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4 de julio de 2018, 4:00 AM
4 de julio de 2018, 4:00 AM

¡Ay suegra de mis entrañas! Como usted, no hay dos, le dije al verla desayunando ayer  cerveza con cuñapé, cuando veíamos Sue-Sui. Le pareció que el partido entre Suiza y Suecia fue aburrido. A mí también. Seguro que tuvieron la misma sensación de quienes disfrutan jugadas creativas, más que estructuradas.

Más estuvo presente la táctica que la técnica, pero el fútbol tiene la opción de que está al alcance de todos los gustos y estilachos. Además, se interrumpía cada momento porque a momentos jugaron a trancazo limpio. Yo quería que gane Suiza. Ella quería que gane Suecia. “No me gustan los suizos desde que su selección eliminó a Italia y si no está Italia no está Bufón y sin Bufón no hay el verdadero ‘sex symbol’ del mundial”, opinó mi compañera política. No hubiera sido mala idea de convocar a Ibrahimovic, dije.  Ella iba a decir algo, pero me adelanté diciéndole que Zlatan es guapo, esbelto y galante. Se mató de la risa. “Será grandote, pero es un grandote malatraza. No saldría con él, así me lleve al corso a un camarote de los Taitas”, acotó.

Cuando empieza con sus delirios sexi futboleros, ya calculo que no solo se tomó una cerveza, así que me quedé pensando en Suiza. Esa selección tiene siete jugadores extranjeros. Fueron nacionalizados para no pasar papelones y esa política, en épocas de cambio, me pareció excelente para que el Gobierno plurinacional los nacionalice legalmente para que vistan la casaca más verde que nunca, mientras formamos otra generación de futbolistas que nos hagan soñar con un mundial.

Mi suegra sugirió a Galarza y a Fontana, que ya fueron nacionalizados, pero a veces no quiere reconocer que los tiempos pasan. Por mi parte, creo que realmente hay que tener un proyecto futbolero para Bolivia. Empezar por capacitar dirigentes, porque son mezquinos y mediocres. Buscar un DT de peso, así no sea gordo y pensar en las inferiores que no hay, porque las superiores apenas se mantienen en nivel y presupuesto.