Las historias de tres mujeres que cruzaron la frontera, una por turismo y las otras por la necesidad de buscar mejores días para sus hijos

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18 de abril de 2020, 18:46 PM
18 de abril de 2020, 18:46 PM

Dos semanas le duró la ilusión de comenzar a ganar dinero trabajando aunque sea a miles de kilómetros de distancia de sus tres hijos. Rosa (35) es una de las bolivianas repatriadas desde Chile que llegó este sábado a Santa Cruz, luego de permanecer durante 14 días en el campamento Tata Santiago, en Pisiga.

Se fue cargada de ilusiones, porque en su natal San Julián no encontró trabajo para mantener dignamente a sus descendientes.

"Estuve en Santiago trabajando como cosechadora de uvas, pero tuve que volver. En Huara estuve como 10 días y en Pisiga otras dos semanas. Al principio la pasamos mal, pero luego todo cambió. Nos trataban bien, porque cumplíamos con nuestros deberes. Ahora solo quiero volver a mis hijos, no sabe cómo los extrañé. Si todo mejora volveré a Chile, porque necesito trabajar para mis hijos", relata con lágrima en los ojos, ansiosa de retornar a su pueblo natal.

Ana G. vivía en Iquique, pero cuando comenzó la pandemia por el coronavirus solo tenía en mente regresar a Santa Cruz por sus hijos. Al igual que Sandra, Ana se alejó de ellos por necesidad de trabajo. "Ahora ya estoy más tranquila. Todos estamos sanos y no presento ningún síntoma del virus y, gracias a Dios, ahora a ver a mis hijos", cuenta igualmente emocionada por el reencuentro que ansiaba desde hace 24 días, cuando llegó a Huara y luego fue trasladada a Pisiga.

La figura es diferente con Eva V. una mujer adulta mayor de Camiri que estuvo de visita en el vecino país. "En Huara los carabineros nos alcanzaban un poco de comida y dormíamos sobre chapapas. Ya en Pisiga, al principio no iba bien, pero luego se fueron acomodando y mejoraron las cosas".

Los rostros de las tres mujeres lucen cansados, viajaron durante más de 24 horas en buses. Fueron recibidas por personal del Sedes, de la Cruz Roja y de la Policía. Pasaron los respectivos controles sanitarios y están a pocas horas, en el caso de las que viven en provincia, de volver a abrazar a sus hijos, aquellos por los que decidieron cruzar las fronteras para ofrecerles una vida mejor.