Las refriegas habituales y el reciente asesinato de dos jóvenes devuelven protagonismo mediático a las bandas latinas en España. ¿Quiénes y por qué las integran? ¿Qué hacer, más allá de la intervención policial y legal?

18 de febrero de 2022, 14:23 PM
18 de febrero de 2022, 14:23 PM

El problema existe desde hace años en España, pero solo ocupa titulares cuando aflora la violencia extrema, como ocurrió hace dos semanas en Madrid. Dos jóvenes fueron asesinados a machetazos y otro resultó herido en tres peleas, que tuvieron lugar en varios puntos de la capital española. Según las autoridades policiales, los incidentes están relacionados entre sí y se enmarcan en las peleas entre bandas latinas, cuyas refriegas son relativamente habituales en la capital, sin que la violencia suela traducirse en asesinatos.

La repercusión mediática de tales sucesos provocó inmediatamente la alarma social. Durante el pasado fin de semana, circularon masivamente mensajes en las redes sociales advirtiendo de que Jaime Guerrero, de 15 años, uno de los dos jóvenes asesinados, era un "trinitario" y que la banda rival DDP (Dominicans Don´t Play) tenía sed de venganza.

"Es la punta del iceberg de un mar de fondo que se venía preparando hace tiempo", dice a DW Carles Feixa, antropólogo de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona y autor del libro El rey. Diario de un Latin King. Para Feixa, el problema se ha enfocado desde un punto de vista estrictamente policial: punitivismo, mano dura, criminalización, "cerrando todas las puertas sociales y las alternativas".

Cada vez más jóvenes

De acuerdo con el segundo informe del Observatorio de Bandas Latinas, publicado en octubre de 2021, en Madrid hay 2.500 jóvenes y adolescentes, entre los 11 y los 25 años, que pertenecen a estos grupos. Cada vez son captados más jóvenes. Y plataformas como YouTube o TikTok juegan un papel importante en la difusión de mensajes y la consolidación de referentes para ellos.

La investigación del Observatorio de Bandas Latinas se basa en testimonios directos de exmiembros de bandas. De acuerdo con el trabajo, en la Comunidad de Madrid hay unos 50 grupos de Ñetas y Latin King, y más de 80 grupos de Trinitarios y DDP, las bandas latinas más numerosas en la región

Estas bandas se financian, en gran parte, con las cuotas de pertenencia de sus miembros. Y han llegado a mover unos 9,6 millones de euros anuales. El dinero se destina a organizar fiestas, ayudar a los miembros con problemas o en prisión, a la compraventa de drogas y a la adquisición de armas. Quien no cumpla regularmente con la obligación de abonar su cuota, recibe castigos físicos por parte del grupo.

Ni siempre hay captación, ni son todos latinos

Katia Núñez, antropóloga experta en agrupaciones de calles, con una tesis doctoral basada en el trabajo de campo con las bandas, maneja informaciones y datos distintos. Núñez se remite a diversas declaraciones de las autoridades policiales españolas, que aseguran que "solo hay unos pocos centenares de jóvenes activos" en las bandas.

Además, la experta no cree que exista una "captación" sistemática de nuevos miembros, sino que el ingreso se produce de manera natural, dentro de un contexto en el que jóvenes con situaciones personales precarias "se sienten atraídos por estas agrupaciones, porque les brindan algo que no encuentran en sus familias: apoyo, protección, cohesión, disciplina, protagonismo dentro de su grupo de iguales y alguien que les escucha en una plataforma en la que se sienten importantes".

Se les llama bandas latinas, pero la mayoría de ellos no son latinoamericanos, sino españoles por nacimiento o porque han adquirido la nacionalidad. Eso no impide que el origen de los jóvenes fuera utilizado como arma arrojadiza en el Parlamento regional de Madrid, cuando la portavoz del partido político de ultraderecha VOX argumentó que "la inmigración ilegal" provoca "terror" en Madrid. El propio consejero de Interior de la región, Enrique López, admitió en una entrevista que "tenemos un problema con las bandas".

Para Carlos Feixa, está claro que no es una cuestión de origen sino de precariedad y clase social. "Los jóvenes buscan en estos grupos un referente identitario que no encuentran en otros lugares, por su situación de exclusión, así como por la precariedad vital provocada por la crisis, agravada por la pandemia", valora el experto de la Universidad Pompeu Fabra.

Rivalidad y violencia

Estas bandas se caracterizan por su rivalidad con agrupaciones similares. En ocasiones, esa rivalidad arrecia por algún detonante y estalla la violencia más brutal. "Por ejemplo, en el caso de DDP y Trinitarios, la muerte del rapero Morel Black en 2009, de los Dominican, desató la ola de violencia. A partir de ahí, la guerra no ha cesado. A veces es menos intensa, pero siempre ha estado", dice Katia Núñez.

Los trágicos sucesos de hace dos semanas constituyen una de esas exacerbaciones de la brutalidad dentro de la espiral de conflictividad y venganzas entre bandas. "No ha habido ningún intento de mediar ni resolver conflictos dentro de estos grupos, por lo que se han ido agravando las escisiones y las rivalidades internas", valora Carles Feixas. Y el experto advierte que la situación se recrudecerá si se sigue apostando solo por la criminalización y el punitivismo, sin complementar la aplicación de la ley con medidas de apoyo para la integración social y un seguimiento preventivo de estas colectividades.