El turismo es uno de los sectores más afectados por la crisis del coronavirus y, en especial, el segmento de los cruceros. ¿Qué futuro se vislumbra para ellos en el horizonte? Ya no basta con ofrecer a los pasajeros una cabina y un bufet suculento. Se necesitan nuevos conceptos.

15 de junio de 2020, 17:41 PM
15 de junio de 2020, 17:41 PM

Son imágenes que no se olvidan pronto: cientos o miles de turistas, confinados en buques donde esperaban pasar unas vacaciones de ensueño, sin poder bajar a tierra ni volver a casa, porque había casos de coronavirus a bordo.

Para las compañías de cruceros y los operadores turísticos, los tiempos han cambiado. Ya no basta con ofrecer a los pasajeros una cabina y un bufet suculento. Se necesitan nuevos conceptos, si se quiere evitar que situaciones como la antes descrita se repitan.

Mirada positiva

Al parecer, sin embargo, no hay dudas en cuanto a que seguirá habiendo viajes en cruceros. La empresa TUI Cruises, por ejemplo, dice seguir mirando positivamente hacia el futuro. Su portavoz, Friederike Grönemeyer, dijo a DW: "Pese a los viajes cancelados, todavía tenemos una buena cifra pasajeros considerando el año en su totalidad". Muchos clientes optaron por cambiar la fecha de sus viajes o mantienen "las reservas ya realizadas para mediano o largo plazo". Además, según Grönemeyer, hay gente que ya ha reservado en TUI cruceros para el año 2021.

La empresa turística Kreuzfahrtberater indica, por su parte, que muchos buques podrán volver a zarpar a partir de fines de este mes, gracias a que las restricciones se están reduciendo. Su gerente, Frank Riecke, respondió por escrito a una consulta de DW, señalando: "Existen claras señales de recuperación en cuanto a las reservas".

Previsiones diversas

En TUI se conserva el optimismo y se piensa que, tras la crisis, la recuperación será más bien rápida. En Kreuzfahrberater, la visión es más matizada: "Esperamos para fines de año una rápida recuperación. Sin embargo, pasará cierto tiempo hasta que se haya superado por completo la crisis y el sector recupere el nivel previo al brote de COVID-19".

Una tercera variante es la que se plantea en Bremerhaven, sede de los astilleros Lloyd, que también construye cruceros. El portavoz de la empresa, Marco Graudenz, indicó a DW que "todo lo que se escucha y lee sobre las compañías de cruceros apunta a que la crisis será más bien amplia y prolongada".

Los astilleros solo se ven afectados indirectamente, porque las decisiones de mandar a construir un buque se toman en base a consideraciones de largo plazo. Pero también allí repercute la situación. El astillero Meyer, de Papenburg, entregó el año pasado tres cruceros, y pensaba repetir dicho éxito este 2020. Pero en este momento tiene tres buques a medio construir, que no han sido entregados. Desde mayo se ha reducido el trabajo y la presión para reducir gastos es enorme.

El astillero Meyer es uno de los mayores de Alemania. Si allí se anuncian despidos y se negocia con el gobierno regional sobre ayudas financiera estatales, es comprensible que las empresas del sector se muestren cautelosas.

Medidas de prevención

A diferencia de los astilleros, los operadores turísticos y las compañías de cruceros tienen que actuar de inmediato. Deben elevar los estándares de higiene y reducir al mínimo los riesgos de contagio. Y eso no resulta en absoluto fácil, porque los viajes en cruceros son una especie de experiencia colectiva.

Friederike Grönemeyer, de TUI, explica que ya se han tomado algunas medidas. "Las condiciones de espacio a bordo de la flota Mein Schiff son muy generosas", dice. Pero la empresa se propone ir más allá. "No zarparemos con nuestra capacidad copada. Además, estamos elaborando ajustes para el check-in y para la atención de los pasajeros, entre otras cosas en el área hotelera y en lo tocante a las demás actividades a bordo".

Experiencias colectivas

Según el gerente de Kreuzfahrtberater, "los clientes se sorprenderán de cuán profesional y sustancialmente se han ocupado las empresas de este tema, y de los convincentes conceptos que aplicarán".

Pero siempre hay que contar con dificultades que no son fáciles de resolver. Frank Riecke nombra, por ejemplo, las comidas, que no solo han de ser una experiencia gastronómica en los cruceros, sino también son vistas como acontecimientos sociales. Los almuerzos y cenas compartidos ofrecen muchas posibilidades de contagio.

Riecke lo formula así: "Naturalmente, hay clientes para los cuales las mesas grandes, que se comparten con otros pasajeros, son quizás un aspecto importante de los cruceros. Pero son menos de un diez por ciento". Sin embargo, hemos aprendido de los virólogos que basta y sobra con un diez por ciento para desatar una epidemia.