La falta de granos por la sequía, otra vez genera la pregunta sobre el uso de la biotecnología. Los que están en contra lamentan que Santa Cruz sea ‘zona de sacrificio’

12 de junio de 2022, 7:56 AM
12 de junio de 2022, 7:56 AM


El uso de la biotecnología en el campo boliviano a partir de los Organismos Genéticamente Modificados (OGM) o semillas transgénicas, otra vez ocupa la agenda de los productores. El tema cobra relevancia, ante el cruce de acusaciones por el déficit de maíz, entre los productores y el Gobierno.

En este escenario, un estudio realizado por las facultades de Ciencias Agrícolas y de Ciencias Veterinaria y Zootecnia de la Universidad Autónoma Gabriela René Moreno (Uagrm), considera que ya no se puede seguir dilatando el uso de la biotecnología en la producción agrícola del país. En este sentido, consideran que es urgente una actualización de los reglamentos actualmente vigentes que permitan un uso regulado y por zonas de las semillas transgénicas.

José Luis Llanos, decano de la Facultad de Ciencias Agrícolas de la Uagrm, explicó que el estudio, que fue entregado a la Cámara Agropecuaria del Oriente (CAO), hace dos recomendaciones puntuales. La primera es que para poder entender el uso de la biotecnología se necesita una actualización del reglamento -vigente desde 1997- que regula el ingreso de nuevos eventos transgénicos y que a criterio de Llanos es obsoleto para explicar una tecnología que se genera en 2022.

En este sentido, el académico explicó que para dar una respuesta al sector productivo- en primera instancia- lo adecuado sería un decreto que defina un reglamento abreviado que permita a lo sumo en dos años la autorización de nuevos eventos de OGM, mientras paralelamente se va trabajando en una Ley de Biotecnología Regulada.

Mientras que la segunda propuesta, para el caso del maíz, es que su uso -para no mezclarse con las semillas nativas- esté limitado a unos 20 municipios de Santa Cruz, ya que bajo ese sistema y de acuerdo con los cálculos del estudio el impacto en la variante nativa sería de un 5%.

Sobre el tema, Juvenal Bonilla, vicepresidente del Colegio de Agrónomos de Bolivia, indicó que el estudio presentado por la Uagrm es correcto en el aspecto del rendimiento donde el uso de semillas OGM genera una productividad mayor en un 25% por hectárea. Para ello se toman los casos de éxito en Brasil, Paraguay y Argentina.

En el aspecto de los costos, Bonilla precisó que la biotecnología reduce el uso de agentes químicos como los plaguicidas por lo que el productor gasta menos y se disminuye el impacto en el medioambiente. La reducción en los gastos de producción es de hasta $us 750 por hectárea.

Bonilla hizo notar que la biotecnología ayuda en la rotación de los cultivos, lo que provoca una mejor conservación del suelo con reducción de malezas y mejores condiciones para la producción de alimentos.

Sobre los beneficios para el consumidor final, el agrónomo sostuvo que si hay una eficiencia para la producción de granos, su precio será menor y tampoco habrá especulación en los costos de los insumos que usan el maíz para los pollos, bovinos y cerdos.

Sin embargo, Rita Saavedra, de la plataforma ciudadana Bolivia Libre de Transgénicos, cuestionó el informe al observar si el trabajo es teórico o si es resultado de un ensayo experimental de campo y de serlo así es necesario conocer quién autorizó estas pruebas que por el Acuerdo de Cartagena están prohibidas en el país.

Sobre la necesidad de actualizar el reglamento, Saavedra sostuvo que esa posición es un engaño, pues a lo que se están refiriendo es al Acuerdo de Cartagena que contempla todos los aspectos de la transgénesis -que de acuerdo Saavedra- es el que se rechaza, no así la biotecnología. 

“Lastimosamente, Santa Cruz es una zona de sacrificio. Lo que se está buscando es lo mismo que pasó en 2005 y es que mediante un decreto se autorice el ingreso de nuevos eventos transgénicos. Eso no se puede permitir, ni avalar un negocio de la muerte”, remarcó la ambientalista. 

Los productores

Fidel Flores, presidente de la Asociación de Productores de Oleaginosas y Trigo (Anapo), sostuvo que ya está demostrado que el acceso a eventos de maíz genéticamente mejorados, permite mejorar la productividad y con ello aumentar la producción y ser más competitivos. Hacer frente al cambio climático y asegurar prácticas agrícolas sostenibles.

