El yeísmo ha ido ganando espacio entre los jóvenes en casi la totalidad de América y España a tal punto que ha conseguido ser aceptado en la norma culta del idioma

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27 de abril de 2019, 8:00 AM
27 de abril de 2019, 8:00 AM

El estudio de los idiomas se aborda de la misma manera que se hace el estudio de un ser vivo, pues la lengua se la concibe como un cuerpo viviente al ser una construcción social que refleja la manera de vida de sus individuos.

Una lengua hablada por más de 400 millones de personas, como el español, inevitablemente presentará diferencias entre los hablantes de diferentes regiones, que no necesariamente tienen que ser tan distantes; a veces la diferencia se da entre hablantes que están a unos cuantos kilómetros, como se da en Bolivia entre las personas que son yeístas y las que no.

Yeísmo

El yeísmo consiste en pronunciar el dígrafo ll (elle) como si fuera y (ye) en todas las variedades dialectales: [yáve] en vez de llave. De esta manera, los hablantes yeístas no pueden distinguir cuándo se produce el fonema /ÿ/ (en pollo) o el fonema /j /(en poyo).

El yeísmo ha ido ganando espacio entre los jóvenes en casi la totalidad de América y España a tal punto que ahora ya no se lo considera un vicio del lenguaje; al contrario, su constante expansión ha causado que sea aceptado en la norma culta del idioma. Aunque el latín no tenía la articulación del fonema /ÿ/(de llave), el español y los demás idiomas neolatinos que pronuncian la ll debieron crear un signo propio, sin embargo no fue así, ya que el provenzal (francés meridional, catalán, etc.) se sirvió de dos eles ll; el portugués de lh (filho), y el italiano de gl o gli, escribiendo bataglia (batalla) e imbroglio (imbrollo). El Diccionario etimológico de la lengua castellana (1941), de Pedro Felipe Monlau, individuo de número de la RAE, describe que la ll se forma arrimando con alguna fuerza toda la lengua al paladar, junto a los dientes superiores. Si la presión contra el paladar es débil o incompleta se produce la articulación de la ye o de la i; resultando en pronunciar gayina en vez de gallina.

El yeísmo en Bolivia

A pesar de que el yeísmo es un hecho que inevitablemente acabará por imponerse en toda la lengua española, Bolivia es uno de los poquísimos países hispanohablantes lleístas, es decir que sus hablantes hacen la distinción entre elle y ye, aunque en realidad lo hace solo una región. Así, la cultura occidental ha conservado la articulación de la elle, mientras la oriental la ha reemplazado por la ye.

Las razones de este hecho se encuentran, básicamente, en las estructuras sociales sobre las que erigimos nuestras culturas. Los asentamientos humanos de la cultura quecha y aimara en el occidente del país dejaron un invaluable legado cultural apreciable hasta ahora en ritos y tradiciones andinos. Dentro de ese legado, el quechua y el aimara no solo han logrado perdurar en el tiempo, sino que han aportado expresiones a la lengua española, como yapa, además de estar incorporados en el currículo escolar regionalizado.

Y es en el aimara y en el quechua donde está la explicación para que el occidente haya logrado mantener la articulación de la elle (de llajua), pues estos dos idiomas tienen en su sistema fonológico el sonido palatal lateral elle/ÿ/. El Diccionario quechua, de Gerald Taylor, permite apreciar una abundante cantidad de palabras con elle: llulla (mentiroso), llajta (pueblo), llunku (zalamero). Es más frecuente encontrar este sonido en medio de la palabra y no así al inicio; además se presentan algunos casos en aimara y en quechua en que la elle está al final de sílaba, situación que en el español no se presenta, salvo en préstamos (hall, ullquista).

La enorme presencia de palabras aimaras y quechuas en la cultura occidental constituye la base para que siga siendo una sociedad lleísta. Aunque la tendencia parece ser que las nuevas generaciones no transferirán ese bagaje cultural a sus hijos por desinterés o por la inevitable globalización.

El yeísmo en el oriente

El oriente boliviano es una sociedad eminentemente yeísta, pues se presenta una situación totalmente opuesta al caso occidental. El dialecto camba está compuesto por el guaraní y el chiquitano, lenguas que no articulan el sonido elle /ÿ/, pero sí tienen el sonido de la ye /j/. El escritor guaraní Herlan Ayreyu publicó el Diccionario guaraní–castellano en el que describe que la lengua cuenta con 28 letras, entre ellas no aparecen la ele ni la elle, pues esos sonidos no pertenecen al sistema fonoló- gico guaraní.

A cambio de ellos sí existe la grafía ye (Y), en palabras como yasoropai (gracias), yagua (jaguar), entre otras muchas. Este hecho es quizá la razón de que seamos una sociedad yeísta. Otra de las razones por las que hemos ido perdiendo el fonema de la grafía elle es por la necesidad de aprender inglés, idioma en el que tampoco existe este sonido.

Además, no se puede olvidar que constantemente estamos adoptando extranjerismos a nuestro léxico, incluso Ayreyu menciona que el carácter abierto del camba ha causado una suerte de neocolonización interna. De esa manera, es cada vez más frecuente en este lado del país pedir poyo en vez de pollo, pues ni la misma escuela está pudiendo contra el yeísmo con profesores con recurrentes errores de dicción.