Las nacionalizaciones, la endeble seguridad jurídica, el tamaño de las empresas y las restricciones del ente regulador impiden el crecimiento del sector

28 de junio de 2022, 4:00 AM
28 de junio de 2022, 4:00 AM


¿Qué tienen en común empresas como Microsoft, McDonald’s, Repsol y Tesla? Que han alcanzado el éxito y presencia global al financiar su expansión a través de la emisión y venta de acciones, operaciones que pueden ser hechas por sociedades anónimas y que en Bolivia no logran despegar debido al carácter familiar del sector empresarial, a trabas de la normativa sectorial y a la desconfianza inherente del boliviano.

En un entorno cada vez más desafiante, el crecimiento continuo se ha convertido en uno de los principales retos de las empresas, propósito que se logra no solo al conseguir el financiamiento, sino al mantener el equilibrio entre créditos y fondos propios y ajenos.

“Para que las empresas cuenten con una estructura de financiamiento que las haga sostenibles en el tiempo, deberían tener una buena mezcla entre capital y endeudamiento”, subrayó Armando Álvarez, ex gerente de la Bolsa Boliviana de Valores (BBV).

En Bolivia, agregó, “gran parte de las empresas tienen más deuda (préstamos) que capital, lo que es un problema” en negocios en los que no se cuenta con un flujo de ingresos seguro y constante.
Y es por ello que la emisión de acciones se presenta como una opción saludable para el desarrollo empresarial, afirmó el experto.

La Autoridad de Supervisión del Sistema Financiero (ASFI) explicó que una acción es una parte de la propiedad de una empresa por la que se paga una renta en función de las utilidades que genere ese negocio (renta variable)
“Las acciones están entre los mecanismos de financiamiento más baratos para las empresas”, subrayó, por su lado, Jaime Dunn, exoperador de la Bolsa de Nueva York y de Nasdaq. “Si no hubiese existido el mercado de renta variable en el mundo, más del 90% de las empresas más exitosas de los últimos 20 años en Bolivia no hubiera existido”, remarcó.

“La posibilidad de financiar el crecimiento o las operaciones de las empresas a través de acciones permite que la economía se expanda y diversifique”, destacó a su vez Enrique Herrera, presidente de la agencia de Bolsa Panamerican Investments, quien acotó que al momento las empresas “ven limitado su crecimiento por falta de capital y, en muchos casos, tienden a sobreendeudarse para no perder oportunidades”.

Pero ser necesarias para la sostenibilidad económica no es suficiente para que este tipo de operaciones se dinamice en la Bolsa.
Datos de la BBV dan cuenta que hasta fines de 2021 se encontraban listadas en el mercado bursátil las acciones de 51 sociedades anónimas, entre bancos, aseguradores, industrias, y empresas comerciales y estatales, por un valor conjunto de $us 14.591 millones.

Álvarez aclaró que estas compañías, con excepción de dos, no realizaron o realizan emisiones de acciones, sino que registraron las que ya habían vendido previamente para que los compradores puedan comercializarlas a su vez en caso de que así lo quieran.

La BBV recordó que solo los bancos Nacional de Bolivia y Ganadero (ambos en 2011) emitieron valores de renta variable para financiarse. “En toda la historia de la Bolsa, solo dos empresas han sido las únicas que incrementaron su capital mediante una emisión pública”, agregó Álvarez.
Y esa situación no ha cambiado en los últimos años. Al 31 de mayo de esta gestión, el 99,92% del total de los montos negociados en la Bolsa son de renta fija (bonos) y el 0,08% de renta variable.

Herrera identificó “tres razones principales por las cuales aún no se ha desarrollado ese mercado”.
Esas causas son, detalló, la postergación por parte de la ASFI de la aprobación de las iniciativas presentadas por la BBV para desarrollar el mercado de capitales; la nacionalización en los últimos 16 años de las empresas con mayor potencial para transar acciones, incluyendo Entel, las petroleras y las eléctricas; y el reducido tamaño del sector privado boliviano.

Datos a marzo de 2022 del Registro de Comercio dan cuenta de que solo el 3,3% de las 278.877 empresas registradas en el país son sociedades anónimas; es decir, son empresas con la estructura necesaria para financiarse a través de la emisión de acciones. De esas 3.760 compañías, 51 tienen registradas sus acciones en el mercado bursátil del país y dos emitieron valores de renta variable.

