Gonzalo Melgar Vaquero caminó 65 días hasta llegar a la ciudad de La Paz, donde pretende hablar con el presidente Luis Arce. Pedirá que apruebe una ley que devuelva a los ahorristas el 20% de sus aportes a las AFP

16 de julio de 2021, 14:38 PM
16 de julio de 2021, 14:38 PM

Por Raúl Domínguez

El pasado 14 de junio Gonzalo Melgar Vaquero cumplió 53 años en plena marcha de protesta por la devolución de aportes de las Administradoras de Fondos de Pensiones (AFP). Llegó a La Paz el pasado martes, luego de caminar 903 kilómetros durante 65 días, en los que tuvo que pasar por muchas adversidades, todo por la lucha de sus ahorros que suman más de Bs 200.000, de los cuales pide que el presidente Luis Arce, modifique el proyecto de Ley de Devolución de Aportes, del 30 al 20% de hasta Bs 100.000, presentado ante la Asamblea, el pasado mes de enero.

Melgar quedó desempleado en 2008 y desde ese tiempo tuvo que soportar la escasez en su hogar, a tal punto de sufrir la separación de su pareja. Tiene siete hijos, de los cuales cinco todavía se encuentran en edad escolar y dos en edad universitaria.

“No tenía de dónde sacar los recursos, lo que ganaba no me alcanzaba. Me acordé de los aportes de la AFP y dije voy a tratar de recuperar mi plata. Mandé una carta a la AFP Previsión y me dijeron que, de acuerdo a la ley, no me podían devolver”, recordó.

Una segunda carta rechazada por la AFP en 2019 provocó que tome la decisión de iniciar una huelga de hambre, y luego de dialogar con grupos de aportantes y funcionarios del Ministerio de Economía, decidió marchar hacia la ciudad de La Paz, el 10 de mayo, desde la Catedral de Santa Cruz.

Ganas de volver

A 50 kilómetros de haber iniciado su travesía, Gonzalo Melgar pensó en volver a su casa, cuando estaba por llegar a La Angostura, en la carretera antigua Santa Cruz-Cochabamba. “No daba más de mis hombros y pies, que estaban llenos de ampollas”, admitió, a tiempo de precisar que todo su equipaje pesaba 48 kilos. En la mochila llevaba ropa, un botiquín con medicamentos y camping para dormir donde le tocara la noche.

Se quedó dormido a la orilla de la carretera y cuando despertó estaba temblando y con fiebre. “Vi los micros verdes que van a La Angostura y tuve la intención de subir y volverme. Mi cuerpo no respondía. Llevaba un botiquín de tabletas; tomé para la fiebre, me senté un rato, reaccioné, y en ese momento me arrodillé y le pedí a Dios que me dé fuerzas, porque sentía que me estaba mandando a una lucha por sus hijos que estaban necesitando ese dinero”, reveló.

Y desde ese momento nunca más tuvo la intención de volver, incluso cuando se lastimó el pie al evitar caerse con la pesada mochila. En un tramo de 10 kilómetros de subida tuvo que caminar con el pie hinchado por todo un día. “En ese tramo derramé bastantes lágrimas porque me sentí solo, inútil, porque no podía”, detalló.

Otro momento difícil para Melgar fue durante el tramo Calamarca- Villa Remedios, 125 kilómetros antes de llegar a la ciudad de La Paz, donde sintió que se le acabaron las fuerzas. "La altura me afectó bastante, en algunos pueblos he tenido que tomar aspirinas para la presión porque tengo Chagas y me cuidaba para que no me venga una taquicardia. Eran pueblitos pequeños donde no había nada para comer, entonces yo pasaba de largo sin comer, estuve hasta tres días así”, apuntó.

En Villa Remedios, un grupo de personeros del Gobierno y del Ministerio de Salud lo asistieron con medicamentos y un suero, lo que le dio fuerzas para llegar a La Paz. Agradeció por no haberse contagiado con el Covid-19.

Otra imagen

El marchista resaltó la atención que recibió en todo el camino, como una familia de Comarapa que lo asistió hasta la zona de Siberia, y los campesinos de bastiones “masistas” que de acuerdo a su percepción eran muy beligerantes, como Vila Vila o Ayo Ayo. "Es un estigma nomás que uno les pone a los pobres campesinos, precisamente en esos pueblos fueron más solidarios conmigo”, sostiene, a tiempo de anunciar que publicará un libro de su vivencia en el trayecto.

“Una de las cosas que más me marcó fue el sentimiento como padre, porque yo he sido muy descuidado con ellos. Después que me lastimé el pie me sentí solo, indefenso y mis hijos nunca me llamaron ni me escribieron. Ahí sentí lo que siente un padre cuando los hijos le dan la espalda, pero cuando yo vuelva (a Santa Cruz) todo va a cambiar”, dijo con la voz entrecortada.

El objetivo

Cuando Gonzalo Melgar llegó a La Paz, el 13 de junio, había marchas en el centro paceño y no pudo ingresar a la Plaza Murillo para entregar su carta dirigida al presidente Luis Arce, con su propuesta. En el lugar, se descompensó su presión sanguínea y tuvo que asistirlo personal médico en una ambulancia, para después llevarlo a la ciudad de El Alto donde está alojado actualmente.

“Ayer volví más tranquilo, pero tampoco me dejaron entrar. En la carta pido una audiencia para hablar con el Presidente y hacerle recuerdo de su promesa de campaña. Le pediré en persona que modifique las bases que presentó en enero”, anunció.

Sobre la posibilidad de que reciba una respuesta negativa, Melgar prefirió no adelantarse a los hechos. “Voy a ser paciente con el tiempo que me den para una respuesta, si no hay atención del Presidente, me voy a sentar en el corredor hasta que me atiendan y voy a ir radicalizando mis acciones”, concluyó.