapas en las que no consumía drogas. En sus inicios, y desde hace unos años cuando las dejó definitivamente. ¿Cómo ve esas dos fases de su obra, al comienzo y al final? ¿Cómo afectaron las drogas en su carrera artística en general?
Al comienzo, como eran todas drogas psicodélicas, lo veo más positivo porque hice mucha obra psicodélica. Pero la segunda vez fue muy malo para mi arte también, porque dejé de trabajar como por  diez años. La droga me consumió y después la dejé totalmente, y ahora estoy mejor que nunca.
 

_ ¿Cómo busca generar con su obra circuitos alternativos al monetario o un uso alternativo de las monedas? (Pensando, por ejemplo, en El pago de la deuda externa con choclos que hizo)
Para El pago de la deuda externa con choclos, yo pensé que la Argentina, que fue el granero del mundo durante la I y II Guerra Mundial, ya había pagado con creces cualquier deuda que se pudiera producir, puesto que comer es algo fundamental en las guerras para que la gente siga sobreviviendo. Pero para vivir de mi arte, generalmente, y hacer esas grandes obras, con la gestión, con esas obras de gestión, con eso yo logro seguir viviendo de mi obra, aunque mi obra desaparezca. Yo creo que el único artista que hace cosas parecidas a las que hago yo es Christo, porque gasta millones con la plata de los otros y hace esas obras monumentales, que también desaparecen.
 

_ ¿Qué significó para usted toda esa época con Andy Warhol? ¿Cómo fue para usted formar parte de ese movimiento artístico en Nueva York en esa época?
Fue extraordinario y memorable. Fue fantástico y se vivía en arte todo el día y fue muy divertido porque el arte pop es muy divertido. Fueron los mejores años. Ahora estoy más aislada, trabajando en mi taller y no encuentro colegas que tenga el mismo espíritu que yo, pero en aquel momento éramos todos parecidos