Desde la economía circular y sustitución de importaciones hasta la exportación de alimentos y superalimentos, estas empresas fortalecen la economía en tiempos difíciles

1 de diciembre de 2024, 4:00 AM
1 de diciembre de 2024, 4:00 AM

No todo son malas noticia en Bolivia. En un contexto complicado por la escasez de dólares, combustibles e incluso cierre de varias empresas, algunos negocios apuestan por seguir adelante y nadando contracorriente en un panorama desafiante. Sus principales armas para seguir en esta mar de incertidumbre son la innovación, organización y la búsqueda de mercados dentro y fuera del país.

De forma interna, algunos de estos negocios apuestan por la sustitución de las importaciones, permitiendo que otras empresas puedan acceder a insumos y materiales a precios más económicos que los artículos que son comprados del exterior.

Por más de una década, Mamut, empresa boliviana liderada por Manuel Laredo, ha logrado posicionarse como un referente de la economía circular y el reciclaje en América Latina. Desde sus inicios en 2014 con la producción de pisos de caucho reciclado, diversificó su oferta y expandido su impacto, alcanzando mercados internacionales y consolidándose como una de las grandes empresas del continente en su sector.

Laredo, fundador y director ejecutivo de Mamut, recuerda que esta compañía comenzó fabricando baldosas de caucho reciclado, un producto innovador que era inaccesible en Bolivia debido a los altos costes de importación.

Con un enfoque en la sustitución de importaciones, la empresa logró posicionarse como pionera en el mercado local. Sin embargo, su evolución no se detuvo allí.

“Ahora tenemos toda una línea de productos viales: topes, hongos de burro y ciclo rutas. Estos productos están diseñados en Bolivia, lo que nos ha permitido generar un impacto positivo”, explica Laredo.

El éxito de estos productos ha trascendido fronteras. Por ejemplo, los topes fabricados por Mamut se han instalado en sucursales de McDonald’s en Paraguay. “Es una sensación increíble ver un producto boliviano en otro país”, añade.

El impacto de Mamut no solo se mide en sus productos, sino también en su modelo de negocio basado en la economía circular. En una década, la empresa ha reciclado más de 2 millones de neumáticos en los últimos 10 años, contribuyendo a la protección del medio ambiente y beneficiando a más de 2,1 millones de usuarios en diferentes países.

“Estamos exportando no solo productos, sino también nuestro modelo de negocio y nuestro impacto”, comenta. Este enfoque fue reconocido cómo una de las dos empresas más importantes de economía circular en Paraguay.

Innovación

A pesar de los desafíos económicos y logísticos que enfrenta Bolivia, Laredo sostiene que Mamut se ha mostrado resiliencia y creatividad. Entre sus más recientes iniciativas destaca la inversión de casi medio millón de dólares en un laboratorio de innovación para materiales de construcción sostenible, con miras a desarrollar nuevos productos.

La firma incursionó en la producción de perfiles plásticos reciclados como alternativa al hierro importado, una solución cada vez más demandada debido a los problemas de importación y al aumento de precios.

Actualmente, opera en una planta sostenible de 3.000 metros cuadrados en Cochabamba, además de contar con instalaciones en Santa Cruz y Lambaré, Paraguay. Y cuenta con presencia en países como México y Argentina, consolidándose como un actor clave en la región.

En crisis surgen oportunidades

Mariela López, es una emprendedora que apuesta por el sector de los alimentos a través de Epicurean Andes que surgió como una respuesta a los desafíos económicos que enfrenta Bolivia, en especial la escasez de dólares y el impacto en las importaciones.

“Cuando vi venir la crisis, entendí que la única forma de obtener dólares era exportar. Bolivia tiene una riqueza impresionante en alimentos exóticos, pero no los aprovechamos como deberíamos”, explica López.

Con esta visión, comenzó a trabajar en un portafolio de productos que destacan por su origen y calidad. Entre ellos se encuentran la sal rosada, extraída de vetas únicas en Tarija, el orégano del valle boliviano, la cúrcuma y otros condimentos.

Afirma que la compañía busca transmitir la identidad cultural de Bolivia a través de sus productos.

“No queremos vender solo alimentos, sino experiencias. Cada empaque, cada sello, cuenta una historia de las diferentes regiones de Bolivia: el oriente, el valle y el altiplano”, destaca.

Entre los productos más destacados está el locoto estilo tajín, inspirado en el tradicional condimento mexicano, pero con el toque único de la gastronomía boliviana.

La compañía también se encarga del envasado y la presentación, cuidando cada detalle para competir al nivel de marcas internacionales. “Queremos demostrar que Bolivia puede estar al nivel de los mejores”, asegura.

Resilencia

Mijail Loredo, gerente general de AgroExport sostiene que la empresa ha sorteado crisis económicas, climáticas y logísticas para mantenerse competitiva en el mercado internacional.

Loredo subraya que la agricultura es clave para enfrentar la crisis económica en Bolivia. Con ciclos de producción relativamente cortos, de 6 a 8 meses, los resultados de la actividad agrícola pueden traducirse rápidamente en ingresos de divisas para el país. Pero factores como la escasez de diésel, la falta de dólares para insumos y condiciones climáticas adversas han complicado el panorama.

“A pesar de un año marcado por sequías severas y desafíos socioeconómicos, hemos mantenido nuestro compromiso con los agricultores”, señala Loredo.

AgroExport trabaja con una red de más de 4,000 pequeños productores para cultivar superalimentos como sésamo, chía, frijoles, maní, quinoa y amaranto, que tienen gran demanda internacional.

Estos estándares no solo aseguran la competitividad, sino que también consolidan la reputación de Bolivia como exportador confiable.

“Europa, Japón y China son mercados clave, especialmente en países como Alemania, Holanda, España e Italia. Nuestro principal producto exportado es el sésamo, que ha ganado aceptación gracias a su calidad”, comenta.

Para AgroExport, la clave del éxito radica en fortalecer cada eslabón de la cadena productiva. Desde los agricultores hasta la logística y los distribuidores, todos deben trabajar en equilibrio para mantener una relación sostenible. Este enfoque permite a la empresa generar confianza tanto con los productores como con los clientes internacionales.

A pesar de las dificultades enfrentadas en 2024, AgroExport tiene una visión optimista para el próximo año.

Las lluvias tempranas han mejorado las condiciones climáticas, lo que augura una mayor producción agrícola en 2025.

La empresa tiene la capacidad de exportar hasta 12,000 toneladas de superalimentos anualmente, aunque este año alcanzaron cerca de 5,500 toneladas, debido a las dificultades climáticas y económicas.

Germán Molina, experto en economía destaca que el panorama actual obliga a dividir las empresas en dos grupos: las exportadoras y aquellas enfocadas en el mercado interno. Las empresas exportadoras han ajustado sus operaciones ante el aumento de los costos internacionales. En lugar de repatriar sus ingresos en dólares, optan por dejarlos en el extranjero y financiar sus gastos locales mediante créditos bancarios. Este enfoque les permite mantener liquidez interna sin depender de un mercado cambiario inestable.

Molina identifica sectores con capacidad de crecimiento pese al entorno desfavorable. El sector construcción, particularmente en regiones como La Paz, Cochabamba y Santa Cruz, se mantiene activo debido a la demanda sostenida y a la posibilidad de invertir en moneda local.