La abundancia de mano de obra cesante hizo que los sueldos disminuyan a casi la mitad del salario mínimo nacional. Ante la necesidad, muchas personas aceptan estos bajos ingresos para sobrevivir

10 de abril de 2022, 16:40 PM
10 de abril de 2022, 16:40 PM


Si las normas se cumplieran a rajatabla en el país cualquier persona ganaría un salario mínimo de Bs 2.164 al mes. Pero la realidad es otra y es muy dura. En la calle Monseñor Salvatierra, lejos de los despachos donde la Central Obrera Boliviana (COB) negocia con el Gobierno el incremento salarial para este año, un ‘hervidero’ de personas busca trabajo en las diferentes agencias de empleo que operan en esta zona de Santa Cruz de la Sierra. Ahí, en pleno centro de la urbe más importante del país, las personas negocian salarios que van desde los Bs 1.500 hasta 2.600 mensuales. Incluso, la oferta llega a ser menor ante la abundancia de mano de obra.




“Hoy nos ofrecen hasta Bs 1.300 por mes para atender una tienda de abarrotes. Algunos se aprovechan de la necesidad de la gente. Son unos sinvergüenzas”, se queja un joven de no más de 24 años, que al momento de redactar esta nota llevaba una semana en busca de un trabajo, sin éxito.

A su lado, un hombre ya entrado en años vive una situación similar. “La paga está muy baja. Antes de la pandemia pagaban bien. Incluso algunas empresas constructoras venían y buscaban gente. Ahora todo está silencio”, dijo.

De nombre José, el hombre siempre se ganó la vida como electricista y manejando una motosierra. También sabe hacer alambrados y enmallados. A su hoja de vida agrega su destreza con el badilejo que lo hizo trabajar en varias construcciones en Santa Cruz.

Hasta antes de la pandemia, admite que podía rechazar trabajos e incluso obtener una buena paga cerrando tratos de forma directa con sus empleadores. Pero actualmente no pueda darse el lujo de hacer este juego de cintura.

“Antes pagaban entre Bs 130 y Bs 150 por día. Hoy, a lo mucho se paga hasta Bs 100 por día. Algunos, por la necesidad, agarramos trabajos por hasta Bs 50 o 70”, señala resignado a la espera de algo que caiga durante la jornada.

No es el único que vive esta penuria. En las agencias también hay muchas mujeres que ofrecen sus servicios como trabajadoras del hogar y niñeras por sueldos que varían desde los Bs 1.500, 1.800 y hasta los Bs 2.600 al mes.

No obstante, esa paga no contempla ningún beneficio social.

Para el investigador en asuntos laborales, Bruno Rojas, los bajos sueldos en el mercado de trabajo no solo reflejan el momento complicado que vive la economía nacional, sino una creciente precariedad que se arrastra hace varios años. El especialista dijo que en los últimos 16 años los salarios reales de los trabajadores bolivianos se desvalorizaron, “es decir, perdieron su poder adquisitivo”.

“Si bien el salario mínimo nacional y los salarios nominales y básicos aumentaron formalmente, su capacidad adquisitiva desmejoró, lo que significa que las políticas de “incremento salarial” implementadas todos estos años no mejoró el poder adquisitivo de los salarios frente a una permanente elevación del costo de la canasta básica familiar”, dijo.

Citando cifras del Instituto Nacional de Estadística (INE) sostienen que en el sector privado (que más trabajo concentra), el salario real promedio en el año 2021, año de la reactivación o “reconstrucción económica” fue de Bs 1.497. Esta cifra es inferior al de 2019 (Bs. 1.605) y al del año 2020 (Bs 1.600).

“Incluso, y esto es importante subrayarlo, menor al salario real que tenían los trabajadores asalariados el año 2005 que llegaba a Bs1.553”, sostuvo.

Por otro lado, el especialista amparado en los datos del INE, sostiene que el ingreso real en los profesionales asalariados y en las trabajadoras, la caída de la capacidad adquisitiva fue más pronunciada.

Una situación diferente es el caso de los obreros que mostraron una mejora ligera y con altibajos en sus salarios, empero, con montos menores al salario real promedio (en 2021, Bs 1.152 en obreros especializados y Bs 903 en otros operarios).

En el sector público, la desvalorización se hizo más notoria desde el año 2018 cuando el salario real promedio alcanzó los Bs 1.421, frente a Bs 1.368 bolivianos registrado el año 2021, asegura.