A su vez, Mario Moreno, presidente de la Asociación de Productores de Maíz y Sorgo, indicó que para que haya un avance todo depende de la voluntad política que permita la elaboración de una ley corta que no retrase los controles que realiza el Comité de Bioseguridad Nacional.

El uso de la biotecnología en el campo boliviano a partir de los Organismos Genéticamente Modificados (OGM) o semillas transgénicas, otra vez ocupa la agenda de los productores. El tema cobra relevancia, ante el cruce de acusaciones por el déficit de maíz, entre los productores y el Gobierno.

En este escenario, un estudio realizado por las facultades de Ciencias Agrícolas y de Ciencias Veterinaria y Zootecnia de la Universidad Autónoma Gabriela René Moreno (Uagrm), considera que ya no se puede seguir dilatando el uso de la biotecnología en la producción agrícola del país. En este sentido, consideran que es urgente una actualización de los reglamentos actualmente vigentes que permitan un uso regulado y por zonas de las semillas transgénicas.

José Luis Llanos, decano de la Facultad de Ciencias Agrícolas de la Uagrm, explicó que el estudio, que fue entregado a la Cámara Agropecuaria del Oriente (CAO), hace dos recomendaciones puntuales. La primera es que para poder entender el uso de la biotecnología se necesita una actualización del reglamento -vigente desde 1997- que regula el ingreso de nuevos eventos transgénicos y que a criterio de Llanos es obsoleto para explicar una tecnología que se genera en 2022.

En este sentido, el académico explicó que para dar una respuesta al sector productivo- en primera instancia- lo adecuado sería un decreto que defina un reglamento abreviado que permita a lo sumo en dos años la autorización de nuevos eventos de OGM, mientras paralelamente se va trabajando en una Ley de Biotecnología Regulada.

Mientras que la segunda propuesta, para el caso del maíz, es que su uso -para no mezclarse con las semillas nativas- esté limitado a unos 20 municipios de Santa Cruz, ya que bajo ese sistema y de acuerdo con los cálculos del estudio el impacto en la variante nativa sería de un 5%.

Sobre el tema, Juvenal Bonilla, vicepresidente del Colegio de Agrónomos de Bolivia, indicó que el estudio presentado por la Uagrm es correcto en el aspecto del rendimiento donde el uso de semillas OGM genera una productividad mayor en un 25% por hectárea. Para ello se toman los casos de éxito en Brasil, Paraguay y Argentina.

En el aspecto de los costos, Bonilla precisó que la biotecnología reduce el uso de agentes químicos como los plaguicidas por lo que el productor gasta menos y se disminuye el impacto en el medioambiente. La reducción en los gastos de producción es de hasta $us 750 por hectárea.

Bonilla hizo notar que la biotecnología ayuda en la rotación de los cultivos, lo que provoca una mejor conservación del suelo con reducción de malezas y mejores condiciones para la producción de alimentos.

Sobre los beneficios para el consumidor final, el agrónomo sostuvo que si hay una eficiencia para la producción de granos, su precio será menor y tampoco habrá especulación en los costos de los insumos que usan el maíz para los pollos, bovinos y cerdos.

Sin embargo, Rita Saavedra, de la plataforma ciudadana Bolivia Libre de Transgénicos, cuestionó el informe al observar si el trabajo es teórico o si es resultado de un ensayo experimental de campo y de serlo así es necesario conocer quién autorizó estas pruebas que por el Acuerdo de Cartagena están prohibidas en el país.

Sobre la necesidad de actualizar el reglamento, Saavedra sostuvo que esa posición es un engaño, pues a lo que se están refiriendo es al Acuerdo de Cartagena que contempla todos los aspectos de la transgénesis -que de acuerdo Saavedra- es el que se rechaza, no así la biotecnología. 

“Lastimosamente, Santa Cruz es una zona de sacrificio. Lo que se está buscando es lo mismo que pasó en 2005 y es que mediante un decreto se autorice el ingreso de nuevos eventos transgénicos. Eso no se puede permitir, ni avalar un negocio de la muerte”, remarcó la ambientalista. 

Los productores

Fidel Flores, presidente de la Asociación de Productores de Oleaginosas y Trigo (Anapo), sostuvo que ya está demostrado que el acceso a eventos de maíz genéticamente mejorados, permite mejorar la productividad y con ello aumentar la producción y ser más competitivos. Hacer frente al cambio climático y asegurar prácticas agrícolas sostenibles.

A su vez, Mario Moreno, presidente de la Asociación de Productores de Maíz y Sorgo, indicó que para que haya un avance todo depende de la voluntad política que permita la elaboración de una ley corta que no retrase los controles que realiza el Comité de Bioseguridad Nacional.