Con la liberación del general Salvador Cienfuegos, grupos de poder ya saben qué botones oprimir para medir al actual gobierno de México, dice Anabel Hernández.

26 de noviembre de 2020, 8:21 AM
26 de noviembre de 2020, 8:21 AM

"Es un hecho lamentable que un secretario de la Defensa sea detenido acusado por vínculos con el narcotráfico. Estamos ante una situación inédita porque está detenido por la misma acusación que el que fue secretario de Seguridad Pública de Felipe Calderón, y ahora detienen al secretario de la Defensa durante el gobierno de Enrique Peña Nieto...

"Esto es una muestra inequívoca de la descomposición del régimen, de cómo se fue degradando la función pública, la función gubernamental del país durante el periodo neoliberal. Como en el caso de García Luna, todos los que resulten involucrados en este otro asunto del general Cienfuegos que estén actuando en el gobierno, en la Secretaría de la Defensa, van a ser suspendidos, retirados, y si es el caso puestos a disposición de las autoridades competentes”

Estas fueron las palabras textuales del presidente de México, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), el 16 de octubre pasado luego de la detención del general de División Salvador Cienfuegos, quien fue el titular de la Sedena en el sexenio de Enrique Peña Nieto (2012-2018), acusado en la Corte de Distrito Este de Nueva York de narcotráfico, corrupción y lavado de dinero, delitos de los que según el expediente hay como prueba miles de mensajes intercambiados por el general, cuando era secretario de la Defensa, con miembros de una célula del peligroso Cartel de los Beltrán Leyva, así como conversaciones telefónicas.

Después de su vehemente discurso sobre la descomposición y degradación que encarna Cienfuegos y la promesa de que todos los involucrados con él saldrían de la Sedena, alguien le debió informar a AMLO que el primero al que tendría que despedir es al general Crescencio Sandoval, a quién designó como secretario de la Defensa Nacional.

Sandoval fue promovido en 2017 al grado de General de División por Cienfuegos y por el Presidente Enrique Peña Nieto. En los mismos años que el gobierno de Estados Unidos acusa a Cienfuegos de haber traficado droga y de haber trabajado para el Cartel H2 (2012-2018), Sandoval era uno de sus hombres de mayor confianza ocupando el estratégico cargo de Subjefe del Estado Mayor de 2013 al 2016.

Es decir, Cienfuegos habría trabajado para los narcos en las narices del ahora titular de la Sedena. De acuerdo al expediente abierto en Nueva York contra el general, éste habría contado con la complicidad de otros militares, su proceso en Estados Unidos habría implicado el proceso de muchos otros miembros del Ejército Mexicano aún activos.

La insólita liberación

Un mes después de la captura, de manera insólita y sin precedentes, AMLO usó su poder e investidura de Presidente de México y su amistad con el derrotado y adolorido Presidente Donald Trump para liberar al General a quien le esperaban de diez años de prisión a cadena perpetua en Estados Unidos, de haber sido declarado culpable.

Por órdenes de Trump, William Barr, titular del Departamento de Justicia, en un bochornoso procedimiento jamás usado anteriormente en un caso de narcotráfico, solicitó a la Corte retirar los cargos contra Cienfuegos y permitir su repatriación a México. Aunque los cargos fueron retirados, en la corte se aseguró que las pruebas en su contra son sólidas. Es decir, no lo liberaron por presunción de inocencia, sino como resultado de una maniobra política alejada de la justicia.

El 18 de noviembre, Cienfuegos llegó custodiado por autoridades del gobierno estadounidense al aeropuerto de Toluca, bajo la protección de AMLO y la promesa dada por el canciller, Marcelo Ebrard, de que llegaría como un "ciudadano libre”. Cienfuegos se fue así a dormir tranquilo a su casa, gozando hasta hoy de plena libertad pese a los graves cargos imputados, y pese a que se supone que el gobierno de México prometió que sería investigado.

Como marca el protocolo de actuación de las autoridades civiles en este tipo de eventos, los policías de la Guardia Civil adscritos a dicho aeropuerto comenzaron a tomar las fotografías de rutina sobre el operativo de entrega. Pero a diferencia de todas las demás ocasiones, los militares que se encontraban en el lugar se los impidieron, dejando en claro que Cienfuegos no solo es impune sino es intocable.

Al día siguiente, el Coronel encargado de la Coordinación de la Guardia Nacional en el Estado de México ordenó un correctivo disciplinario a todos los elementos civiles adscritos al aeropuerto de Toluca que osaron importunar al general. 

El Comisario General de la Guardia Nacional, el también general Luis Rodríguez Bucio, les informó que eran órdenes del propio Secretario de la Defensa Nacional, Crescencio Sandoval, que a partir del 22 de noviembre fueran retirados del aeropuerto como castigo por la ‘incomodidad' causada a Cienfuegos. Bucio también formó parte del equipo de Cienfuegos en la Sedena: de 2013 a 2017 fue Director del Centro de Investigación y Desarrollo del Ejército y Fuerza Aérea.

¿Quién protege al general Cienfuegos?, ¿Por qué es intocable en la 4T? ¿Quién hizo que el Presidente de México se retractara públicamente poniendo en jaque la credibilidad de su lucha contra la corrupción?

Hacen falta explicaciones

Hasta el momento, el presidente de México no ha dado una explicación sobre su radical cambio de opinión, ni se sabe quién o quiénes influyeron en esa decisión, ni cómo ocurrió.

