Entre los desafíos de Bolivia para mantener su tipo de cambio fijo son la disminución de reservas internacionales y al deterioro de su balanza de pagos, según fuentes consultadas por Bloomberg Línea

11 de octubre de 2024, 18:33 PM
11 de octubre de 2024, 18:33 PM

Mantener la paridad de Bs 6,96 por dólar en Bolivia, fijada desde el 2011 por el Gobierno, se ha vuelto una tarea cada vez más desafiante y, en el mercado paralelo, el soporte oficial se desvanece en medio de la escasez de divisas extranjeras, ante el desbalance en los ingresos de la exportación de gas.

La denominada depreciación administrada del boliviano “tiene sus inicios desde finales de los 80 en el país, cuando se creó lo conocido como ‘bolsín’, un crawling peg combinado con la monopolización de la venta de dólares por el Banco Central”, explicó a Bloomberg Línea el economista en el Departamento de Macroeconomía Global del Instituto de Finanzas Internacionales (IIF), Jonathan Fortún.

A mediados de los años 2000, se comienza a “bolivianizar” la economía, a través de incentivos del Estado para dejar de utilizar un sistema bimonetario, por medio de impuestos, creación de índices de mantenimiento de valor y otros, detalló Fortún.

La acumulación imperante de reservas permitió al Gobierno estabilizar la moneda. Esto estaba enmarcado, por supuesto, en los grandes beneficios que el superciclo de materias primas tuvo en países emergentes (particularmente aquellos exportadores de materias primas como Bolivia). 

Finalmente, la monopolización del comercio exterior por el Estado también permitió un control riguroso de divisas en el país.

Entrado el Siglo XXI, el gas -una de las exportaciones estrella de Bolivia- le permitió al país fijar en 2011 el tipo de cambio, pero el declive del sector le ha cobrado factura a las finanzas del país y los tiempos en los que ese mercado gozó de una sólida posición externa han quedado atrás.

Las épocas de bonanza le permitieron al Banco Central boliviano (BCB) acumular reservas internacionales aceleradamente hasta superar los $us 15.000 millones hacia fines de 2014. 

No obstante, el “actual mix de política económica, que incluye elevados déficits fiscales financiados con emisión monetaria, hace insostenible el mantenimiento del esquema cambiario actual”, dijo a Bloomberg Línea el economista sénior en el banco de inversión global BancTrust & Co, Mariano Ortiz.

El cuadro se compone además de un sostenido declive del saldo comercial energético y un drenaje de reservas internacionales que se ubican actualmente en niveles mínimos, eliminando la capacidad del Banco Central de defender el tipo de cambio fijo, indicó el analista de BancTrust & Co.

Sumado a esto, las tensiones cambiarias, que se reflejan en la depreciación del tipo de cambio paralelo en el mercado informal, ponen presión sobre la inflación doméstica y “amenazan la estabilidad de precios alcanzada hace más de una década”, según Ortiz.

¿Qué pasa en la actualidad con el esquema de tipo de cambio fijo?

Ortiz considera que, en términos regionales, la tendencia de las últimas décadas fue la adopción de regímenes monetarios de metas de inflación con tipos de cambio flexibles.

“En el pasado, los tipos de cambio fijos eran habitualmente usados como instrumentos desinflacionarios en contextos de bancos centrales con poca credibilidad”, dijo.

Para el especialista, en el contexto actual, el esquema de tipo de cambio fijo solamente se puede mantener a través de una intensificación de las restricciones y controles cambiarios, lo que implicará mayores distorsiones y limitará el potencial de crecimiento de la economía.

Otros ejemplos de pegs (depreciación administrada) en la región incluyen a: Panamá, El Salvador, Belice, Haití y Ecuador, según  Fortún.

Panamá: al dólar estadounidense desde 1904. 

“Panamá es un caso único en América Latina, porque usa el dólar estadounidense como moneda oficial junto con el balboa, que está en paridad 1:1 con el dólar. No existen billetes de balboa, solo monedas, y todas las transacciones se realizan en dólares. Esta dolarización ha ayudado a mantener una baja inflación y estabilidad económica, pero limita la política monetaria independiente del país”.

El Salvador: dolarización desde 2001

El Salvador adoptó el dólar estadounidense como moneda oficial en 2001, eliminando el colón salvadoreño de circulación. “Esta medida buscó reducir las tasas de interés, aumentar la inversión extranjera y fomentar la estabilidad económica. Sin embargo, al igual que Panamá, esto significa que El Salvador no tiene una política monetaria propia”.

Belice: Peg al dólar estadounidense (2 BZD = 1 USD). 

Belice mantiene un tipo de cambio fijo de 2 dólares beliceños por 1 dólar estadounidense desde 1978. “Este peg ayuda a proporcionar estabilidad económica y confianza en la moneda local, especialmente dado el alto nivel de actividad turística y comercio internacional que se realiza en dólares”.

Haití: peg parcial y manejo administrado. 

“Haití no tiene un peg fijo en el sentido estricto, pero su banco central interviene en el mercado cambiario para limitar la volatilidad del gourde frente al dólar estadounidense. El objetivo es mitigar la inflación y estabilizar la economía, aunque el país enfrenta desafíos significativos debido a su inestabilidad política y económica”.

Ecuador: con la eliminación de su moneda local y el uso del dólar, Ecuador tiene un peg tácito.


Dificultades para mantener el tipo de cambio fijo

Fortún sostuvo que los principales desafíos de Bolivia para mantener su tipo de cambio fijo son principalmente la disminución de reservas internacionales y al deterioro de su balanza de pagos.

La estrategia de exportación de hidrocarburos “se ha vuelto insostenible, debido a la caída de los precios internacionales del gas y a una reducción significativa en la demanda de mercados clave como Brasil y Argentina, los principales compradores de gas boliviano”, remarcó el economista.

Y como resultado, los ingresos por exportaciones han disminuido considerablemente, limitando la capacidad del BCB para intervenir en el mercado cambiario y sostener el peg mediante la venta de dólares de sus reservas.

Fortún hizo notar que la situación se complica aún más por un déficit fiscal creciente, que obliga al Gobierno a depender, cada vez más, del financiamiento externo para cubrir sus gastos. 

“Esta dependencia genera una mayor demanda de dólares para pagar la deuda externa, lo que ejerce presión adicional sobre la balanza de pagos”, agregó.

Asimismo,  a su juicio, la inestabilidad política y social interna, junto con la dolarización parcial de la economía, debilitan aún más la confianza en la moneda local.

“En un contexto global de incertidumbre y condiciones de financiamiento más restrictivas, Bolivia debe enfrentar decisiones difíciles para equilibrar la estabilidad cambiaria con el crecimiento económico y la sostenibilidad financiera”, finalizó Fortún.