La pandemia ha acentuado la injusticia social en América Latina, que ya era una de las regiones más desiguales del mundo. En entrevista con DW, el Dr. Felix Drexler, virólogo y profesor de la prestigiosa Clínica Universitaria Charité de Berlín, comenta sobre las dificultades de los más vulnerables.

26 de enero de 2021, 11:26 AM
26 de enero de 2021, 11:26 AM

DW: Dr. Drexler, en la última década, millones de latinoamericanos lograron salir de la pobreza, pero con la pandemia del SARS-CoV-2 se ha vuelto a retroceder décadas. ¿Están los pobres de la región condenados a malvivir?

Dr. Felix Drexler: Todas las sociedades, incluyendo las más ricas como Alemania, van a pagar los estragos de años o décadas que dejará la pandemia, pero las sociedades desiguales, como las de América Latina, pagarán un precio más alto y, en algún momento, también en salud. Todo esto debido al confinamiento, la interrupción de la economía y otros factores.

Solo basta ver algunos números: hasta octubre de 2020, la región contaba con un 23% de los casos de coronavirus del planeta y un 33% de las muertes, a pesar de que nada más acumula un 8,5% de la población mundial. Hay estimaciones de que la tasa de pobreza en la región se incrementó en 2020 un 7% y la de desempleo aumentó a 10%.

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Muchos latinoamericanos no cuentan con trabajo fijo, viven el día a día y tienen que salir todos los días a ganarse la vida. Ese es el lazo entre la salud personal y el contagio. No existe la opción de confinamiento, pues no tienen cómo escoger. Por otro lado, como son pobres, se alimentan mal. Esto puede implicar que no comen lo suficiente y, por lo tanto, pueden tener una inmunidad debilitada frente al virus.

¿Qué tan importante es una buena alimentación para hacer frente al coronavirus?

Existe un aspecto latinoamericano bastante fuerte: la gente come muy mal. Consumen comida chatarra, azucarada, de baja calidad, suben de peso y desarrollan diabetes. México, por ejemplo, tiene una tasa alta de diabéticos con sobrepeso debido al alto consumo de bebidas azucaradas. Y sabemos que la diabetes y el sobrepeso son factores de riesgo muy importantes para la muerte por COVID-19. Este también es un problema de desigualdad e injusticia social, porque estas personas no tienen acceso a buena información sobre cómo alimentarse.

En sí, el COVID-19 es democrático y todos se pueden contagiar, pero las consecuencias de la infección son desiguales. Esto tiene que ver con el sistema inmune de cada persona, pero sistemáticamente afecta a personas que acumulan factores de riesgo que están vinculados a sus recursos. Y son los pobres quienes acumulan sobrepeso o los que tienen que salir a trabajar para comer.

¿Qué otros factores de injusticia social se han desnudado en la región con el COVID-19?

Otro factor es el aislamiento en casa. Si uno tiene tres o diez habitaciones y puede aislarse para no infectar a su familia, no hay problema. Pero es imposible pedirle a diez personas que viven en un cuarto, como es normal en muchas familias pobres de América Latina, que hagan cuarentena. Teniendo hasta tres generaciones en el mismo espacio, incluyendo los más ancianos, que, entre ellos, son los más vulnerables.

Pero esto no es solo por el COVID-19. En un estudio de Charité de 2017 informamos que el zika afecta, especialmente, a los barrios más pobres en Brasil. Porque estos viven en casas con mala infraestructura y están más expuestos a los mosquitos que transmiten zika, dengue o chikungunya, y no tienen, por ejemplo, una red mosquitera para protegerse. Muchas veces no tienen ventanas que puedan cerrar. Tampoco ponen la basura en la calle porque puede servirles en algún momento. De ese modo acumulan basura en su pequeño jardín, donde también se acumula agua y a donde llegan los insectos que pueden transmitir el zika.

Por otro lado, la Red Latinoamericana por Justicia Económica y Social ha propuesto imponer un impuesto a la riqueza que podría ayudar a la región a contrarrestar las desigualdades por la pandemia. Algunos países como Argentina y Bolivia ya lo han instaurado. ¿Qué le parece esa iniciativa?

Creo que es una pregunta muy política para un científico. Pero, por ejemplo, vemos que hay gente o empresas que han hecho fortunas durante la pandemia, porque la gente, lógicamente, tuvo que ordenar sus alimentos en línea o pedir más por Amazon. Creo que sería justo interactuar con estos actores para ver si voluntariamente quisieran contribuir con un poco de sus ganancias.

El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) ha dicho que otorgará mil millones de dólares a países en América Latina y el Caribe para afrontar la pandemia o para adquirir vacunas. ¿Están entendiendo el mensaje las empresas?

Qué bueno que haya este tipo de solidaridad internacional. Sobre todo en el tema del acceso a las vacunas estamos viendo un problema de injusticia social. Espero que al menos aprendamos algo de la pandemia: cómo fortalecer la salud primaria o cómo combatir la injusticia social como elemento de contribución para una economía funcional.

Hay que entender que salud y economía no son áreas distintas. Una tiene que ver con la otra. La inversión pública en salud en América Latina es apenas de un 3% o 5% del PIB. En Alemania se invierte alrededor del 10% del PIB.

La vacunación en América Latina avanza de forma irregular y a paso lento. Esto se debe en gran parte a que los países más ricos han acaparado la mayoría de dosis. ¿Cree usted que si los países pobres no pueden vacunar a sus poblaciones, los ricos pagarán las consecuencias?

Sí. Esto no solo es el interés de una región pobre, es el interés del planeta, porque si permitimos que haya regiones enteras sin acceso a vacunas, nunca va a terminar la pandemia, siempre va a volver desde esas regiones. Por interés propio de los países más ricos se deberían aceptar estrategias para democratizar el acceso a vacunas.

El Dr. Jan Felix Drexler, virólogo y profesor de la prestigiosa Clínica Universitaria Charité de Berlín, es consejero científico de la Corporación Alemana para la Cooperación Internacional (GIZ) y dirige delegaciones que ayudan a los Gobiernos latinoamericanos en su lucha contra el nuevo coronavirus. Drexler tiene amplia experiencia profesional en América Latina, donde también llevó a cabo proyectos para combatir el zika.