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4 de julio de 2018, 4:00 AM
4 de julio de 2018, 4:00 AM

Colombia pareció despertar con el gol de Yerry Mina (minuto 93) que forzó el alargue. Hasta entonces, solo había logrado cumplir la mitad del libreto, es decir frenar al rival, pero sin arrimar peligro sobre la portería de Inglaterra.

Tras el cabezazo salvador de su zaguero con dotes de goleador, vinieron los primeros 15 minutos del tiempo extra, en los que Colombia mostró cierto volumen de juego y así pudo llegar –al fin- en un par de ocasiones, para encender la ilusión de que podría prolongar su andadura en el Mundial. Pero fue un espejismo. Fue su cuarto de hora, literalmente. Luego Inglaterra volvió a imponer la iniciativa, como lo había hecho en el tiempo reglamentario de un partido trabado, sin grandes emociones y muchas fricciones. El cuadro europeo había saltado al estadio Spartak de Moscú como favorito, con el aval de sus figuras que brillan en la Premier League, pero que no estuvieron iluminadas para vulnerar un cerco defensivo basado en el orden y los manotazos.

En la segunda etapa eso no fue suficiente. Y empeoró con el regalo de ‘La Roca’ Sánchez, reincidente porque ante Japón también había regalado otro penal. Obligado a salir, Colombia sintió la ausencia por lesión de James Rodríguez, dejando casi en solitario a Falcao, que encontró poco acompañamiento en Quintero y extrañó las trepadas de Cuadrado.

A Inglaterra no le sobró nada ante Colombia, su mérito fue ir con insistencia al ataque, buscar variantes ofensivas incluso desde la banca y al final obtuvo su recompensa con la mejor puntería en los tiros penales.

Colombia queda entre la “derrota honrosa” y el “qué hubiera pasado…” si Pékerman se la jugaba metiendo antes a Muriel y Bacca para reforzar el ataque. Pero el DT murió con la suya. Y Colombia también. Dejando en su despedida esa sensación de que pudo ser como el aguerrido Yerry (su goleador homónimo del ratón Jerry de las caricaturas),  pero se pareció más al inofensivo gato Tom.