La era de internet ha cambiado las reglas del juego, llevando a los medios a nuevas fronteras, unas buenas y otras malas. Expertos en medios nos ofrecieron su diagnóstico del papel del periodismo en nuestros tiempos.

26 de enero de 2021, 15:15 PM
26 de enero de 2021, 15:15 PM

Todos hemos sido testigos directos de los beneficios que ha traído la revolución digital. Y hemos visto, principalmente, cómo ha cambiado la manera en que nos comunicamos. Ahora, como consecuencia, los modelos y estructuras tradicionales han cambiado para siempre.

Hoy presenciamos lo que hace un tiempo hubiese sido considerado inimaginable: Facebook, sin una redacción, se ha convertido en uno de los medios más importantes del mundo; YouTube, también sin una estructura propia para el medio, es ahora la televisión de mayor difusión; Amazon, sin ser una editorial, la mayor empresa de libros; y la lista sigue creciendo: Airbnb, Uber, entre muchos otros.

Esta transformación ha afectado directamente a los medios de comunicación, que se han visto, en muchos casos, contra las cuerdas. Ahora, todos hablan de la expansión de la posverdad, los fake news, la manipulación cibernética, las redes sociales y de la propagación del populismo en el mundo occidental.

¿Se benefician las sociedades de la nueva era digital?

En este contexto, muchos se preguntan cómo ha sido posible que, a pesar del mayor acceso, participación y democratización de la información, hayamos entrado en una crisis en la que cada vez sea más difícil distinguir entre la verdad y la mentira, y que el crecimiento de la tecnología no haya sido proporcional a la creación de sociedades más justas. ¿Cómo navegar en estas nuevas épocas? ¿Dónde y cómo deben los medios trazar una línea de responsabilidad social que conlleve a más equidad y justicia?

"El periodismo y los medios representan uno de los valores más importantes de la justicia social, que es la libertad de expresión", dice a DW Omar Rincón, experto en comunicación y profesor de la Universidad de los Andes en Bogotá. Según el experto colombiano, la libertad de expresión, la cual define la democracia, la diversidad y la pluralidad de opiniones de una sociedad, es la clave para que no exista la imposición de una única verdad sobre las demás. Si uno dice hacer periodismo libre, independiente, responsable, "ser periodista es en sí un acto de ejercicio de justicia social", dice.

El periodismo es "muy conservador y tradicional"

Sin embargo, para Rincón, los grandes medios están fallando en cumplir su misión. "El periodismo ha sido muy conservador y tradicional", porque no ha sido capaz de variar sus agendas. Según Rincón, los medios actuales están muy cerca del poder político, judicial y económico; y ese poder es el que produce la injusticia social. Los medios "denuncian que no hay justicia social, pero nunca explican en qué consiste; los medios han sido incompetentes en comunicar la justicia social a la ciudadanía", afirma.

Así, más allá de la transformación digital, todo apunta a que los medios han tenido dificultades en localizar las transformaciones del mundo en el siglo XXI. Tradicionalmente, cuando la cantidad de medios era menos diversa, el periodismo era considerado por muchos como el representante de la ciudadanía para hacer contrapoder. Hoy, según Rincón, las cosas han cambiado.

"El siglo XXI nos desnudó y nos mostró que nosotros no éramos contrapoder. Nos demostró que éramos statu quo, poder y establecimiento. Porque llegó el internet –que ciudadanizó la información– y no supimos responder; nosotros seguimos informando del mismo modo", apuntó Rincón. "Hemos legitimado formas de injusticia social por estar muy cerca del poder y muy lejos de los ciudadanos", subraya.

"Medios generalistas" vs. medios independientes

En ese sentido, Rincón se mostró convencido de la importancia de la labor de los periodistas que se independizaron de los medios. "El periodismo que está funcionando con mayor legitimidad y poder narrativo está fuera de los grandes medios: estos son los medios pequeños, independientes y comunitarios. Yo creo que ahí se está dando una diferencia".

Para el experto, los grandes medios tienen en común que todos han encontrado soluciones de entretenimiento, pero ninguno ha logrado una solución periodística. "Son medios que están dispuestos a vender el alma por un clic", sentencia.

No obstante, a pesar de las críticas, considera que sigue siendo muy importante para la sociedad tener grandes medios de referencia, "medios generalistas", para que haya "una agenda general de conversación pública".

La desigualdad se ha instalado en las agendas

"Estamos en un escenario que nos permite ser optimistas", asegura, por su parte, Cristian Alarcón, periodista y director de la revista argentina Anfibia, en entrevista con DW. A pesar de lo paradójico de la situación actual, para Alarcón los medios, tanto "hegemónicos" como independientes, han logrado durante un tiempo llevar adelante acciones persistentes que han llevado a que la desigualdad se haya instalado en las agendas, aunque aún siga siendo dispar el tratamiento de la temática y la profundidad a la que llegan los diferentes formatos de los medios.

