El 6 de julio se celebró el Día del Trabajador de Salud. El temor al contagio es latente, pero están agradecidos de poder ayudar en esta situación, además de contar con un ingreso para sus familias

El Deber logo
7 de julio de 2020, 6:57 AM
7 de julio de 2020, 6:57 AM

Desde hace 28 años, el país celebra cada 6 de julio el Día del Trabajador de Salud. En medio de la pandemia, tres de ellos cuentan cómo es vivir  esta situación que nunca pensaron atravesar en sus fuentes laborales.

Dos de cada 10 enfermos de coronavirus en Bolivia son trabajadores de salud, de acuerdo a un estudio realizado por la Universidad Autónoma Gabriel René Moreno y que fue difundido el domingo 5 de julio en el reporte nacional epidemiológico.

A pesar de esta situación, Glendy Andia, Mario Pereira y Ely Montaño cuentan sus historias de cómo le hacen frente al Covid-19.

Glendy Andia es bioquímica y trabaja desde 2007. Cuenta con un ítem municipal, pero también tiene un laboratorio familiar avalado por el Servicio Departamental de Salud (Sedes) para la toma de muestras.

"Esta sería mi segunda pandemia. Primero fue la de la AH1N1. Comparando la anterior con la actual, esta ha tenido mayor repercusión, por la cantidad de incidencia de muertes, la otra por lo menos nos daba la capacidad de luchar", cuenta.

Ella toma muestras a los posibles sospechosos y recuerda que al principio se preguntaba a sí misma si iba a superar la primera semana.

"Soy una persona muy serena, pero el primer día que me tocó tomar muestras de Covid-19, por dentro me sentía como una gelatina derretida, porque no sabía si todo lo que había aprendido en la capacitación de la anterior pandemia me iba a servir para esta", relata Andia.

Ahora le toca ser no solo la bioquímica que toma las muestras a los pacientes, sino también sicóloga para tranquilizarlos, porque muchos llegan con gran ansiedad, además también debe ser fuerte ante su familia. Andia es diabética al igual que su padre, por lo que luego de salir de su trabajo, donde se ducha, llega a su casa a volver a ducharse, deja su ropa afuera y evita cualquier acercamiento con los suyos.

"Desde que se inició la pandemia he tenido días hermosos sabiendo de enfermos que se han ido recuperando, pero también los días tristes, porque me tocaba pacientes que rogaban por una terapia en algún centro público o privado y  a medianoche sabía que se habían muerto", lamenta.

Ya no hay diferencia en las prendas

Ely Montaño es la encargada de la lavandería del Hospital Japonés. "Día a día se lava la ropa de todo el hospital incluyendo la ropa Covid-19, aunque con el aumento de pacientes toda ropa es sospechosa, por lo tanto, debemos cuidar de nosotros", confiesa.

Montaño es esposa de un diabético (paciente de alto riesgo), tiene dos hijos, de 20 y 4 años, entonces siente que se convirtió, como todos los que trabajan en un hospital, en una amenaza para su familia.

"Trabajar bajo un traje de protección y barbijo es desesperante, duele la cabeza, falta el aire, pero aprendimos a disciplinarnos para comer, pues es el principal momento de contagio al sacarnos el barbijo", señala.

De camillero a chofer de ambulancia

Mario Pereira recuerda con alegría cuando el 1 de mayo de 1996, a sus 18 años, le entregaron su ítem como trabajador manual en el Hospital San Juan de Dios.

Durante todos estos años ha pasado por diversos puestos de trabajo en el nosocomio, incluso en uno de ellos se contagió de tuberculosis, que ocasionó la perforación de uno de sus pulmones. También se contagió de AH1N1.

Como conductor de ambulancias lleva cinco años, pero aun continúa percibiendo el salario de un manual. "Siempre hay el temor de enfermarnos, pero tengo mi fe puesta en Dios. Me cuido con lo mejor que puedo. Lastimosamente nos tenemos que poner fuertes para que nos den los materiales de bioseguridad, porque trasladamos enfermos de Covid-19 a que les tomen tomografías a otros centros", cuenta Pereira, quien vive en El Torno y todos los días trajina a la capital para trabajar.

Recordados en medio del colapso

La Gobernación informó que se hará la entrega de un bono de poco más de Bs 4.200 a todos aquellos trabajadores de salud que cuentan con ítem TGN, los que tienen 'ítem prefectural', además de algunos trabajadores de salud que tienen contrato.

"Para el tercer nivel se paga alrededor de Bs 6 millones y el Ministerio de Salud paga más de Bs 20 millones a más de 6.000 trabajadores de salud en Santa Cruz", detalló Duberty Sotelo, secretario interino de Salud y Políticas Sociales de la Gobernación cruceña.