Dunn, Álvarez y Herrera indicaron que otras razones para que el mercado accionario boliviano se encuentre postergado son el desconocimiento de esta herramienta de financiamiento, una débil cultura de inversión, la informalidad de la economía, el carácter familiar de las empresas, restricciones a las inversiones de riesgo, una seguridad jurídica endeble y múltiples temores.

Tener socios desconocidos y menos utilidades, perder el control de la empresa, ser transparentes y que otros aprendan el know how de la compañía y se vayan a la competencia, entre otros, son temores que le restan oportunidades de crecimiento al sector empresarial y que se pueden superar con las mismas herramientas que ofrece ese mercado, subrayó Herrera. 

“Hay un altísimo grado de aversión al riesgo (...). Todos deben darse cuenta de que el mercado de valores no es un mercado de prestamistas, sino de inversionistas, que por su naturaleza deben correr los riesgos necesarios para tener rentabilidad”, dijo Dunn, quien subrayó que en el mundo las bolsas de valores operan principalmente con renta variable.

“Los bolivianos, en general, no confiamos unos en otros. Nos cuesta asociarnos y eso es bien contradictorio porque en Bolivia acumular capital suficiente para levantar un negocio por uno mismo puede tomar muchos años. Y cuando hayas acumulado ese ahorro ya no vas a tener la edad para llevar a cabo esa idea de negocio”, reflexionó Álvarez.

“Un sinnúmero de proyectos no se pueden realizar por falta de capital”, observó Herrera.
“Nunca vas a hacer crecer una empresa, una idea, un proyecto, si nace con deuda más grande que tu patrimonio. Necesitas tener financiamiento por el patrimonio. Entonces, el desarrollo empresarial, el desarrollo de un país, siempre se va a ver altamente limitado si no se desarrolla el mercado accionario”, dijo Dunn, quien apuntó que ese mercado “no ha logrado despegar” pese a que la Bolsa Boliviana de Valores es “bastante madura”.
Herrera recordó que entre 1900 y 1952 operó en Bolivia un mercado de acciones privado, en la calle Ayacucho 366 (La Paz). Esa bolsa, no regulada, dejó de funcionar como consecuencia de la Revolución de 1952. La actual Bolsa (BBV) se fundó en 1989.

Dunn apuntó, asimismo, que en Bolivia la demanda de valores en general se concentra en las dos Administradoras de Fondos de Pensiones (AFP) Futuro y Previsión BBVA, que compran hasta el 80% de estos títulos. Sin embargo, al manejar dineros públicos estas dos empresas tienen sus inversiones altamente restringidas y siempre buscan el menor riesgo, por lo que no se enfocan en la renta variable.

No sucede lo mismo con las AFP de Chile; por ejemplo, que tienen aproximadamente el 40% de su cartera de inversiones en valores de renta variable en ese país y en el exterior.
“Tenemos un regulador que ve al mercado de valores como un mecanismo donde el riesgo tiene que estar muy limitado, así que los fondos de inversión tienen la misma visión”, expresó Dunn. 

Por todo lo anterior, hay mucho por hacer en el sector. No obstante, Álvarez, cree que el mercado de renta variable se mantendrá así “durante mucho tiempo”.
“Consideramos importante que la empresa privada realice mayores apuestas por el desarrollo nacional, analizando la posibilidad de financiar sus actividades y planes de crecimiento a través de la emisión de acciones representativas del capital de sus empresas, cambiando el pensamiento de ganancia por volumen en vez de margen, el cual es el pensamiento que manda en países con mercados y economías desarrolladas”, sostuvo la Bolsa de Valores.

Dunn explicó que en esta época de crisis causada por la pandemia del Covid-19 muchas empresas del mundo “han hecho lo lógico”, abrieron su patrimonio, consiguieron el apoyo de otros socios y no se endeudaron.
“El tratar de protegerse de una crisis con deuda o tratar de crecer con deuda nunca va a ser más ventajoso que protegerse de una crisis con apoyo patrimonial y crecer como empresa con apoyo patrimonial “, apuntó el experto. 

“No es razonable que te financies con mucha deuda (créditos), eso puede llevar a una empresa a la quiebra: ese ha sido el caso de Ametex. Cuando a esa textilera se le cayeron los mercados, ya no tuvo el flujo de ingresos suficiente para pagar la deuda. Lo lógico habría sido que se financie con más capital”, sostuvo el ex gerente de la bolsa Boliviana de Valores.