Obituario. El 8 de agosto falleció en México el caricaturista Eduardo del Río (Rius). En su 80 aniversario, Poniatowska hizo un perfil de él

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9 de septiembre de 2017, 4:00 AM
9 de septiembre de 2017, 4:00 AM

Si en los 50 Rius me hubiera propuesto matrimonio, hoy sería su señora y le habría dado unos cuatro o cinco supermachitos güeritos y un poco tímidos como él, pero como nunca me dijo nada (seguro porque no soy vegetariana ni comparto su agnosticismo), aquí estoy solita 77 años después de conocernos.

Rius, Eduardo del Río, siempre guardó un perfil bajo, será porque no come carne. Toda la vida le pagaron una miseria, pero como no come tampoco arroz o huevos, tortillas o chocolates, dice que no le importa. Así como lo ven ustedes de flaquito, ha sido capaz de descontar de un solo uppercut a Vicente Fox Quesada y a tirar en la lona por knock out a Felipe Calderón. A diferencia de muchos intelectuales que se creen la divina garza, no es una vedete ni tiene un ego del tamaño del mundo. Será porque fue seminarista durante siete años y lo aleccionaron los salesianos. Iba a ser sacerdote, pero terminó en Gayosso como gerente de comunicaciones, o sea telefonista, y en su tiempo muerto, que era mucho (porque entonces no había tantos difuntos que pudiera ofrecerse un entierro a la Gayosso) hacía una enorme cantidad de dibujos que paliaran la grisura funeraria de los ataúdes de metal. 

En 1954 lo acogió la revista Ja já, pero fueron Los Supermachos y luego Los Agachados, que aparecieron a finales de los años 60, los que lo convirtieron en el Rius que conocemos. Autor de más de 7.000 libros, Rius es nuestro Piaget, nuestro Freinet de la Escuela Activa. Ivan Illich, su vecino en Cuernavaca, Skinner, el padre del conductismo, Pestalozzi, Montaigne y Federico Froebel todos hechos croqueta. Rius es, sin proponérselo, uno de los grandes educadores de México del siglo XX...

Aunque tendríamos que preguntarnos qué caricaturista es de derecha, los libros de Rius son mucho más que los de un gran caricaturista. Rius ha enseñado, informado y politizado a millones de mexicanos. Después de su libro Cuba para principiantes, en defensa de la revolución castrista -"Fidel, Fidel, ¿qué tiene Fidel que los americanos no pueden con él"-, publicado en 1965, Rius le echó agua a su vino, como diría mi mamá, y ya no propuso la rebelión armada para lograr un cambio. Casi 30 años más tarde, en 1994, Rius, honrado a carta cabal, hizo pública su decepción de la Revolución cubana en Lástima de Cuba y dijo que su Cuba para principiantes era la obra de un novato.

El subcomandante Marcos, líder del EZLN, reveló en una entrevista que Rius había sido su maestro. "En la provincia, la política llegaba por Rius o no llegaba". Ahora el ‘Sub’ ha cambiado de personalidad y se reinventa a sí mismo; Rius podría ayudarle a encontrar un nuevo personaje, quizá el de Arturo de Córdova que besaba a Libertad Lamarque.

Todos los moneros lo quieren por su capacidad, pero también por su modestia. Rius, secuestrado en 1969, es uno de los santos de Rafael Barajas, ‘El Fisgón’, que cree más en él que en la Virgen de Guadalupe. Y yo creo más en El Fisgón que en Dios Padre.
Todo lo que sé y sabré jamás de marxismo se lo debo al Marx para principiantes, de Eduardo del Río, Rius, aunque no sé si él todavía siga creyendo en Marx....
Durante años tuve sobre mi máquina de escribir Olivetti una calcomanía de Los Supermachos que luego se transformaron en Los Agachados para que me trajera suerte, así es que pensé en Rius de mañana tarde y noche. "¡Ah, trae usted a  Los Supermachos!", me decían en Estados Unidos  porque de esa historieta se vendían 250.000 ejemplares semanales.

Rius es el más entrañable de los caricaturistas y su vastísima obra no solo es la educación política de los mexicano sino su educación sentimental. A ninguno de los enamorados de Rius le puede ir mal, y yo sigo, desde hace más de 50 años, perdida de amor por él. 

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