Un comité que convocó a empresas privadas y un municipio que cortó con el Gobierno central para enfrentar la pandemia. Así pasó Guayaquil de una vorágine con 460 muertes diarias a ninguna.

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13 de junio de 2020, 13:49 PM
13 de junio de 2020, 13:49 PM

Ella misma padeció la enfermedad. Luego de dirigir un conteo en los cementerios de Guayaquil (Ecuador), la alcaldesa Cynthia Viteri evidenció que la cifra de muertos por coronavirus (Covid-19) rozaba los 10.000; no 2.000 como señala la data pública. Desde entonces, desconfía.

“Nunca tuvimos un momento más difícil como el de ahora", lamenta la burgomaestre a través de una videollamada. Con el modelo que implementó en esta ciudad de 2 millones 790 mil habitantes, en menos de un mes el número de decesos pasó de 460 diarios a ninguno.

La primera iniciativa —dice— fue cortar con la gestión de Lenín Moreno. Este es un extracto de una entrevista con La República.

—¿En qué etapa de la crisis encaró al Gobierno para intervenir a través del municipio?

El 6 de abril, con un pico de 460 muertes diarias por coronavirus y un desastre mundial. Les dijimos: no sirven, lo hacemos nosotros. Unos 500 médicos salieron a buscar casa a casa a los enfermos, les hicieron muestras y llevaron medicina.

Pusimos 25 ambulancias, levantamos 50 puntos de salud y cinco carpas en fronteras con otros cantones. Hasta el momento, 74.900 pacientes han sido atendidos allí.

Asimismo, construimos dos hospitales grandes para atención intermedia que tienen 300 camas con oxígeno, y 35 clínicas móviles que recorren toda la ciudad.

Al 10 de mayo llegamos con cero muertes por encima de lo normal y la velocidad del virus reducida de 3,3 a 1,2. Al día de hoy tenemos veinte días saltados con cero muertes. Ahora toca hacer 50.000 pruebas para saber si cambiamos de semáforo (de amarillo a verde).

—A su modelo se le ha descrito como “cooperativo”.

Es una suma de fuerzas. Unos 35 millones de pesos destinados para obras de este año los usamos en la pandemia. La ayuda en medicinas y camas llegó de la empresa privada y de organizaciones convocadas por un comité que dirige Jaime Nebot (exalcalde).

La ventaja es que pueden comprar directamente, sin trámite burocrático. Acá mucha gente ha muerto por desidia.

Otras instituciones y fundaciones nos dieron camas. Yo compré las máquinas que generan oxígeno y las pusimos en el Hospital Bicentenario, el más grande construido en 66 días.

Creamos dos fondos a través de la Banca: pusimos 10 millones de dólares en uno y 50 millones de dólares en otro para dar préstamos a pequeños y medianos comerciantes. Con eso ponemos plata en los bolsillos y la economía empieza a circular. El llamado es ‘quédate en casa, te llevo comida hasta para tu mascota, solo sal a trabajar’.

Todos los días visito 5.000 casas, puerta a puerta: les llevamos medicina, mascarillas (porque aquí especularon con los precios) y desinfección (porque encima hay dengue).

Usted ha sido muy crítica de la gestión de Moreno. ¿Reafirma, a estas alturas, que fue nefasta?

Por supuesto. Fíjese, acá los muertos fueron secuestrados, en los hospitales se pedía dinero para identificarlos. A varios deudos les dieron las cenizas que no corresponden. Algunos no saben incluso dónde están sus muertos. Es la tragedia de esta guerra.

Si no ingresábamos a trabajar —porque ingresamos sin que fuera nuestra competencia—, esto se hubiera hundido con ciudad y todo. (Tomado de La República-Perú)