La profesional estuvo más de dos semanas internada en terapia intensiva. Padeció la enfermedad aferrada a su fe y hoy implora mejores condiciones para sus colegas de trabajo

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2 de junio de 2020, 19:19 PM
2 de junio de 2020, 19:19 PM

Durante 16 días, desde la cama de terapia intensiva en el Hospital Japonés, Myriam Illescas, médico de emergencias de este centro de salud sintió en carne propia la presencia del coronavirus en su organismo. Si bien el padecimiento comenzó mucho antes, finalmente, la poca energía que comenzó a tener hizo que recurra a la atención en este centro hospitalario.

El lunes, Illescas fue dada de alta y hoy conversó con EL DEBER sobre todo lo que vivió estando alejada de su familia, atravesando por una enfermedad desconocida y pidiendo a Dios que no la abandone.

- ¿Cómo se siente luego de atravesar el estado crítico del coronavirus?

- Como médico de emergencias, desde hace más de 30 años que trabajo en el Hospital Japonés, estábamos en primera línea. Sabíamos que estábamos expuestos a esta enfermedad y tal vez a contraerla, porque sencillamente recibíamos muchos pacientes. En la emergencia de medicina interna, donde trabajo, recibimos enfermos crónicos, inmunodeprimidos, en un estado debilitado de salud que fácilmente pueden contraer esta enfermedad.

Yo la contraje en la primera etapa, donde todavía todo se estaba organizando, tal vez no estábamos suficientemente protegidos. Los pacientes se nos acumulaban como siempre en la Emergencia. Era imposible no enfermarse.

Hice todos mis preparativos de alimentarme bien, de hacer ejercicios, multivitaminizarme. Nos hemos contagiado muchos médicos del hospital en esta etapa.

Lo presentí, porque era un momento donde no había el equipamiento suficiente, pero esto fue como una avalancha que nos llegó de pronto. Seguramente algún paciente estuvo infectado y me contagió.

- ¿Cuándo comienza a sentir los síntomas?

- Terminando uno de mis turnos sentí como un resfrío, sensación de frío en los pies, no sentí ningún dolor, pero sí falta de energía. 

Ya estaba aislada de mi familia desde que empezamos a conocer lo de la pandemia. Me aislé en otro departamentito dentro de la casa, de tal manera que si me enfermaba no los contagiaría. También me alimentaba lo suficientemente bien, pero empecé a sentir esta sintomatología. Una noche, tuve mucha fiebre y traspiré muchísimo. Al sentir los primeros síntomas, estaba preparada con la ivermectina, con la hidroxicloroquina, con todo lo que teóricamente teníamos a la mano para ayudarnos.

También tomé la azitromicina, me había hecho el hisopado y me llamaron del hospital para decirme que era positivo, entonces, la cuarentena la cerré mas, de tal manera que no tenía ningún contacto con mi familia.

Empecé a tratarme con lo que sintomatológicamente se presentaba, pero llegó un momento en el que perdí la energía. Estaba siempre en contacto con mi hijo mayor que es médico en Brasil. Él me dijo que tenía que hacerme la tomografía en ese momento y fui, ya estaba con neumonía, me quedé directamente en el hospital, en terapia intensiva. Gracias a Dios que había una cama, me internaron y he podido recuperarme sin mayores problemas, sin que me lleguen a intubar. Es una enfermedad que puede hacerse muy grave, hay que cuidarse mucho.

He visto que mis colegas se van enfermando, las enfermeras se están enfermando, hay muy poco personal y muchos pacientes. Es una etapa muy difícil para todo el sector salud. 

- ¿Cómo está viendo esta etapa que atraviesa el sector salud?

- Soy médico de emergencia como 30 años en el Hospital Japonés y la salud no mejoró. Se hicieron algunos hospitales de segundo nivel, pero no han sido suficientemente equipados. Pienso que mucho dinero ha sido mal utilizado, cuando primero debió ser la salud y educación para el país. Si nuestra gente tendría más educación, se cuidaría mejor.

Si hubiésemos tenido más hospitales, más terapias intensivas, más médicos y enfermeras, esta enfermedad no nos hubiese encontrado en un estado tan calamitoso. No soy política, pero siempre les decía a mis pacientes de emergencias,  ¿por qué no gritan en las plazas, por qué no reclaman, por qué vienen contra los médicos si nosotros no tenemos las camas? Siempre viviendo con ese estrés terrible, de la pobreza de la gente, de la falta de camas, de recursos. Aparte de atender la parte médica, terminamos atendiendo la parte social.

La vida del médico es muy difícil y estresante al tener que enfrentarse a un problema de salud del paciente, pero lo hacemos porque es nuestra formación. Nos encontramos con el problema de la infraestructura, el de querer darles una atención digna al paciente.

- ¿Cómo se siente ahora?

- Todavía me siento delicada, aún me canso. Quiero agradecer a la gente que ha orado por mí. Especialmente el cuidado excelente de mis colegas en el hospital, de las enfermeras, que siendo tan pocas hacen de todo, sacando tubos, bañándonos, son unos ángeles esas chicas (llora). Cómo pueden trabajar tanto, con todo ese aparataje que deben de ponerse, no poder ir ni al baño, comer, tomar líquidos, es muy difícil, pero son excelentes.

- ¿Qué mensaje les manda a sus colegas que están ahora en primera línea atendiendo a los enfermeros de coronavirus?

- Cuidarse en todo detalle, que los hospitales le den la suficiente cobertura en la protección. Tener mucho cuidado, estar muy bien alimentados, tomar multivitaminas, vitamina C en alta dosis, frutas y jugos en lo posible. Es muy difícil decirles que en este nivel de contaminación del coronavirus, es solo con la protección de Dios.

A pesar de todos los cuidados, nos podemos contaminar. No sé cómo vamos a salir de esto, pero la población también debe cuidarse de hacer caso a los lineamientos y a la previsión que se han dado. Esta es una enfermedad muy seria, una enfermedad que mata, una enfermedad que le llega a uno cuando menos piensa.