Santa Cruz
SEGURIDAD
Vecinos de las cercanías del río Piraí contratan más guardias e instalan cámaras por el aumento de robos
Las personas que viven en el condominio Curupaú III duplicaron el número de guardias y pusieron cámaras en el perímetro de su área. En el barrio La Costanera se lanzan petardos cuando hay robos de la gente en situación de calle
Los drogodependientes y las personas en situación de calle que viven en los alrededores de los defensivos del río Piraí y en el canal de drenaje a lo largo del cuarto anillo, han sido captados por las cámaras de seguridad y son señalados por los vecinos de los barrios cercanos como los autores de robos, cada vez más frecuentes en la zona.
Imágenes de jóvenes, adultos y hasta de niños saltando las bardas metálicas de las viviendas o negocios que están por barrios como Equipetrol, La Costanera o condominios cercanos al río Piraí, son la prueba de que estas personas dejaron de pedir dinero, ayuda o alimentos, y ahora se han animado a cruzar la línea y convertirse en delincuentes.
"El movimiento de ellos es por las noches, salen de los canales e ingresen a las casas que hay por la zona. A mi compañero, que trabaja por las noches, se han acercado varias veces a pedirle dinero y cuando solo les da un boliviano o no les entrega más quintos, ellos lo han amenazado con cortarle la cara", relató Mario Céspedes, un guardia de seguridad que tiene su caseta al frente del ingreso principal a la zona de las cabañas del río.
Él contó que este problema es cada vez más frecuente y que la gente en situación de calle, atrapada por el consumo de drogas, se ha vuelto más violenta y ante la falta de dinero ha comenzado a robar. "Los policías vienen a realizar patrullajes por el lugar, alguna vez detienen a los que salen del canal, pero no cambia nada, por el contrario los robos parece que son más frecuentes", comentó el guardia.
Pero alguien que puede aseverar que la mayor incidencia de robos ha obligado a sumar esfuerzos de sus vecinos para mejorar las medidas de seguridad, es Víctor Hugo Echeverría, un integrante del directorio del condominio Curupaú III, uno de los que están en el ingreso a las cabañas del río Piraí.
"Hemos duplicado el número de los guardias de seguridad y hemos mejorado la posición de varias de nuestras cámaras de vigilancia, además de comprar cuatro equipos nuevos que ahora nos permiten ver el perímetro del condominio", apuntó Echeverría y contó que la gente en situación de calle que deambula por la zona, días atrás amenazó a otro vecino con venir y meterse al condominio si no le daban dinero.
El miembro del directorio de este condominio, aclaró que de forma voluntaria la gente que vive allí dona víveres y alimentos para quienes más lo necesitan e incluso para las ollas comunes que se hacen en las cercanías, pero lamentó que ahora los drogodependientes actúen de forma delictiva, observando las casas que se quedan vacías y actuando con mayor violencia.
"Cuando es necesario, solicitamos apoyo a los policías del DP-4 y ellos nos colaboran para actuar en determinados casos", explicó Echeverría, aunque reconoció que muchos de los afectados por los robos prefieren no hacer efectiva su denuncia en la Policía, con lo que así se impide el inicio de un proceso penal formal en contra de los autores de los robos o atracos.
"El movimiento de los robos y atracos en las casas se ha generado adelante del final de la avenida Busch", aseguran dos vecinas, que prefirieron no ser identificadas y que reconocieron que los hombres y mujeres en situación de calle, deambulan con mucha más frecuencia por sus viviendas.
"Hace unos dos o tres días supe que se entraron a la casa de un vecino y en este tiempo de cuarentena, a los que viven detrás de los defensivos del río se les hizo maña robar las bicicletas de los que pasaban por la avenida", recuerda Julio César, un joven que además explicó que un vecino que tiene su vivienda sobre el cuarto anillo, al percatarse de algún robo o atraco de los drogodependientes, lanza un petardo al aire para que los jóvenes salgan de sus viviendas y vayan en socorro de la víctima.
Los policías del DP-4 patrullan de forma constante estos lugares donde en estos días de cuarentena, sus calles lucen vacías y silenciosas, solo interrumpidas por el paso de algunas personas que sacan a pasear a sus mascotas, como Verónica, una joven que contó que cuando se encuentra con los drogodependientes les regala dinero o víveres para ayudarlos. También lo hace para evitar ser víctimas de un robo.