Contexto

La oferta de bajos salarios se da en un contexto sui géneris, debido a que la actividad económica no termina de levantar vuelo. Pese a esto en marzo, la cúpula de dirigentes de la Central Obrera Boliviana (COB) sostuvo una reunión con el presidente, Luis Arce Catacora, en donde plantearon un incremento salarial del 7% al salario básico nacional y un 10% al salario mínimo nacional.

“Este trabajo tiene 11 páginas. En el tema económico, que atañe al pueblo boliviano, los trabajadores estamos proponiendo un incremento del 7% al salario básico nacional y un 10% al salario mínimo nacional”, explicó Juan Carlos Huarachi, secretario ejecutivo del COB.

En respuesta, Arce sostuvo que analizaría el pliego. Unos días después un grupo de ministros comenzó a revisar la propuesta de los dirigentes, en una mesa de trabajo.

La situación incomodó al sector empresarial. Desde la Confederación de Empresarios Privados de Bolivia (CEPB) cuestionaron que el debate del incremento salarial no se tome en cuentan a las empresas e industrias que son las que generan fuentes de trabajo.

En una carta, los empresarios indicaron que “el sector productivo formal boliviano no ha recuperado las condiciones de normalidad y estabilidad”.

“A ello se añaden las consecuencias de que el mundo entero está soportando los efectos adversos del enfrentamiento bélico entre Rusia y Ucrania y que genera mucha incertidumbre con respecto a los impactos económicos que se afrontarán en el futuro inmediato”, señalaron.

En tal sentido, en el documento el sector hizo notar que “la decisión eventual de disponer un incremento salarial, -más allá de su cuantificación-, implica asumir unos supuestos de normalidad y capacidad económica que, al día de hoy no predican de la realidad del sector productivo, en los diferentes sectores, regiones y escalas de producción”.

Los empresarios insistieron en que “las decisiones que se tomen en el ámbito económico, especialmente si éstas implican una mayor presión sobre las entidades generadoras de empleo digno, deben guardar el cuidado y la mesura suficiente”.

Ausencia de Estado

Edwin Fernández, abogado laboralista y exsecretario ejecutivo de la Central Obrera Departamental (COD) de Santa Cruz, dijo que las cifras que ofrece actualmente el mercado laboral es un reflejo de la ausencia del Estado para proteger tanto al empleado como a las empresas, en especial las formales.

Pese a los constantes incrementos salariales que se han dado en los últimos años, para él, la situación no cambiará a corto plazo.

“Esta ausencia genera la libertad para contratar (a las empresas informales) y que se puede contratar trabajadores a libre albedrío. Lo hacen sin el respeto a las normas”, dijo el experto.

Pero Fernández sostiene que los bajos sueldos no solo se están pagando en el sector informal, sino también en el formal. Según el especialista, se ha llegado al extremo en que algunas empresas dicen a sus trabajadores “o aceptan una disminución de sueldos o se van”.

“En algunas empresas, conociendo la situación, los trabajadores aceptaron de forma voluntaria reducir sus salarios y tener menor posibilidad de sostener dignamente las necesidades básicas de su familia. Pero en algunas otras ha sido cuestión de abuso porque son empresas que han seguido produciendo en pandemia”, dijo.

El economista Germán Molina, agrega que la caída de los sueldos se debe a que las empresas no han podido recuperar los niveles de facturación que generaban antes de la pandemia.

A este factor se suma que muchas personas que fueron retiradas de sus trabajos durante la emergencia sanitaria, los nuevos profesionales universitarios, y la mano no calificada han provocado una sobreoferta de trabajadores.

“El sector informal está incrementado porque está absorbiendo a estos desempleados y entre ellos existe una competencia”, explicó.

El especialista sostuvo que la situación tiende a empeorarse debido a que se prevé una recesión.

“Ya hay pronósticos; por ejemplo, del Banco Mundial que prevé un crecimiento del 3,9% para el 2023 para Bolivia. La Cepal también coincide con el 3,1% porque el país no está en situación de tomar créditos para hacer inversión, sino para pagar deuda externa”, señaló.

Para esta nota se envió un cuestionario con preguntas para el Ministerio de Economía y Finanzas, pero no contestaron.

Mientras tanto, por la calle Monseñor Salvatierra, cientos de desempleados toman trabajos con salarios bajos.