Alarcón considera importante las sinergias que pueden generarse entre los diferentes medios, y que periodistas, tanto en los grandes medios como en medios independientes, están dando una "batalla cotidiana en la que a veces ser pierde, pero a veces se gana".

"A mí me parece positiva la cruzada global contra las fake news y la preocupación creciente en la enorme disputa de la lucha por la verdad", asegura director del medio independiente.

Ser "prisionero de medios de calidad"

A pesar de que rescata la labor del periodismo independiente y de autor, Rincón resalta que el dilema de estos medios es que son de nicho. Por ejemplo, dice, hay medios que son específicamente feministas, otros de derechos humanos, otros de causas LGBTI o de denuncia, y cada ciudadano construye su "gueto", su comunidad de información y no hay cómo construir el diálogo de conversación común.

"Nosotros culpamos a las fake news, pero en realidad terminamos haciendo lo mismo. Si yo consumo solamente estos medios independientes, me armo una agenda muy progresista de América Latina. Pero viviría entonces prisionero de mis medios de calidad", asegura.

Cambio de agenda: "Informar desde la justicia social"

Ambos expertos tienen claro que lo que hay que hacer es reenfocar las agendas periodísticas. Tanto Rincón como Alarcón concuerdan en que mucho del flujo de la información tiene lugar ya sin intermediarios, desde las mismas instituciones globales, por ejemplo, a través de Twitter, lo que trae consigo un cambio de la labor periodística en sí. "Los eventos recientes en el Capitolio en Washington los veíamos mejor en directo por una red que por un medio de comunicación. O sea, el papel del periodista era ninguno ahí", dice Rincón.

Así, "el foco debería estar en la agenda de la justicia social en su diversidad de temáticas como entrada para hablar de la política, economía, deporte... Tratar de informar desde la justicia social", dice.

Del mismo modo, considera que el periodismo debe cambiar de narrativa y estética, y no seguir informando con la idea clásica de Watergate, de denunciar y hacer caer a un presidente. "Hoy muchos medios denuncian corrupción en todo el mundo. Y no hemos podido tumbar a nadie. Porque ya no importa, ya no importan las denuncias". A su juicio no basta con denunciar, sino que hay que explicar y criticar por qué la corrupción funciona. "Tenemos que cambiar de lugar la denuncia y la narración. Pero los medios no están haciendo esas preguntas y creen que es un problema de tecnologías", dice.

"Problema de curaduría"

Está claro que los contextos han cambiado, y no solo el mediático, sino el político, económico y social. Y eso plantea la duda sobre el papel de los medios y su futuro.

Para Rincón, uno de los grandes problemas de cara al futuro es la falta de referencias de credibilidad para informarse. En los últimos tiempos, dice, cada ciudadano se ha convertido en su propio curador de su propia información, de su propio menú informativo. En el pasado, "uno era el medio que leía: si yo leo The New York Times, yo soy The New York Times". Hoy, dice, las cosas son diferentes, "porque el 80 % de la humanidad se informa vía redes; nadie sabe más qué está en la primera página". Así, hay que "asumir primero que hay periodismos, y que no hay uno solo", dice. "Que cada quien construya su menú a través de los medios significativos que le parezcan para estar informado, o a través de los periodistas que le parece le permiten estar informado", agrega.

Ambos expertos también concuerdan que los medios deben someterse a un profundo proceso de autocrítica para reinventarse. "La crisis pandémica nos lleva no solo a la preocupación por la verdad y la autenticidad de la información divulgada, sino que nos tiene que hacer reflexionar también, por ejemplo, sobre la necesidad de nuevos códigos de ética", asevera Alarcón, quien rescata la buena labor y las "transformaciones concretas" en las últimas dos décadas de diferentes activismos que se ha instalado en las agendas en los medios latinoamericanos.

"Volverle a dar significación a la información"

Proveer sentido, generar comprensión, afianzar la credibilidad y la legitimidad de los diferentes periodismos es, para ambos expertos, la ruta que deben tomar los medios de comunicación.

"Necesitamos un periodismo que esté a la altura de las nuevas ideas de nuestros tiempos", asegura Alarcón, quien resalta la dificultad de perseguir lo que consideramos hoy como veraz y auténtico, y la disputa entre la subjetividad y la objetividad. "La idea de la verdad tal y como la concebimos en nuestras escuelas de periodismo ya no existe", dice. Además, hay que entender que "la subjetividad no es enemiga de la objetividad, sino que es exactamente la herramienta con la que seres sensibles e inteligentes podemos construir o reconstruir el mundo", agrega.

Por su parte, Rincón reitera que los medios, en especial los grandes medios, tienen la responsabilidad de volverle a dar mayor significación a la información. "La gran deuda que tenemos los periodistas es reconectarnos con los ciudadanos. Y desconectarnos del establecimiento. Este sería el mayor acto de justicia social que podríamos hacer", concluye.