El Informe Mundial sobre Delitos contra la Vida Silvestre 2020 de la Unodc señala que las enfermedades zoonóticas representan hasta el 75% de todas las enfermedades infecciosas emergentes. La entidad advierte que el tráfico de algunas especies silvestres son una amenaza para la salud humana

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16 de julio de 2020, 18:20 PM
16 de julio de 2020, 18:20 PM

Las enfermedades zoonóticas representan hasta el 75% de todas las enfermedades infecciosas emergentes e incluyen el SARS-CoV-2 que causó la pandemia de Covid-19, indica el Informe Mundial sobre Delitos contra la Vida Silvestre 2020 de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (Unodc, por sus siglas en inglés).

Los resultados del estudio manifiestan que, cuando los animales salvajes son saqueados de su hábitat natural, masacrados y vendidos ilegalmente, aumenta el potencial de transmisión de enfermedades zoonóticas, aquellas causadas por patógenos que se propagan de los animales a los humanos.

Los productos ofrecidos de las especies traficadas para el consumo humano, por definición, escapan a cualquier control sanitario o de higiene; por lo tanto, presentan riesgos aún mayores de enfermedades infecciosas

El Informe señala que los pangolines, que se identificaron como una fuente potencial de coronavirus, son los mamíferos salvajes más traficados en el mundo, y las incautaciones de escamas de pangolín se multiplicaron por diez entre 2014 y 2018.

Animales y plantas

 El informe se suma a otro anterior de la entidad, que señalaba que, además de representar una amenaza hacia las especies en peligro de extinción, los delitos contra la vida silvestre y la explotación de la naturaleza pueden potenciar el cambio climático.

La crisis sanitaria por el Covid-19 es aprovechada por traficantes ilegales de especies para promover la caza furtiva y ofrecer supuestas curas a la enfermedad hechas con productos animales, por lo que se necesita una fuerte legislación y cooperación entre países para detener esta actividad ilícita, advirtió el estudio.

Desde cuernos de rinoceronte, escamas de pangolín hasta madera del palo de rosa, el mundo ha visto aumentos y disminuciones en el comercio ilícito de plantas y animales durante los últimos cinco años.

Incautaciones

El Informe se basa en gran medida en la base de datos sobre Incautaciones Mundiales de Vida Silvestre de Unodc, que contiene casi 180.000 incautaciones de 149 países. Muestra que se han incautado casi 6.000 especies entre 1999-2019, incluidos no solo mamíferos, sino también reptiles, corales, pájaros y peces.

También, los datos muestran que ninguna especie es responsable de más del 5% de las incautaciones, no se identificó a ningún país como la fuente de más del 9% del número total de embarques incautados y que se identificaron 150 nacionalidades entre los sospechosos de tráfico.

Estos datos subrayan la naturaleza global del problema. Los delitos contra la vida silvestre afectan a todos los países a través de sus impactos en la biodiversidad, la salud humana, la seguridad y el desarrollo socioeconómico.

Redes de delincuencia

El referido Informe enfatiza la amenaza que representa el tráfico de especies silvestres para la naturaleza y la biodiversidad del planeta. El Informe destaca el tráfico de algunas especies silvestres como los pangolines, aves, tortugas, tigres, osos y muchos más.

"Las redes de delincuencia organizada transnacional están cosechando los beneficios de los delitos contra la vida silvestre, pero son los pobres los que pagan el precio", dijo al respecto la directora ejecutiva de la Unodc, Ghada Waly.

“Para proteger a las personas y al planeta de acuerdo con los Objetivos de Desarrollo Sostenible y para reconstruir mejor la crisis de Covid-19, no podemos permitirnos ignorar los delitos contra la vida silvestre”, agregó Waly.

Origen natural

El origen del Covid-19 aún es un misterio. Pero los científicos han encontrado pruebas que señalan a unos mamíferos silvestres y pequeños, de 12 a 15 kilogramos de peso: los murciélagos de herradura intermedios. El virus probablemente se desarrolló en el interior de esos animales, en alguna esquina del sureste de Asia. 

Después pudo introducirse en las personas a través de una especie intermedia, es decir, otro animal infectado por los murciélagos. Esa es la teoría más aceptada.

Quizás, el Covid-19 penetró en los humanos por primera vez cuando alguien comió un pangolín infectado. En algunas regiones de China y Vietnam, la carne y las escamas de esos animales son preciadas por una mezcla del deseo de los consumidores de alardear de su riqueza y de supuestos beneficios a la salud.

Descubrir el germen de una enfermedad que se ha propagado tan ampliamente es una labor difícil: quizás nunca lo conoceremos, a pesar de los esfuerzos de los científicos. Pero todos los estudios coinciden en destacar su origen natural: se incubó en el interior de un animal silvestre

El Covid-19 siguió una ruta parecida a la del VIH, que penetró en los humanos al manipular la carne de chimpancés infectados, o a la del ébola, que procede de ciertos murciélagos tropicales. Incluso si no se confirma la relación de los pangolines con el coronavirus, los profesionales de la salud tienen claro que comer animales salvajes, una costumbre habitual en países de todo el globo, es un hábito peligroso.



Un animal singular

Los pangolines son unos animales muy especiales en muchos sentidos. Son los únicos mamíferos con escamas del mundo y sus comportamientos son bastante raros. Cuando se sienten en peligro se encogen formando una bola y se alimentan de hormigas y termitas gracias a una larguísima y pegajosa lengua.

Hay cuatro especies de pangolines en Asia y otras tantas en África. La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN) las cataloga entre vulnerables y en peligro crítico de extinción debido a la caza furtiva y el comercio ilegal.

De hecho, la IUCN tiene un programa especial que trabaja por la protección de este animal y denuncia que cada cinco minutos desaparece un pangolín de la naturaleza, ya que es el mamífero salvaje más comercializado ilegalmente en el planeta.

¿El motivo? Su carne, que es plato de lujo en algunos lugares, y sus escamas, que se emplean en la medicina tradicional asiática. Popularmente, se cree que es un remedio contra enfermedades de la piel, artritis e incluso trastornos de la menstruación. Ni siquiera la dura ley china, que castiga su venta hasta con 10 años de presión, ha podido detener la comercialización.

Por todo ello, la hipótesis de que el Covid-19 haya podido saltar de los murciélagos a los humanos a través de este animal resulta bastante verosímil, aunque nadie lo haya probado aún.