Uno de los argumentos públicos del gobierno para repatriar al militar acusado de narcotráfico es que con su detención se violó la soberanía, y que el general debía ser investigado y procesado por las leyes mexicanas.

El argumento con el que se defendió al general Cienfuegos no ha aplicado para los más de once mexicanos acusados de narcotráfico en Estados Unidos que el gobierno de AMLO ha extraditado sin problemas. Irónicamente al menos dos de esos extraditados --Deovaldo Gutiérrez Alfaro y Carlos Arturo Rubio Parra -- son integrantes del Cartel H2 con el cual el militar está involucrado según los expedientes de Nueva York. También se extraditó a Ismael Zambada, hijo del líder del Cartel de Sinaloa; a lugartenientes de Joaquín Guzmán Loera "EL Chapo”, a integrantes del cartel de Los Zetas, y hasta el propio Rubén Oceguera González, hijo del líder del Cartel Jalisco Nueva Generación.

La liberación del general Cienfuegos muestra que, incluso entre los acusados de narcotráfico, hay clases. Quizá porque los capos que trafican droga fuera de las instituciones de gobierno son prescindibles, y los que lo hacen dentro del gobierno no. De hecho, durante los últimos 15 años he podido investigar y documentar que los primeros existen y son impunes gracias a la complicidad de los segundos.

Otro argumento dado públicamente por el gobierno de AMLO es que Trump accedió devolver al general porque confía en la justicia mexicana. ¿De qué justicia hablan? La impunidad en México es histórica: la masacre de Tlaltelolco en 1968, la masacre de Aguas Blancas (1995), la masacre de Acteal (1997), las dos fugas de El Chapo de prisiones de supuesta máxima seguridad, el hecho de que Ismael "El Mayo Zambada” líder del Cartel de Sinaloa jamás ha sido detenido; el caso de los 43 normalistas desaparecidos en Iguala aún no resuelto, y una larguísima lista.

Cuando Genaro García Luna fue detenido en diciembre pasado en Texas, también por narcotráfico, en México el nuevo gobierno ni siquiera había iniciado una investigación en su contra y no existe orden de aprehensión que pese sobre él.

De acuerdo con un estudio publicado en 2018 por el Departamento de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales de la Universidad de San Diego, del 100 por ciento de los crímenes investigados por la Fiscalía General de la República de México (antes PGR), el 94 por ciento quedan sin castigo. En contraste, del total de crímenes investigados por la Fiscalía Federal del gobierno de Estados Unidos, en el 95 por ciento hay una sentencia condenatoria.

La diferencia abismal de la eficacia en materia de justicia entre un país y otro deja claro no solo que la repatriación del general Cienfuegos no tiene nada que ver con la búsqueda de la justicia, sino que quienes lograron su regreso están seguros que será impune.

Una explicación más es que la detención del general de División era una afrenta contra las Fuerzas Armadas de México. En contraste a esto, después de la detención de Cienfuegos tuve conocimiento directo del festejo de algunos militares contemporáneos a él, que conocen su trayectoria. 

"¡Se lo merece!”, fue la expresión. Durante los más de 15 años que he investigado al Cartel de Sinaloa y los Beltrán Leyva, escuché diversos señalamientos de militares que señalaban a Cienfuegos y a otros de proteger a dichas organizaciones criminales. Sus dichos se sumaban a las acusaciones de miembros de los Beltrán Leyva.

Si había un sector militar agraviado no era la totalidad, sino la aún poderosa facción de Cienfuegos que aún está dentro de la Sedena.

Incongruencia, debilidad, claudicación

La retractación pública y el rescate de Cienfuegos marca en rojo la línea limítrofe de los alcances de la prometida "Cuarta Transformación (4T)” dejando al desnudo su incongruencia, debilidad, carencias y claudicación. De ahora en adelante este será el parámetro con el que otros grupos de poder en México medirán a AMLO.

Ahora es claro, palpable, que pese a diatriba del presidente contra la corrupción y la impunidad, y sus amenazas de enjuiciar a los últimos cinco ex presidentes, es posible hacerlo recular. Todo depende de apretar el botón correcto.

Cienfuegos pertenece a un grupo de poder que lleva enraizado en México desde hace más de 30 años, al cual López Obrador ha llamado "mafia en el poder” y al que desde su primera campaña presidencial en 2006 prometió destruir. Grupo al que también pertenece el ex Secretario de Seguridad Pública, Genaro García Luna, y su brazo derecho Luis Cárdenas Palomino, también acusados de narcotráfico en Nueva York.

La detención de Cienfuegos, sumada a la de García Luna, significaba un maxiproceso a la narco-corrupción política, gubernamental y empresarial en México, y ponía en un verdadero y grave riesgo los intereses de dicho grupo, la impunidad de la que ha gozado y su propia existencia.

El rescate del general pone a salvo sus intereses, pero sólo de manera temporal. Mientras Donald Trump prepara las maletas para dejar la Casa Blanca, los funcionarios de carrera del Departamento de Justicia de Estados Unidos se preparan para un contraataque. 

De acuerdo a la legislación de ese país, aunque los cargos contra Cienfuegos fueron retirados, estos pueden ser reactivados en cualquier momento durante los próximos cinco años, y aunque es difícil pensar que el general querrá de nuevo vacacionar en Estados Unidos, sus cómplices, cuyos nombres se reservó el Departamento de Justicia, pueden dar un paso en falso.